sábado, 24 de enero de 2009

¿Podrán las balas silenciar las palabras?


Por: Manuel Barreto - "¡Vale la pena luchar por una profesión como ésta!".Albert Camus - El aspecto más peligroso del periodismo y, en realidad, la verdadera esencia de la profesión consiste en indagar, descubrir y dar a conocer información que alguien o algún grupo, no desea que se publique, o como escuchamos en cierta ocasión, el periodismo es brindar un punto de vista que alguien se esmera en ocultar.Por consiguiente, cuando un periodista se aproxima a la verdad, aparecen primero los rótulos, luego las amenazas y por último la muerte. Los periodistas tienen que andar con sumo cuidado cada vez que escriben, o estar dispuestos a pagar las consecuencias.Las amenazas se han vuelto un instrumento común para silenciar tanto a los medios informativos como a los comunicadores sociales, pero aunque incidan en los ánimos de los periodistas, nunca serán lo suficientemente fuertes.Un acontecimiento como la muerte de un periodista, puede ser motivo para que una ciudad se conmueva de tal manera, como para salir a las calles a reclamar justicia; porque a través de un acto tal, se activan las alarmas, ya que todos podemos, de acuerdos a las trágicas estadísticas, correr la lamentable suerte del amigo Orel Sambrano, a quien siempre recordaremos por su inteligencia y su ironía, que le impedían caer en el abatimiento y disfrutaba con sinceridad del placer de tantos amigos y lectores. Escribía muy bien y relataba mejor, siempre fiel a la palabra, ejerciendo un apasionante apostolado en su consagración al periodismo, siempre cercano a la literatura; incisivo y mordaz en la entrevista, amable en el trato, avasalló con sus ocurrencias y don de gente.Esperamos que su asesinato no quede como uno más en la larga cadena de atentados impunes contra la prensa, en el que la justicia es rebasada por la violencia, al grado de que la mayoría de las denuncias penales quedan sin resolverse.Detrás del asesinato, del ataque, de la presión o del encarcelamiento injusto de un periodista, casi siempre hay un régimen, un funcionario, alguna red criminal o simplemente un individuo que pretende evitar a toda costa que una información determinada se haga pública. En la medida en que los propios medios de comunicación así como el Colegio Nacional de Periodistas, lleven a cabo una exhaustiva cobertura de todos los casos de comunicadores sociales muertos, y tomen a su cargo llevar hasta sus últimas consecuencias las investigaciones interrumpidas por un crimen, aquellos que pretendan matar a un periodista lo tendrán que pensar dos veces, porque el efecto será el contrario al que buscan: llegará el día en que serán totalmente expuestos y la verdad aparezca sin cortapisas, a pesar de aquella máxima que nos indica que en una situación de conflicto, la verdad es una de las primeras víctimas.Los asesinatos, las violaciones a los derechos sociales, la imposición de decisiones públicas, la criminalizació n de manifestaciones sociales, la ineptitud de los que nos gobiernan, y los desbordados niveles de inseguridad, son los principales problemas que nos afectan actualmente, considerando que el enemigo de la seguridad no es un hombre perverso por naturaleza, sino el fanatismo, el desprecio por la vida de los demás, la banalización del dolor, la absoluta indiferencia por los derechos humanos, la falta de humanidad y la sempiterna negación de la moral.Nos preguntamos, ¿que podemos hacer, cómo enfrentar la intolerable pretensión de que las balas puedan silenciar a las palabras?... El periodismo cumple la función de fortalecer el control de la ciudadanía sobre la gestión de sus "representantes" en el ejercicio del poder. Atacar, agraviar, limitar al periodismo, es oscurecer la poca luminosidad que puede quedar en el país, y resulta ser un elemento típico de los regímenes totalitarios.La libertad de información no es sólo la libertad de leer uno u otro periódico, o de escuchar tal o cual emisora, sino del propio acceso a la información. Por tanto, es responsabilidad de todos preservarla, pues si callan a los medios y a los periodistas, nos están callando a todos. Si les amordazan, nos están amordazando a todos, pues sus palabras son nuestras palabras; y la libertad con la cual puedan expresarse, será la garantía de nuestro derecho a estar informados, en virtud de que nadie puede defender lo que desconoce ni combatir aquello que ignora.

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