lunes, 30 de junio de 2008

Izquierda y derecha


Por: Eduardo Pizarro Leongómez - Se ha especulado mucho en torno a las razones que llevaron a los presidentes de Venezuela y Ecuador a exigirles a las Farc y al Eln abandonar las armas y transitar hacia la política. El acento se ha colocado en las dinámicas internas. Ante todo, en el rechazo de la opinión pública de uno y otro país a las Farc y al Eln y la relación de este hecho con la caída de la popularidad que afecta a ambos mandatarios y a la cercanía de procesos electorales estratégicos. Apoyar a la guerrilla colombiana no es rentable electoralmente. Chávez enfrenta la elección de gobernadores y alcaldes y Correa la ratificación popular de la nueva Constitución , que se discute en la Asamblea Nacional Constituyente. Desde mi perspectiva, además de este factor interno es importante subrayar un factor externo: la crisis de gobernabilidad y la caída de la imagen que están afectando a los gobiernos de izquierda radical en el continente. Mientras que los gobiernos de izquierda democrática mantienen altos índices de popularidad (Lula y Bachelet), la izquierda populista (Correa, Ortega, Chávez, Fernández y Morales) se halla en caída libre. El ciclo de gobiernos de izquierda está llegando a su fin.
El cantinflesco presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, es después del saliente presidente Duarte, del Paraguay, el mandatario más desprestigiado de América Latina. Solamente el 20 por ciento de los nicaragüenses respaldan su gestión, la cual combina un duro discurso antiimperialista externo con un corrupto neoliberalismo interno. Una esquizofrenia política digna del PRI mexicano en otras épocas y bajo otros ropajes. Pero la crisis más profunda ocurre en la región andina. Rafael Correa teme no poder sacar adelante su proyecto de Constitución, base del confuso "socialismo del siglo XXI" que abandera. Evo Morales vive una grave balcanización de su país y sus niveles de apoyo ciudadano caen día tras día. Lo mismo ocurre al propio Chávez, que ve con angustia cómo se le escurren de las manos los niveles de apoyo del pasado y se fortalece la oposición. Es muy probable que en las elecciones regionales de noviembre pierda las principales gobernaciones y alcaldías del país. Según mi óptica, América Latina va a comenzar a transitar hacia un modelo pendular de gobiernos de izquierda-derecha a la europea. Es decir, que a una ola de gobiernos de un signo le sucede una ola de signo contrario, sin traumatismos, sin temores a una exclusión definitiva del poder. Este sistema pendular es un reflejo de la madurez democrática europea, cuyas organizaciones partidistas han superado los discursos radicales e intolerantes propios del infantilismo político que todavía domina en América Latina. Recientemente, con el destacado politólogo norteamericano Scott Mainwaring y la profesora de la Universidad de Toronto Ana María Bejarano, publicamos un libro de historia actual (The Crisis of Democratic Representation in the Andean Region, Stanford University Press), que acaba de ser editada en español por Editorial Norma (La crisis de la representació n democrática en la región andina, 2008), en el cual se analizan los factores que llevaron a un colapso o a un debilitamiento de los partidos políticos tradicionales en toda el área y a la emergencia de líderes providenciales. Se trata del "retorno del caudillo", ese mal endémico de América Latina, según la expresión de un reconocido sociólogo mexicano. En los años 90, la región andina vivió un colapso general de los partidos que habían dominado la escena política durante décadas. El caso más impactante fue el sistema bipartidista venezolano, representado por Copei y AD, cuya crisis de legitimidad y capacidad de representació n se derrumbaron y dieron paso a un líder carismático surgido de un frustrado golpe militar. El péndulo izquierda-derecha se vislumbra ya en el horizonte de América Latina. Es decir, un paso hacia la madurez democrática.

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