lunes, 26 de enero de 2009

Viaje sin maletas


Por: Richard Vargas - Me voy de ese país de grandes contradicciones sin planes para civilizarlas; huyo de ese país en donde circulan libremente las ofensas y los abusos; resguardo a mis hijos de ese país en donde el ejemplo es un mal ejemplo (en cadena mediática obligada); emigro de ese país en donde la adulancia y la subordinación es la única garantía de subsistencia; desdigo de ese país en donde quieren construir un sólo pensamiento color sangre de inocentes; rechazo ese país para el que ser políglota, tener postgrados y mostrase educado es negativo; reniego de ese país en donde todo gira alrededor de un sólo hombre que no tiene escrúpulos ni futuro; no me gusta ese país para el que la confrontación es la única mecha que aviva el día a día; prefiero huir de ese país en donde el porvenir está signado por el odio, el resentimiento y la escasez.Por eso me voy para esa Venezuela que están promoviendo los estudiantes y jóvenes; a ese país que construye tolerancia ante las adversidades; que habla de sociedad civil, ciudadanía y Derechos Humanos; que se ocupa sinceramente por los discriminados; que profesa la inclusión y la diversidad (con algunos errores superables); que ya no cree ciegamente en los Partidos Políticos ni en los oradores profesionales (sino sólo en los que muestran actos honrados y desprendidos); a la Venezuela de muchas industrias limpias y prósperas; de propietarios de todo lo generan y adquieren (incluyendo sus ideas y conciencia); de calles humanas con ciudadanos atentos; de grandes y memorables juegos de pelota, mises universales y la Vinotinto por fin en el mundial de futbol; de saludables tertulias culturales y humanísticas en todos los cafés y panaderías (cero politiquería); de grandes inventos y modernidad; de hospitales preparados para recibir “seres humanos”; de millones como Gustavo Dudamel, Juan de Dios Martínez, Andrés Galarraga y Uslar Pietri en las calles como anónimos celebrados; de hombres y mujeres superándose cada día para colmar de gozo su alma y familia; de muchos ahorros y prudencia para tiempos difíciles (hasta en lo emotivo); de respeto a quién merece respeto y de respeto con firmeza a quién infringe la ley; al país que reconoce desvíos, rectifica y suma experiencias; que entiende y promueve la palabra Democracia; en fin, a la Venezuela humanamente sustentable en todos los planos comenzando por el familiar. Pronto nos mudaremos a esa Venezuela.

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