lunes, 30 de junio de 2008

La gente y las palomitas

Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es - A mediados del siglo pasado hizo su entrada una de las tendencias de la psicología conocida como “conductismo”. Su esencia era que el comportamiento tiene que ver con el ambiente y la cantidad de estímulos que promueven acciones. Skinner es considerado el padre del conductismo y tuvo mucha inclinación a los experimentos. Entre los curiosos, Skinner desarrolló un método para enseñar a las palomas a jugar bowling. Aprovechando los frecuentes e inquietos movimientos de las aves, les ponía una pequeña pelota delante y cada vez que “le pegaban” con la cabeza, les daba comida. El próximo paso era lograr que empujaran la pelota siempre en la misma dirección, dándoles comida cada vez que lo lograban. Cuando ya la paloma lanzaba la pelota bien, les ponía unos “pines” diminutos y cualquiera podía ver entonces, sorprendido, a la emplumada mascota jugando a los bolos. Era una prueba de que mediante refuerzos “positivos” se lograba un aprendizaje y un cambio de conducta. Parece bastante claro que Chávez y sus cercanos desean establecer un cambio de conducta en el País y, con el nombre que quieran, un comunismo. Tal vez Chávez y su gobierno conozcan (o intuyan) la teoría del conductismo y por ello estén dando favores y dineros a los que “hacen las cosas bien”(los camaradas) y castigando a “los que hacen las cosas mal”(los escuálidos). Es entonces oportuna la pregunta de que si Chávez, a punta de favores y su verborrea sobre lo bueno del socialismo, podrá, eventualmente, cambiar la forma de pensar y ser de los venezolanos. Es probable que no, no porque los estímulos reformadores no tengan efecto, que los tienen, pero existe un aspecto que empastela el cambio. Chávez en su enfermiza ambición de permanecer en el poder, ha caído en la trampa de la ambigüedad, de ir siempre hacia donde le sea conveniente para su objetivo y de cambiar, según sea necesario, de opinión y eso es fatal para cualquier proyecto serio de transformación. La consistencia en un ser humano es la sintonía entre lo que dice y lo que hace. Si usted es un líder religioso y predica las buenas costumbres, el valor de la familia, lo asqueroso de los vicios y cosas así, pero los fines de semana se marcha de parrandón a la playa con dos amiguitas de “hilo dental”, a “jalar caña” y a gastar los cobres de la familia, usted es inconsistente y no le creerán “aunque diga Misa”. Chávez asegura que tenemos libertad de expresión pero mató al principal medio de comunicación del País. Tilda a Uribe de lacayo y mentiroso y luego lo llama hermano. Bota la bilis cada vez que habla de la maldición imperialista y todos los días salen un millón de barriles de petróleo a los Estados Unidos. Todas las encuestas gritan que la inseguridad en el País es el primer problema y no toma acción (al menos que algún fanático considere “acción” montar un GN en una autobuseta). Se descabrita en el respaldo a las FARC y a “su misión revolucionaria e histórica” y de repente les dice que dejen las armas y se rindan. No hay forma de creerle a un tipo inconsistente y es por ello que a pesar del intento lava-cerebro del gobierno, el espíritu libertario y democrático del País está intacto. Y hasta parece que la cosa es al revés. Como que la palomita es Chávez y el pueblo su gran entrenador. Hasta no sería de extrañar que pronto lo manden a jugar bolos a otra parte.

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