Por Guido Féliz - José Ortega y Gasset - "Porque hará ya más de 70 años -71, para ser exacto-, que Ortega y Gasset, en el prólogo a la edición francesa de La rebelión de las masas (1937), anotó lo siguiente: "Ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplegía moral". Nueva York. (Atanay.Com) - Si el lector, como lo supongo, es tan discreto como humilde se reconoce menso su atento y seguro servidor --ese soy yo--, seguramente habrá notado en sus habituales lecturas del acontecer nacional e internacional, cómo el glorioso corresponsal de la Agencia Francesa de Prensa (AFP), cada vez que refiere o alude a un partido político o a cualquier banda de forajidos de las que pululan hoy por los campos y selvas de nuestra América, se toma la molestia de acotar en paréntesis regular la supuesta o real ideología profesada por ellos. Así, por ejemplo, si se trata de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el corresponsal anotará (marxista). Si la mención es del Ejército de Liberación Nacional (ELN), acotará (guevarista) ; y si por ventura se menciona o alude a la Alianza Republicana Nacionalista, se escribirá (derecha). Usted que quizá habitualmente me honra con la lectura de estas parrafadas, perdonará que se lo diga con toda franqueza: el hablar hoy, eso es, después de todo lo ocurrido en la esfera política internacional en los últimos veinte años, poco más, poco menos, de "izquierda" y de "derecha", me parece no sólo un insufrible anacronismo, sino un descomunal despropósito. Lo que en ese sentido digo, sin embargo, ni es de mi propia cosecha ni nada que pudiera llamarse nuevo y ni aun novedoso. Porque hará ya más de 70 años -71, para ser exacto-, que Ortega y Gasset, en el prólogo a la edición francesa de La rebelión de las masas (1937), anotó lo siguiente: "Ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplegía moral". Así es aun cuando el que dice ser de izquierda o de derecha lo es efectivamente. ¿Pero qué decir cuando es obvio o se comprueba, en cualquier caso, la falsedad o la impostura del que pretende o finge serlo? Pensemos por un momento, para intentar al menos desatar el atadijo, en el caso específico de las FARC, a quien el corresponsal de la agencia de noticias gala, pese a, a pesar de, y posiblemente denigrando la memoria del bueno de Karl Marx (el viejo Mohr, como cariñosamente lo apodaban sus hijas) insiste aún en llamar "marxistas". Llamar a las FARC "marxistas", sobre todo después de lo revelado en las famosas computadoras del alias Raúl Reyes, es una incongruencia casi tan grande como aberración sería seguir teniendo a la Cuba fidelity como "primer territorio libre de América", después de casi medio siglo de haber arruinado a una de las naciones más prósperas y prometientes del Caribe español e impuesto sobre la cerviz del pueblo isleño una de las más despiadadas tiranías que la región recuerde en su poco más de medio milenio de historia.
Todo esto para no decir que aun siendo las FARC lo que pretenden ser -una fuerza armada beligerante con un proyecto político "bolivariano" -, según arguyera hace poco a su favor el señor Hugo Chávez, (mismo que poco después diría que la banda narcoterrorista y otras de la misma calaña que aún operan y cometen toda suerte de tropelías en Colombia, son anacrónicas y su lucha extemporánea) ; aun siendo realmente "marxistas", digo, las FARC se podrían de pronto hallar desautorizadas por el propio Marx, si aún viviera, ya que fue precisamente el filósofo-ideólogo del Támesis quien negara que él fuera "marxista". Pues si Marx no fue marxista…
Pero intentemos ya dar respuesta a la pregunta que sirve de epígrafe a este comentario: "¿Qué significa realmente ser de izquierda o de derecha?". Por lo que a ser de izquierda respecta, acaso más que por lo que a ser de derecha, a la luz de los grandes sucesos históricos de los últimos veinte o veinticinco años (el desplome de la Unión Soviética, la liberación de las naciones cautivas de Europa Oriental que la conformaban, la caída de la Muralla de Berlín, la progresiva adopción de la China Roja de importantes aspectos del modelo capitalista, etc.) parecería lógico, además de relativamente fácil, responder a la pregunta simplemente diciendo que no significa nada. Sucede, sin embargo, que hoy en nuestra América, con el advenimiento de gobiernos como el de Michelle Bachelet, en Chile, Luiz Lula da Silva, en Brasil, Rafael Correa, en Ecuador; Daniel Ortega, en Nicaragua, Evo Morales, en Bolivia, Hugo Chávez, en Venezuela, más recientemente el de Fernando Lugo, en Paraguay, y hasta el de Cristina Fernández, en la Argentina, periodistas, politólogos y analistas políticos en general han comenzado a hablar con cierta indiscreta profusión de un "renacer" o de una "renovación" de la izquierda en la América de habla hispano-lusitana.
