martes, 10 de junio de 2008

Teodora


Por: Fernando Londoño Hoyos - Publicado el 10 de junio de 2008 - Se declararán hoy sorprendidos algunos por la cantidad de perfidia que cabe en el alma de nuestra "Teodora", la insoportable Piedad Córdoba. Para esos ilusos, o desprevenidos o ingenuos, la Córdoba podía mostrar muy negras manchas en su veleidoso corazón, pero ninguna que lo fuera tanto como para traicionar a Íngrid Betancourt, de quien se mostraba entrañable amiga, fiel servidora de su causa, incondicional aliada de su salvación. Para nosotros, bien al contrario, la chocoana se ha mostrado, en su correspondencia con Raúl Reyes, tal como es.Hubo algo de habilidad en el encuentro de su seudónimo. Porque Piedad Córdoba querría parecerse a la Emperatriz de Bizancio en su inteligencia, su olfato político, su reciedumbre interior, su compromiso con ciertas empresas nobles. Pero de eso no tiene el menor rastro. En lo que coincide con su lejano modelo, es en sus condiciones más abyectas: su falta total de escrúpulos, su escandalosa conducta, su ambición desenfrenada, su pasión sin medida por el dinero y el mando. La Teodora bizantina no se detuvo ante nada ni ante nadie para conseguir sus propósitos. Procopio pudo exagerar al describir las debilidades de su alma. Pero no mucho. Pues así, con esa suma de defectos, y esa falta total de virtudes, hemos tenido que soportar este engendro de la parte más oscura de la política colombiana. Lo demás lo pusieron los medios, tantas veces listos a exaltar lo turbio, y sus aliados de ocasión, que se servían de su temperamento desbordado hasta que a cada uno le tocaba la cuota infaltable de deslealtad y de traición.Será muy difícil entender por qué la Corte Suprema de Justicia, supuestamente cruzada de la causa moral de la política colombiana, y tenaz enemiga de la mezcla del servicio público con el delito, no tuviera hace rato en la cárcel a Piedad Córdoba. Pero sería tanto como preguntar por qué esa misma Corte sigue solidaria con los miembros de ella que la envilecen y destrozan. Es que la Corte es así, y un grupo muy importante de sus intachables miembros sigue cobarde las hazañas de quienes asociados con oscuras mafias han comprometido irreparablemente su imagen y su prestigio. Por eso la Corte tiene presos parlamentarios intachables, y en la calle delincuentes como Piedad Córdoba. Ahora veremos qué hace ante estas evidencias, nacidas del diario íntimo del peor asesino que conoció América, que en verdad no contienen nada enteramente nuevo. Son apenas la comprobación de lo que Teodora ha sido ante los ojos atónitos de sus conciudadanos y la mirada cómplice de la Corte Suprema de Justicia.La Teodora de acá, arribista y brutal, indecente oportunista, ignorantona sin escrúpulos, ha estado al servicio de las causas más innobles, utilizando los medios más detestables. Ha traicionado a su Patria, pidiendo de otros países que la cerquen y la invadan; ha sido la apologista de todos los delitos, exaltando al peor monstruo que produjo esta tierra, Tirofijo; ha mantenido, para su provecho político, contacto con criminales terroristas como Raúl Reyes; se ha puesto al lado de Chávez, alma gemela suya, para injuriar al Presidente de Colombia; y ahora faltaba lo peor, ese desprecio absoluto por Íngrid Betancourt, por la que hizo tan grotescas escenas de mentirosa solidaridad.Piedad Córdoba irá a la cárcel en breve, si es que la Corte no quiere mostrarse, con su complicidad, peor que ella. Lo lamentamos por las reclusas del Buen Pastor, que tienen tanto por perder en esta cercanía. Pero al fin las cosas se pondrán en su sitio. Ya estará claro para todos lo que le ha costado a Sarkozy andar en tan malas compañías. A Chávez se le cayó encima el andamio completo y el mundo sabrá qué era lo que buscaba en esos procesos de liberación de secuestrados: popularidad, evasivas para su situación interna, medios para defender la causa de sus socios, los narcoterroristas de las Farc. Y desde ahora se completará la vieja máxima, porque diremos a una que para verdades los niños, los borrachos y los computadores.

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