martes, 17 de marzo de 2009

¿Quién es el cachicamo?


Para: Francisco Layrisse - La prensa especializada nos trae cada vez más información del emergente en el mundo energético, Brasil. En efecto, en los últimos tres años ese país se ha convertido en un nuevo jugador en el mundo petrolero. Sus reservas han crecido aceleradamente y prácticamente no pasa un mes durante el cual no se haga algún anuncio sobre alguna puesta en marcha de producción de crudo, de un nuevo descubrimiento de gas natural o de petróleo de gran importancia. Brasil ha sido beneficiado a lo largo de varios años por una intensa inversión extranjera, en diversas áreas de su economía. Hoy este país se ha convertido en el primer productor mundial de etanol, para ser utilizado como combustible alternativo a las gasolinas convencionales, habiendo desarrollado la tecnología de los motores de combustión interna capaces de operar prácticamente con casi cualquier proporción de gasolina y etanol. No obstante lo anterior y siendo ya un productor superavitario de petróleo, lo cual le ha permitido incrementar significativamente su presencia en el mercado internacional de crudos, continúa siendo deficitario en lo que a la producción de gas natural se refiere. En ese sentido Brasil ha sido altamente dependiente de las importaciones de gas natural provenientes de su vecino país Bolivia y en consecuencia ha sido duramente afectado por las políticas sobre el gas natural que Bolivia ha desarrollado tutelada por el gobierno venezolano. Brasil ha visto afectadas sus inversiones en la industria del gas en Bolivia, así como también ha recibido fuertes incrementos en la facturación del gas proveniente de Bolivia. Esto ha sido un acicate en la búsqueda de yacimientos de gas que le permitan alcanzar una real independencia energética. Pues bien, todo indica que el éxito está a la vuelta de la esquina, y el presidente Lula ha declarado recientemente a la prensa que en muy poco tiempo él podrá decirle a su amigo el presidente boliviano Evo Morales que puede disponer del gas de Bolivia para otros usos distintos a la exportación al Brasil.
De igual manera, si los EEUU levantasen las barreras arancelarias al etanol brasileño y si a esto le aunamos los crecientes incrementos de producción de crudo en el Brasil, estos estarían en capacidad de suplir las necesidades energéticas norteamericanas, que los Estados Unidos actualmente compran de Venezuela, todo ello en un período menor a tres años. Brasil ha demostrado ser un país de una gran capacidad industrial, con un fuerte recurso humano y el cual, al consolidar una alianza con los norteamericanos, tendrá los accesos tanto a las tecnologías como a los capitales necesarios para explotar aceleradamente sus crecientes reservas petroleras. Por otra parte, el gobierno norteamericano ha declarado hasta la saciedad su interés en consolidar una alianza con el gigante del sur y realizar los aportes necesarios para lograr fuentes energéticas de países aliados y amigos distintos entre otros a la hostil Venezuela. Bolivia, que siguiendo los lineamientos venezolanos, ha hostigado la inversión extranjera, el capital privado, enfrentará en pocos años una severa crisis de mercado, pues habrá perdido su mejor cliente, Brasil. Venezuela por su parte habrá entregado en manos de su representante negociador ante Washington, el hermano Lula, su mejor mercado e igualmente enfrentará una contracción de su negocio petrolero al perder el rentable mercado norteamericano ante el Brasil.

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