sábado, 3 de enero de 2009

El “efecto Chávez”: un peligro para la democracia


Cuando el poder llama dictador a Chávez o bombardea a los que "votan mal" desprestigia la misma idea de democracia. Ya hay medio mundo que cuando escucha la palabra baja a los refugios antiaéreos. www.kaosenlared. net/noticia/ efecto-chavez- peligro-para- democracia - Artículo/noticia publicado/a en Kaosenlared. net en el apartado de Libre Publicación NO seleccionada/ o por el Colectivo Editorial - La oposición venezolana, los gobiernos de las potencias capitalistas dominantes y los conglomerados mediáticos privados no paran de advertir sobre el peligro para la democracia que supone Hugo Chávez. Que hasta ahora el presidente venezolano haya respetado escrupulosamente los procedimientos de la democracia formal burguesa no significa que el “efecto Chávez” no conlleve serios riesgos para la democracia. Venezuela no sólo ha respetado los procedimientos de la democracia formal sino que ha tomado algunas iniciativas para mejorar esa democracia limitada promoviendo mayores canales de participación y ha mejorado la igualdad social como base para un ejercicio real de los derechos democráticos. Algunos datos pueden ayudar a comprender hasta que punto es democrático ese gobierno según los estándares que se aplican al resto del mundo. Desde 1998 Chávez se ha impuesto en todas las elecciones presidenciales y en el resto de elecciones salvo el referéndum constitucional de 2007. Tomando sólo los resultados de las elecciones presidenciales Chávez ha obtenido el respaldo del 62,46% de los votos en 1998, el 59,76% en 2000 y el 62,84% en 2006, además de superar un referéndum revocatorio en 2004 con el apoyo del 59,09%. Para poder valorar correctamente estos datos, podemos compararlos por ejemplo con los resultados electorales en el estado español en periodos similares. Así en 1996 Aznar ganó con el 38,79% y en 2000, el año de la mayoría absoluta, con el 44,52%. Zapatero ganó en 2004 con el 42,59% y en 2008 con el 43,87%. Comparando los datos, el menor apoyo a Chávez en una elección presidencial (59,76% en 2000) supera al mayor apoyo en el mismo periodo en España, el 44,52% de la mayoría absoluta de Aznar y también al mayor apoyo conseguido por un presidente desde la transición, el 48,11% de Felipe González en 1982. Podemos seguir comparando por ejemplo con el 53, 02% de los votos obtenidos por Nicolás Zarkozy en 2007 o el 52% de Obama en 2008. Pero con estos datos es suficiente para aseverar que incluso en sus niveles más bajos de apoyo electoral, Hugo Chávez supera los mejores resultados de los presidentes de aquellos países que se presentan como paradigmas de la democracia. Otro argumento esgrimido por la oposición ha sido la denuncia constante de fraude desmentida por todos los observadores internacionales y por una entidad tan poco sospechosa de parcialidad a favor de Chávez como el Centro Carter. Tras el fracaso de esta estrategia, la aceptación y participación de la oposición en el proceso sirve por sí misma para rebatir sus acusaciones. El control de los medios de comunicación por parte del Gobierno es uno de los argumentos más ridículos teniendo en cuenta que la gran mayoría de medios venezolanos son acérrimos opositores, llegando incluso a protagonizar lo que Ignacio Ramonet calificó acertadamente de “golpe de Estado mediático”. Aún dando por verdadero ese falso dominio de Chávez sobre los medios, resultaría esperpéntico el agravio comparativo con Italia, donde casualmente el hombre más rico del país y cuya fortuna está basada en su emporio mediático, es calificado como ejemplo de la democracia y su legitimidad no genera la más mínima duda para los poderes dominantes. En contraposició n con otros presidentes, Chávez no sólo ha conseguido siempre unos mejores resultados electorales en un proceso limpio, sino que lo ha hecho teniendo en contra a los intereses de las grandes fortunas y los medios de comunicación que -permítanme la especulación- quizás influyan en algo a la hora de inclinar la balanza en unas elecciones. La democracia es mucho más que votar cada cierto tiempo, aunque ello es importante. Pero incluso limitándonos al recurso formal del voto, que duda cabe que tener la posibilidad de revocar lo decidido en las urnas mediante un referéndum es una medida que mejora un poco el sistema de democracia formal. Esta posibilidad fue incorporada por el gobierno venezolano y ha sido exportada a otros países como Bolivia en lo que algunos llaman “nuevo constitucionalismo latinoamericano”. Así en 2004 esa posibilidad abierta por el gobierno chavista fue puesta en práctica por la oposición convocando un referéndum revocatorio en el que Chávez obtuvo la victoria por el 59,09% de los votos. Aún formando parte del mismo concepto de democracia formal, esta posibilidad no la tenemos en las flamantes democracias europeas o norteamericana. Pero -volviendo a especular- hubiera sido interesante ver los resultados que podría haber obtenido Aznar durante el comienzo de la guerra de Irak si hubiéramos dispuesto de ese recurso.
