martes, 11 de noviembre de 2008

El uso y abuso del elogio y la diatriba


Por: Pedro Corzo pedroc1943@msn. com - El uso y abuso del elogio y la diatriba es una constante en personajes que para expresar una opinión se atrincheran en los extremos con el sólo propósito de consumir la energía de la razón para erigirse en los abanderados y trompetas de los conceptos- en realidad meras consignas- que los motivan. Estos heraldos han elaborado sus propios esquemas, categorías y consignas como fundamentos del proyecto que auspician y sólo consideran, escuchan y conocen lo que se ajusta idealmente o su creación intelectual. Son dogmáticos, impermeables a la crítica, ignoran la punzante angustia de la duda y no vacilan en el tremedal de las contradicciones. Para ellos sólo existe su verdad, y nada más. No aceptan críticas ni las entienden, cualquier cuestionamiento adverso tiene propósitos destructivos y debe ser erradicado. Desconcierta la rotunda certidumbre de estos Iluminados cuando deciden calificar de Héroes o Traidores a quienes consideran oportuno quemar o beatificar. El delito o la gloria para estos singulares jueces está asociado a una escala de valores sustentada, la más de las veces, en categorías puramente coyunturales e intrascendentes que responden a su visión particular. Para un Iluminado es demasiado complejo discernir entre enemigos, aliados y adversarios. Sus juicios y sanciones son absolutas en lo que a enemigos y adversarios concierne, pues fácilmente descargan su flamígera verdad sobre unos y otros sin consideración alguna, mientras que sus aliados, para sobrevivir, debe deben integrarse plenamente a su certidumbre. Los Iluminados enfrentan el riesgo de perder toda capacidad de análisis y creación volviéndose seres dependientes de la única realidad exterior que están dispuestos a considerar. El dogma les hace intolerantes al perder el sentido de la universalidad, por lo que son incapaces de nutrirse de las propiedades positivas de las ideas que rechazan. Su incapacidad de analizar y valorar los contrarios de sus tesis les limita a la vez que le catapultan hacia un mundo muy personal que le hace perder contacto con el ambiente, por lo que son incapaces de percibir las señales diferentes que emite cualquier sociedad. Rechazan la singuralidad y prefiere el plural. Están mas a gusto con la masa anónima que con individuos singulares. Los Iluminados se crean un universo interior que determina su conducta. El medio exterior es secundario, actúan en base a sus sueños y tienden a responder más a los símbolos que a las ideas mismas. Para ellos el abuso de la autoridad siempre se justifica por una necesidad de fuerza mayor. No son capaces de percatarse del estrecho desfiladero por donde transitan y tienden a asfixiar a sus contrarios y eliminar los espacios de disentimientos tan necesarios son en cualquier sociedad. Aquellos que creen que los Iluminados aspiran a sólo un extremo del arco iris están equivocados. Los iluminados son omnipresentes. Su verdad es tan imperiosa que tienden a llevar a simples rivales hasta la hoguera. Estos Torquemadas que confunden fundamentos y formas, principios y valores, estrategias y medios son tan numerosos como los que se niegan a ser adoctrinados. No es de dudar que los que están Iluminados por su verdad personal tengan grandes gratificaciones. Las dudas no les agobian y las contradicciones no entorpecen su andar. El infiernillo de los sentimientos comunes de cualquier mortal no les quema la conciencia. Seguro que valoran altamente su hermético y gigantesco horno de la verdad, en el que pueden incinerar todas sus desesperanzas. El Iluminados es por lo regular un rebelde, un inconforme hasta que logra con su resplandor someter a las luciérnagas. Es también una especie de fanático pero con liderazgo. Su maniqueísmo le hace temer a la libertad y por eso impide en todas las formas a su alcance, que el ciudadano pueda actuar y pensar soberanamente. Elimina la independencia personal y rechaza el conocimiento en la medida que este pueda poner en tela de juicio su conducción y propuestas. Los Iluminados tienden a ser violentos, buscan la solución de las diferencias enfrentando al rival y no negociando. Su intolerancia conduce a los conflictos sociales guerras, masacres, limpiezas étnicas e injusticias. Todo empieza en ello y debe terminar con ellos. Estos elegidos son autoritarios, déspotas e irreverentes. Contrarios al progreso. Favorecen el estatismo y la parálisis social. Todo cambio es peligroso, por lo que la nave que comanda se mantiene anclada, apresada en los sargazos de una utopía de demencial luminosidad.

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