jueves, 11 de diciembre de 2008

La Dignidad de la persona humana


Por: Francisco J. González R. - La Dignidad de la persona humana - Un ejercicio típico mientras se estudia la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) consiste en poner a la audiencia en la situación en la cual deben decidir el destino de un sujeto acusado por una multitud de algún crimen intolerable, las opciones ¿Entregarlo a la fuerza policial?, ¿Dejarlo a lo que decida la multitud enardecida?Mientras más intolerable sea el crimen peor es la condena de la audiencia, sin embargo siempre alguien pregunta y si en la confusión agarraron a uno que no es, incluso alguno preguntara es que acaso la multitud es juez y verdugo, ¿no se supone que la sociedad tiene reglas?, de eso recordemos que aún Jesucristo fue víctima de la aplicación de lo que hoy en Venezuela se conoce como parlamentarismo de calle, con lo cual llegamos a un punto básico de la DSI, que es la primacía del respeto a la dignidad de la persona humana.En fecha reciente escribí un breve artículo sobre GdP y los derechos humanos, disponible en mis blogs, ya que era un ejemplo de los niveles de intolerancia que se desarrollan en nuestra sociedad, hoy podemos citar el caso de despidos masivos en diversas industrias, presos políticos, represión de la ciudadanía, violación del marco legal vigente, que en perspectiva no son sino expresión del más profundo desprecio hacia la dignidad que como personas merecen los ciudadanos venezolanos y cualquier persona humana que viva en este mundo.La DSI define esto en el párrafo Nro como 1700 del Catecismo de la Iglesia católica: “La dignidad de la persona humana tiene sus raíces en la creación a imagen y semejanza de Dios” que a su vez es la base de una serie de derechos que la jurisprudencia denomina como positivos, por ser propios de la naturaleza del ser, así se observa una función de esa dualidad materia espíritu que define a la especie humana y se basa en:- El hombre es responsable de su autorrealización, por eso tiene libre albedrio para decidir por su propia y libre voluntad el obrar bien o mal.- Es un ser definido por tanto por su sentido de la moralidad, lo que implica que este se edifica a si mismo desde su interior, la gracia los hace crecer en virtud, aunque a veces encontrar esa gracia implica todo una vida de exploración y descubrimiento.- Es entonces un ser perfectible, pecar o no depende de su formación social y la moralidad de la sociedad, sin embargo asumir las responsabilidades asociadas y enmendar el camino implican eso que denominan como el camino para crecer a través de la caridad. Esto nos lleva a un punto en el cual compartimos que la especie humana en esencia son animales sociales, de hecho viven en plena libertad social y las normas, leyes y reglamentos surgen para poner límites que la moralidad de la sociedad define como los límites entre la libertad y el libertinaje, de allí deriva el sentido de lo que es justo y de la justicia misma, en otras palabras se basa:- Igualdad de todos los individuos, ante Dios, la ley y la humanidad.- Reconocimiento de la identidad individual de cada ser.- El sentido de la Justicia Social, visto como consecuencia de la aplicación del bien común, en términos sencillos parafraseando a Sartre el hombre libre es aquel que puede responder por todos los hombres.- Perfeccionamiento de la sociedad a través de la interacción humana, siendo el hombre un ser en esencia perfectible, su obra la sociedad donde interactúa es también perfectible.Es en esencia entonces que el respeto a la dignidad de persona humana es algo que comienza desde la concepción y termina una vez se alcanza el termino natural de la vida y sin embargo abarca la respetuosa disposición de los restos que fueron una vez una persona humana, es por eso que son tan especialmente criminales los delitos que se cometen contra niños y ancianos, ya que se atenta contra alguien quien no puede defenderse a sí mismo y depende de otros quienes hagan valer sus derechos, lo mismo aplica en los delitos contra la mujer y los jóvenes.Es así que entre otros el género humano tiene derecho a:- Existencia digna.- Respeto de su identidad cultural, política, religiosa y moral.- Un trabajo digno y que le proporcione medios para sostener y desarrollar su ser y una familia.Nuestro problema radica en el gran pecado de nuestra sociedad y por ende nuestro, el no lograr el mecanismo para la justa distribución de la riqueza, no llevar la educación al último rincón de nuestra fronteras, no proveer un sistema de salud funcional, no disponer de servicios y servidores públicos dedicados a la atención del ciudadano, de allí nuestra presente situación, de allí que no entendamos el porqué algunos segmentos de nuestro sociedad ven esperanza donde vemos el fin de nuestra sociedad, libertades y la democracia misma.Simplemente no podemos entenderlos, muchas veces escuchamos expresiones de pura y simple ignorancia donde se les denigra señalando viven en función de su estomago o que su dignidad se compra o vende por dinero o bienes, los reducimos a los que los teóricos marxistas denominan el Lumpen Proletariat, creemos viven al margen de la sociedad y la legalidad por gusto o comodidad, carecemos de un discurso coherente para ellos y literalmente los dejamos como pasto seco para ser consumido por las incendiarias ideas que no han hecho sino derramar la sangre de 100 millones de seres en nombre de una ignominiosa ideología y poco o nada hacemos para dignificarlos o aplicar aquello de “no le des el pescado, enséñalo a pescar”.La salida a nuestra crisis pasa por reconocer la dignidad de esas personas, es en esencia eso lo que significa aquello de “amaos los unos a los otros” y lo de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, la democracia y no puede ser vista bajo la perspectiva de ser una forma de gobierno, es una expresión es la definición misma de la sociedad y las interacciones de los seres que la conforman, Juan Pablo II dijo en el Evangelium Vitae “No puede haber verdadera democracia, si no se reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos” ya con anterioridad Pablo VI había dicho ante la ONU, como fundamento de los derechos humanos: “ellos se basan no sólo en la dignidad del hombre, sino en su sacralidad, porque se trata de la vida del hombre, y la vida del hombre es sagrada; ninguno puede atreverse a ofenderla”

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