Por: Arlette Danglades - adanglades@hotmail.com - Las elecciones del 23N fueron una clara demostración de que la prepotencia, al igual que el autoritarismo, la arrogancia y el desprecio hacia quienes no comparten las mismas ideas no tienen cabida dentro de lo que entendemos en una democracia como convivencia ciudadana. El domingo también quedó demostrada la supremacía de la democracia sobre los sistemas totalitarios, al permitir la mayor participación de todas las fuerzas sociales y evitar que una sola de ellas se imponga sobre las demás. Una lección que muchos dirigentes políticos deberían comenzar a entender si no quieren ser barridos del escenario político. Así vimos como quedaron derrotados algunos de los contrincantes que en una u otra acera del espectro político se empecinaron en tratar de imponer sus candidaturas sin tomar en cuenta sus limitantes y la opinión de sus conciudadanos. Y es posible que al no asumirlo, tengan necesidad, como señalaba recientemente el Premio Nóbel de Paz, Lech Valesa, de una lección más seria para convencerse de que con ciertas actitudes no se puede alcanzar la independencia. También nos advertía que es posible que los venezolanos necesitemos más tiempo para darnos cuenta de la necesidad de una transformación política y señalaba que "el cambio debe comenzar por el pueblo, en su diagnóstico de la realidad y en la esperanza de un mañana distinto", y es a ese pueblo que ahora hay que ponerle atención. Las grandes ciudades votaron por el cambio pero es imperioso acercarse a los grandes estratos de la población, a los barrios y a las pequeñas poblaciones, para conocer, atender y ayudarlos a resolver sus necesidades más ingentes. Este es el gran reto que debe afrontar la oposición: la conquista de esos espacios, que aunque pequeños suman y continúan siendo, hoy por hoy, bastión del oficialismo. Este es sólo el comienzo y aún queda mucho camino que recorrer y mucho trabajo por realizar, por lo que no podemos engolosinarnos y atragantarnos con la victoria. Es preciso demostrar que si es posible realizar un buen trabajo y lograr una transformación cualitativa. Esto no será fácil, porque ya se puede inferir de las últimas declaraciones del señor Presidente, así como de las acciones de algunos de sus seguidores, que parecieran no estar dispuestos a trabajar mancomunadamente con sus adversarios en procura del bien del país y de sus habitantes.
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