miércoles, 18 de junio de 2008

Entre la corrupción y la cobardía


Por: Gustavo Coronel - Con aire de de estar diciendo algo importante para la historia de la humanidad, Hugo Chávez anuncia: “Alí Rodríguez va a ser el próximo Ministro de finanzas, pués”… Así como lo oyen, Alí Rodríguez… aplaudan… Entre ministros y anuncios intrascendentes hemos tenido una década trágica. Para darnos cuenta de lo bajo que hemos caído basta ver las estadísticas de muertes y de producción. O las fotos de venezolanos haciendo pacientes colas para recibir los mendrugos del régimen. O las apariciones del líder circense en la televisión, afirmando hoy lo que negará mañana. Hace días ví en la TV imágenes de una reunión de Hugo Chávez con un grupo de funcionarios del régimen y de las llamadas élites financieras y empresariales. En esa reunión Chávez se permitió regañar o “aconsejar” a los empresarios, quienes sonrieron mansamente al recibir la humillación. Su anuncio de cancelar el grotesco impuesto a las transacciones bancarias, vigente por un largo tiempo, provocó los aplausos, de pié, de muchos de los concurrentes, agradecidos por la limosna. Un fondo de mil millones de dólares para que los empresarios pudiesen hacer nuevos “negocio” pareció causar satisfacción. De repente comprendí con claridad lo que nos ha pasado. El control del país es compartido por funcionarios ineptos y corruptos, por un lado, y élites cobardes por el otro. Es lo que pasó cuando Juan Vicente Gómez y lo que pasó cuando Marcos Pérez Jiménez ejercieron sus dictaduras, ambas apuntaladas por grupo elitescos de la más vergonzosa cobardía moral. No ha cambiado nada en nuestro país. Nos hemos empequeñecido como pueblo para estar a la misma altura del líder. Quienes pueden levantar la cabeza y protestar contra esa cobarde alianza? Se necesitan venezolanos que vean con claridad lo que les está pasando. Ello requiere un cierto nivel de educación del cuál carecen, lamentablemente, una gran porción de venezolanos, facilmente seducidos por la lluvia de limosnas que el régimen ha generado. Quienes tienen grandes intereses se quedan callados ante la humillación, a fin de proteger lo suyo o aumentar aun más su caudal. La combinación de venezolanos educados, cuya dignidad pese más en la balanza que sus intereses, no es tan frecuente de encontrar. Es necesario mencionar que, para honra de nuestra sociedad, existen venezolanos que si tienen mucho que perder pero quienes han decidido no doblegarse ante el dictador ignorante y capachero. Empresarios como Rafaél Alfonzo, Oscar García Mendoza, Marcel Granier, los gerentes de Globovisión, y otros como ellos, arriesgan a diario sus importantes intereses financieros para oponerse al déspota. Hay otros muchos venezolanos quienes, sin tener mucho, lo arriesgan todo: sus empleos, su tranquilidad y sus ahorros - con su actitud digna. Es por el ejemplo que nos dan estos venezolanos dignos que debemos ser implacables con quienes se pliegan a la tragedia venezolana de la última década, caracterizada por esos tres jinetes del apocalípsis revolucionario que son la ineptitud, la corrupción y la cursilería. En honor a quienes hoy resisten es necesario que quienes no resisten, que quienes se han plegado por codicia o cobardía a las acciones del régimen, merezcan nuestro más rotundo y explícito rechazo. Los venezolanos del futuro no deberán olvidar jamás que, en un recodo de nuestra historia, tenebroso y maloliente, existió una pandilla de incompetentes quienes se apoyaron en un ejército de cobardes militares y civiles y en una empresa petrolera prostituída, para llevar al país al nivel de los países más atrasados del planeta. Los nombres de Chávez 1, 2, 3, etc, , Bastidas, Rodríguez 1y 2, Muller Rojas, Ramírez, Rangel 1 y 2, Maduro, Flores, Carreño, A. Toro Hardy, Chaderton, Arias Cárdenas, Cabezas, Nóbrega, Ron y Barreto, por mencionar solo algunos de los más notorios responsables del desastre, no serán fáciles de olvidar para quienes deban heredar los restos del país. Es muy urgente salir de Hugo Chávez porque su permanencia en el poder tiene un gran efecto corruptor y desmoralizante en los venezolanos y en grandes porciones del pueblo latinoamericano. Aún quienes hoy están en su contra pueden perder el ánimo al ver el triste espectáculo de una sociedad apática y resignada, ilustrada por los llamados ni-nis, sentados en la barrera como si el país no fuese de ellos y tan culpables en su indiferencia como quienes hoy, gozosos, saquean nuestro país.

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