Por: Leandro Pereira Cortez - Cuando en febrero de 1989 ocurrió el llamado “sacudón” recién se había anunciado un paquete de medidas de ajuste económico, que entre otras cosas contenía un ajuste en el precio de la gasolina, inocentes medidas aquellas, en comparación con el descalabro ocurrido en los 10 años de desgobierno de Chávez, pero muy mal vendidas a la sociedad de aquella época y muy bien aprovechada por los desestabilizadores enemigos de la democracia, que ya preparaban el terreno para lo que después sería la escalada comunistoide que se venía fraguando en el ejército, con el tristemente célebre Movimiento Revolucionario Bolivariano 200. La Democracia falló en su capacidad para comunicar a los venezolanos el verdadero carácter de aquellas medidas. Cuando en ese mismo período, Pérez quiso “ayudar” a la señora Violeta Chamorro en Nicaragua, con una módica suma de la partida secreta, en una manía megalocefálica similar al mesianismo latinoamericano de Chávez, sus detractores de la Acción Democrática Ortodoxa y anquilosada, le cocinaron su caída institucional, lo llevaron a juicio y precipitaron la renuncia del más equivocado, pero a la vez más demócrata de los Gobernantes Venezolanos de fin de siglo. La Democracia falló en su manera de interpretar ese momento de la historia, animada por odios y ambiciones personalistas de líderes más ilustrados pero más opacos que Pérez. Cuando durante el interinato del Presidente Velásquez éste desató el inicio de una ola de reestructuraciones y privatizaciones, así como desregulaciones de la economía, continuadas por el segundo gobierno de Caldera, ungido al poder en hombros del Golpista Chávez a quien posteriormente indultó y catapultó, Chávez inició su segundo golpe de estado, -esta vez incruento- aprovechando la clemencia de la Democracia y los recursos que el estado de derecho liberal pone en manos de los ciudadanos para que hagan valer sus creencias tanto religiosas, como ideológicas y políticas. Falló la Democracia, al permitir que un reo de la justicia, - que debía pagar por su crimen contra el poder constituido, contra vidas y bienes, y contra la Democracia misma – saliera campante a la calle, a lograr con las herramientas de la democracia lo que no logró con las herramientas de la violencia en el fallido golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Desde entonces hemos vivido los venezolanos, las consecuencias de una conducta más incoherente, exótica e irresponsable, bien vista por los incautos seguidores, pero muy mal vista por los venezolanos críticos y conscientes, que fueron quienes ente la indolencia de los últimos tres gobiernos de la Democracia, le abrieron el camino al supuestamente valiente militar que irrumpió en 1992, dizque por la decencia y la dignidad de la patria de Bolívar. La Democracia ha venido fallando en el manejo de la pobreza por una parte y por la otra –cosa que es peor aún- ha venido fallando en su autocustodia. Hemos tenido tanto Gobiernos irresponsables como ciudadanos frívolos, vanidosos y apáticos, y esa ha sido una combinación perniciosa, en la que ha sembrado sus cimientos el comunismo-marxista de Chávez, que tiene acorralada y contra la pared a toda una ciudadanía que ama la libertad, el progreso, la justicia social, la seguridad jurídica, el imperio de la ley y el estado de derecho. Vamos camino derechito a la pérdida definitiva de la República, partiendo del retrógrado comunismo del siglo XXI, y teniendo como destino el aislamiento, el atraso, la miseria y la esclavitud comunista que tanto dolor causó en la Ex – Unión Soviética. Sin embargo, son muchos los ciudadanos y ciudadanas chavistas y demócratas, oficialistas y de oposición, que todavía están creyendo que la tragedia venezolana impuesta por Chávez es un partido Caracas – Magallanes. Cuando en la Zona Rural hatillana, se inició un proceso de deterioro social, con la llegada de factores extraños al campesinado real, oriundo y originario de estas bellas tierras, los gobiernos regional y Municipal, en especial el de Diosdado Cabello y el de Alfredo Catalán, el uno se dedicó a engañar a la ciudadanía medio atendiendo el problema de las fallas de borde en las carreteras y trochas, mientras el otro se dedicó a dilapidar los recursos económicos del Municipio en una bien habilidosa pero ineficaz operación “alegría”. La democracia falló, permitiendo la salida de un gobernador competente como lo fue Enrique Mendoza y reeligiendo a un a Alcalde evidentemente incompetente como Alfredo Catalán. Por ello tenemos una Zona Rural supuestamente roja rojita, por falta de trabajo de los sectores democráticos, aunque el día Lunes 19 de enero se encendió una luz de esperanza al final del túnel, con la gira emprendida por el Gobernador Capriles acompañado de nuestra Alcaldesa Myriam Do’ Nascimento en la que se escuchó la voz del pueblo como nunca antes. Volviendo al tema específico de las Fallas de la democracia, quiero decirle a mis electores y electoras hatillanos y hatillanas, que tendremos Chávez para rato, si continuamos cometiendo errores en los sectores democráticos, tales como la falta de cooperación, el personalismo, la inacción y la evasión de responsabilidades, en espera de que otro “haga el trabajo” que a cada uno nos corresponda.
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