viernes, 20 de junio de 2008

La otra cara de la UE


Vestido con su uniforme de soldado español, Jason Felipe Ospina salió en misión de reconocimiento en un blindado militar el domingo pasado en Mariayún (Líbano). Poco después, un accidente de carretera le costaba la vida. Ospina era colombiano, lo mismo que Yeison Alejandro Castaño, Jefferson Vargas y Yohn Édison Posada, otros tres soldados que murieron bajo la bandera de España hace un año en el mismo lugar, víctimas de la explosión de una bomba.Ninguno de estos nombres, ni los de otros muchos extranjeros que han muerto como soldados de Europa, se mencionó el miércoles, cuando el Parlamento Europeo aprobó una dura ley contra los inmigrantes sin papeles. La norma, que empezará a aplicarse dentro de dos años, equipara indocumentació n y delito, pues permite encerrar hasta por 18 meses a los inmigrantes ilegales sin proceso judicial, un castigo comparable al que reciben crímenes como robo, estafa o lesiones personales. La directiva también autoriza el envío de niños a países distintos a los de su origen y prohíbe al expulsado que pise suelo europeo durante cinco años, aunque haya dejado familia atrás.A favor de la medida -369 votos- se manifestaron todos los partidos de derecha. En contra -197 votos- estuvieron las agrupaciones de izquierda. El Partido Socialista español votó dividido, como reflejo de la política ambigua que sigue su gobierno en materia de inmigración. Mientras la Vicepresidenta critica la xenofobia del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, su colega, el ministro de Inmigración, Celestino Corbacho, enfoca el problema como un asunto de policía. Una de las medidas de las que se ufana con reprobable mezquindad es la de inspeccionar las neveras domésticas de los inmigrantes, pues afirma que, si tienen candado, significa que en la casa probablemente viven dos familias. No es de extrañar, pues, que muchos sectores se opongan indignados a la orientación discriminatoria de la nueva medida. "La directiva de la vergüenza", la llama la ONG francesa Cimade. "Hemos creado una categoría inferior de seres humanos", afirma el parlamentario italiano Claudio Fava. "Es un día negro para Europa", expresa el diputado alemán Willy Meyer. El ex presidente de la Comisión Europea Jacques Delors y el ex primer ministro francés Michel Rocard señalan que contradice "la idea de cómo debe respetar Europa la dignidad de las personas". Amnistía Internacional e intelectuales y artistas, como Pedro Almodóvar, Miguel Ríos y Penélope Cruz, la consideran un atentado contra los derechos humanos y 44 países de América Latina y el África protestan por las mismas razones. Se alega que el plazo máximo de detención de 18 meses obligará a reducir la reclusión de inmigrantes en nueve países. Dinamarca, ejemplo aberrante, ha llegado a encerrar indocumentados hasta por ocho años. Sin embargo, otros 14 Estados que hoy contemplan detenciones más breves se sentirán autorizados para alargarlas. Como casi siempre que se impone una medida xenófoba -y esta lo es- se trata de purgar en los más débiles las situaciones difíciles. Durante siglos, Europa dominó imperialmente a otros continentes. Por décadas construyó su progreso con el trabajo de los inmigrantes y se ha beneficiado de la internacionalizació n. Ahora pretende cerrarse a la globalización del trabajo y considera delincuentes a quienes buscan un porvenir sin cumplir las normas cada vez más truculentas para visados. He ahí una buena causa para aglutinar los intereses de los países emigrantes, cuyos ciudadanos merecen un tratamiento justo y digno.
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