viernes, 9 de enero de 2009

La lucha no serà de clases sino de castas


Por: Antonio Ecarri Bolívar - La decisión de Hugo Chávez de extender la reelección para Alcaldes, Gobernadores y parlamentarios, es la demostración evidente del fracaso de su propuesta engañosa de enmienda constitucional. Chávez lee y consulta, de manera permanente, las más importantes encuestas que realizan las empresas especializadas en sondeos de opinión pública, como todo político que quiere estar informado de lo que está pensando el país. De esa lectura, se convenció que su propuesta de enmienda estaba derrotada. En tal virtud, lanza este nuevo globo de ensayo para ver si logra obtener el respaldo de gobernadores y Alcaldes en ejercicio. Hugo Chávez, con esta decisión que no ha sido bien meditada, ni mucho menos analizada a profundidad, está cometiendo uno de los errores más graves de su carrera política, porque está creando el “Frankestein” de su defenestración. En efecto, el Presidente no se ha dado cuenta que lejos de conseguir apoyo de las mayorías nacionales, va a encontrar el rechazo de todos aquellos venezolanos que tengan alguna aspiración política a futuro y esos hacen mayoría hasta en sus propias filas. En el supuesto negado que Hugo Chávez ganara la consulta inconstitucional que propone, para reformar la Constitución, abriría una lucha permanente y generalizada contra quienes pretendan eternizarse, junto a él en el gobierno, pues los venezolanos nunca tolerarían una nueva casta de “reyezuelos” convertidos en superestructura permanente de poder. La tan cacareada “lucha de clases” que prometían los trasnochados seguidores del marxismo-leninismo-fidelismo, Chávez la estaría transformando por suerte de biribirloque, en lucha de castas y, en ese hipotético caso, no le auguro sino una derrota aplastante a todo el entarimado de oportunistas que se anoten en esa ambiciosa danza trasnochada y borracha de poder. En los análisis sobre la situación política nacional y regional realizados en los últimos días por Acción Democrática, celebramos la respuesta contundente, clara y diáfana del Gobernador Henrique Fernando Salas al “caramelo de cianuro” que le envió Hugo Chávez, para tratar de engolosinar a cualquier tonto útil y ambicioso que lo hubiese aceptado. La experiencia de Salas hacía presumir esa respuesta, pero fue muy oportuna para que el Presidente reflexione – si es que aún está en capacidad de hacerlo – y retire esa locura de reforma constitucional que no será aceptada por el pueblo venezolano. Nuestro optimismo racional, en torno a este tema del rechazo seguro a esta enmienda, que trastoca cualquier consideración jurídica, es porque coincidimos con el profesor Amalio Belmonte, Secretario actual de la Universidad Central de Venezuela, cuando afirma que las sociedades no se suicidan. Ciertamente, sería un suicido masivo de los venezolanos si llegaran a aprobar una enmienda o reforma constitucional que liquida la alternancia en el poder y en consecuencia lo más preciado de toda democracia política que es el cambio frecuente de su liderazgo. Reelegir de manera indefinida, al Presidente, a Gobernadores y Alcaldes es lo más antidemocrático que le puede ocurrir a cualquier país, porque sería la utilización, de manera ventajista y corrupta, de todos los recursos del poder en función, no de resolver los más urgentes y reclamados problemas societales, sino para el hedonista y prolongado uso y abuso del poder. Los más preocupados, por saberse víctimas primeras de esta reforma inconstitucional, deben ser los militantes y dirigentes del PSUV que no son Alcaldes ni Gobernadores, porque de ser aprobada esta enmienda o reforma, ellos serían súbditos permanentes de una casta de burócratas enquistados en posiciones de poder imposibles de sustituir por el uso y abuso del poder local o regional. Si esos militantes tienen formación teórica marxista sabrán que la lucha contra las castas es mucho más difícil, pero siempre más justa, porque se trata de un enfrentamiento con cuotas de poder y privilegios de una oligarquía nunca dispuesta a compartir espacios de poder.

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