Pudiera ser. Aunque costaría mucho creer, no obstante, que en el caso específico del teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, honorable señor presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, se esté en alguna manera o medida ante un verdadero representante de la izquierda histórica americana. Lo propio quizá podría también decirse de la presidenta Fernández. En todo caso y sea como fuere, en lo que respecta a derechismos e izquierdismos, prefiero seguir al amparo de la palabra cierta y luminosa de Ortega y Gasset, en el sentido de que ser de izquierda, como ser de derecha, no es otra cosa que el camino más corto y expedito de la cordura a la imbecilidad. No se lo dude.
Todo esto para no decir que aun siendo las FARC lo que pretenden ser -una fuerza armada beligerante con un proyecto político "bolivariano" -, según arguyera hace poco a su favor el señor Hugo Chávez, (mismo que poco después diría que la banda narcoterrorista y otras de la misma calaña que aún operan y cometen toda suerte de tropelías en Colombia, son anacrónicas y su lucha extemporánea) ; aun siendo realmente "marxistas", digo, las FARC se podrían de pronto hallar desautorizadas por el propio Marx, si aún viviera, ya que fue precisamente el filósofo-ideólogo del Támesis quien negara que él fuera "marxista". Pues si Marx no fue marxista…
Pero intentemos ya dar respuesta a la pregunta que sirve de epígrafe a este comentario: "¿Qué significa realmente ser de izquierda o de derecha?". Por lo que a ser de izquierda respecta, acaso más que por lo que a ser de derecha, a la luz de los grandes sucesos históricos de los últimos veinte o veinticinco años (el desplome de la Unión Soviética, la liberación de las naciones cautivas de Europa Oriental que la conformaban, la caída de la Muralla de Berlín, la progresiva adopción de la China Roja de importantes aspectos del modelo capitalista, etc.) parecería lógico, además de relativamente fácil, responder a la pregunta simplemente diciendo que no significa nada. Sucede, sin embargo, que hoy en nuestra América, con el advenimiento de gobiernos como el de Michelle Bachelet, en Chile, Luiz Lula da Silva, en Brasil, Rafael Correa, en Ecuador; Daniel Ortega, en Nicaragua, Evo Morales, en Bolivia, Hugo Chávez, en Venezuela, más recientemente el de Fernando Lugo, en Paraguay, y hasta el de Cristina Fernández, en la Argentina, periodistas, politólogos y analistas políticos en general han comenzado a hablar con cierta indiscreta profusión de un "renacer" o de una "renovación" de la izquierda en la América de habla hispano-lusitana.
Pudiera ser. Aunque costaría mucho creer, no obstante, que en el caso específico del teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, honorable señor presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, se esté en alguna manera o medida ante un verdadero representante de la izquierda histórica americana. Lo propio quizá podría también decirse de la presidenta Fernández. En todo caso y sea como fuere, en lo que respecta a derechismos e izquierdismos, prefiero seguir al amparo de la palabra cierta y luminosa de Ortega y Gasset, en el sentido de que ser de izquierda, como ser de derecha, no es otra cosa que el camino más corto y expedito de la cordura a la imbecilidad. No se lo dude.
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