Por: Vinicio Guerrero Méndez - vinguerrero@hotmail.com - “Honor a quien honor merece” - En mi juventud siempre seguí muy de cerca la brillante trayectoria de Héctor Thomas a pesar de que para ese entonces fueron sus hermanos Diana y Armando (boise) quienes formaban parte de mi generación. Fue en nuestro querido San Tome pequeña población petrolera del estado Anzoátegui, que corrimos con esa suerte de formar parte de su grupo de vecinos aunque sin descartar que por lo pequeño de este poblado todos nos conocíamos y nuestros atletas eran muy queridos y apreciados sobre todo cuando se acercaban los días festivos del año que aprovechamos ese reencuentro para compartir con tan celebres y humildes personajes. De los imborrables recuerdos de este gran y ejemplar atleta venezolano el que más me hizo sentir orgulloso fue su triunfo con la medalla de oro en los iberoamericanos de España de 1962 y el gran gesto de sus compañeros ese día pasados dos de su cumpleaños. En verdad siento que a pesar de mi corta edad entonces tendría a la vera unos once años lo compartí con el gran Héctor Thomas fue sin duda el mas glorioso día de su carrera. Hoy haré un breve bosquejo y reseña alegórica a él, aunque sin quitar valor al resto de los atletas que conformaron el grupo que lo acompañaba toda vez que considero a todos grandes héroes de la edad de oro del deporte venezolano: Era el 12 de octubre de 1962 no hubo noticia que resaltara más en los diarios que la victoria venezolana en los II Juegos Iberoamericanos de Madrid, una hazaña que 46 años después sigue siendo el momento dorado del atletismo criollo. El equipo se presentaba con 21 atletas y el aval de encabezar el ranking de la región en 100, 200, 400 planos, disco y salto largo, pero con las aspiraciones apabulladas por la superioridad técnica y numérica de Argentina y España. Día a día, labrarían su ascenso ante la incredulidad de un estadio a reventar. Dos criollos, Héctor Thomas y Roberto Caravaca, encabezaban el decatlón en ese orden. El día segundo de competencias Héctor fue cuarto en bala y Venezuela cerraba de quinta en masculino y cuarta en femenino, con Argentina de líder en ambos medalleros. Thomas había ganado cuatro de las cinco pruebas disputadas. Para la final Héctor Thomas sólo necesitó ganar la jabalina y ubicarse segundo en disco y garrocha para atrapar el oro en decatlón como regalo de Dios, ya que también dos días antes había arribado a sus 24 años, siendo sorprendido por el resto de la delegación con un rotundo cumpleaños feliz una vez finalizadas las gloriosas notas de nuestro himno nacional. Con estas victorias nuestros 21 héroes cambiaban el rumbo del atletismo venezolano, ese mismo sacrificio y valor demostrado los llevarían dos años después a una final olímpica. Jamás pensé que un día tendría el honor de escribir estas líneas para tan honroso y querido personaje. Siempre le admire con mucha sinceridad al igual que a su hermano José, (llamado cariñosamente el diablo), también atleta de pista y campo. La humildad con que se distinguía esta familia era excepcional. Hoy aunque tarde nunca dejara de ser propicia la ocasión para saludar a esa maravillosa familia y extender nuestras más sentidas y sinceras palabras de condolencia, a todo su cuadro familiar en dondequiera que se encuentren en nombre de la familia Guerrero Méndez. Imperfecto.
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