Por último se alega de forma desesperada que sí, que Chávez es muy democrático porque gana las elecciones pero que si las perdiera impondría su dictadura. Su única derrota desde 1998, la del referéndum constitucional de 2007 por una pequeña pero suficiente diferencia de votos contradice esta alarmada suposición. Se perdió el referéndum y la nueva Constitución quedó aparcada. Sobre si es legítimo volver a convocar un referéndum sobre ella o votar algunos de sus puntos, como la eliminación del límite de mandatos, puede haber debate. En principio lo primero ha sido descartado y lo segundo puede ser promovido por otras vías aunque siempre tendría que ser ratificado por un referéndum. Comparado con el proceso de aprobación de la Constitución Europea, por poco acertado que pueda ser el intento de volver a someter a referéndum la reelección de Chávez, no deja de superar los niveles democráticos establecidos para el caso europeo. Recordemos por ejemplo como tras ser rechazado por Francia y Holanda, le cambiaron el nombre y decidieron no hacer más referéndum. Sólo la obligatoriedad de celebrarlo establecida en la Constitución irlandesa, evitó que la Constitución se aprobara sin realizar ninguna consulta. Ahora que los irlandeses la han rechazado, su gobierno se compromete a hacer que se apruebe y todos los líderes de la Unión divagan sobre lo poco democrático que resulta preguntar a los ciudadanos cuando ellos, que representan en sí mismos la sagrada democracia, ya han decidido. Por último, desbordando el marco de la democracia formal burguesa, el gobierno de Venezuela ha tomado medidas de redistribució n de la riqueza que ayuden a hacer real esa igualdad formal de los ciudadanos. Cabe señalar que entre los criterios de democracia defendidos por las potencias capitalistas, las condiciones reales de libertad e igualdad son totalmente descartadas y sólo cuentan los criterios legales y los derechos formales. Pero incluso así, parece ridículo pensar que estas medidas socaven la legitimidad democrática de un gobierno en lugar de reforzarla. Podemos seguir aportando datos como que Venezuela es el país de América Latina en el que los ciudadanos se muestran más satisfechos con la democracia (7,6 puntos sobre 10 mientras la media para toda América Latina es de 5,5). En definitiva se puede afirmar con rotundidad que, tomando los cánones dominantes de legitimidad democrática, el gobierno de Chávez no sólo es democrático sino que supera la legitimidad democrática de Europa o de Estados Unidos (por apoyo electoral, por canales de participación como los referéndum, por el respeto a las libertades civiles, por mejorar los requisitos reales de libertad e igualdad, por no deber nada al apoyo económico o mediático, por satisfacción de sus ciudadanos, etc). Sin embargo, considero que realmente, el “efecto Chávez” supone un grave riesgo para la democracia. En primer lugar porque si a pesar de ser un ejemplo de democracia (dentro de lo que hay, se entiende) se le impide asumir y ejercer sus poderes, como ocurrió con el intento de golpe de estado de 2002, es previsible que se genere un desencanto hacia el mismo modelo e idea de democracia. Si la democracia es la posibilidad de elegir sólo lo que le interesa a los poderes dominantes, entonces no vale la pena luchar por ella. Soy partidario de no dejar que el poder acapare para sí la idea de democracia que ha sido fruto de intensas luchas populares y obreras a lo largo de los siglos. Que no sea suficiente el respeto a algunos principios democráticos elementales no debería significar que no sea necesario respetarlos. La liberación del pueblo debe contar con el pueblo y convencer debe ser la única forma de vencer. Pero si aún respetando escrupulosamente esos principios se impide tratar al menos de cambiar en algo las cosas (no creo que lo de Venezuela sea para nada una “revolución”) significará que la democracia es sólo una trampa o una careta para tratar de legitimar el dominio de facto. Existe otro peligro. Aunque me consta que Chávez hasta ahora ha respetado esos principios, podría ser que como ha sucedido tantas veces a lo largo de la historia sea uno más de los que traicionando esos ideales establezca un régimen autoritario. Si es así yo estaría en contra pero ¿cómo puedo saber si realmente esto sucede? Han sido tantas las advertencias sobre el autoritarismo de Chávez, tantas veces ha sido calificado de dictador, tantas alarmas se han encendido que, como en el cuento del lobo, si algún día el lobo realmente ataca seré muy reticente a darle credibilidad. Sin tener por qué dudar de las informaciones independientes que podemos encontrar en los medios libres, temo que la necesidad imperiosa de contrarrestar la manipulación de los medios privados pueda nublar el juicio objetivo de los defensores del chavismo. Si esto sucediera, estaríamos totalmente indefensos a la hora de valorar la democracia venezolana. Si hasta ahora el “efecto Chávez” no supone un peligro para la democracia, podemos decir que si que hay un grave riesgo por parte del “efecto anti-Chavéz”. No sólo en Venezuela se advierte ese riesgo. El ataque a Gaza como castigo al pueblo por hacer que Hamás ganara las elecciones, la llegada de la “democracia” a Irak o Afganistán a base de bombardeos, la cansina repetición del término por parte del único cargo no electo del estado español, o por parte de personajes tan autoritarios como Bush, Aznar, Zarkozy, etc, contribuyen a desprestigiar la idea de democracia. Los que realmente creemos en ese ideal más allá de sus formas limitadas actuales no debemos caer en confundir “su” democracia con la idea misma. Una conquista del pueblo, de los trabajadores y trabajadoras, de los movimientos sociales que, aunque imperfecta, limitada, manipulada y traicionada por el poder dominante, nos corresponde y debemos defender, mejorar y hacer realidad. Ni siquiera Venezuela encarna ese ideal, sólo supone un pequeño paso adelante. Por eso debemos estar atentos para mantener el espíritu crítico y, ni dejar que Chávez encasille la democracia en un cajón un poco más amplio, ni dejar que el poder nos haga perder toda esperanza en la posibilidad de un cambio que ilustre la idea de “todo por el pueblo, pero con el pueblo”. Desgraciadamente, ya hay medio mundo que cuando escucha la palabra democracia baja a los refugios antiaéreos.

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