lunes, 6 de octubre de 2008

Golpe a Golpe


Por: Luis Marín, VL - Decir que "de esto no se sale sino con un golpe de estado o votando" entraña una multitud de simplificaciones, tanto en el número de las opciones como en su naturaleza. Ciertamente, las alternativas no son dos, ni ninguna de las dos, necesariamente. No había sino que voltear al pasado reciente para ver que a Carlos Andrés Pérez lo desalojaron de la oficina presidencial mediante un procedimiento inédito, que no era electoral pero que tampoco ha sido calificado de golpe de estado. Lo mismo podría decirse de Pérez Jiménez e incluso en el caso más discutible de Medina Angarita, que se ha dado en llamar "Revolución". En otros países se han visto casos poco claros, como el de Fujimori en Perú o el más reciente de Pervez Musharraf en Paquistán, que fueron eyectados del poder por mecanismos un tanto oscuros pero que no son ninguno de los dos mencionados al principio. Que de esto se salga votando es sencillamente falso, porque en este país no se ha hecho otra cosa en 10 años y no sólo no hemos "salido" sino que parece que cada vez estamos más embarrados en "esto". Incluso desde un punto de vista estrictamente teórico, las elecciones pueden servir para muchas cosas, como resolver controversias políticas no existenciales; pero también para legitimar cualquier sistema de autoridad. Sin ir más lejos, Pérez Jiménez hacía elecciones y plebiscitos, aunque haya un cierto consenso en considerarlo como un dictador, ciertamente menos que las que hacen Fidel Castro en Cuba, Mugabe en Zimbabwe o Lukashenko en Bielorrusia, pero igual las ganaba todas. De manera que las elecciones en sí mismas no resuelven nada si no existen garantías de transparencia y control del público sobre el proceso; pero sobre todo, un acuerdo básico para respetar ciertas reglas mínimas esenciales para la democracia, como la alternabilidad en el cargo. Pero es todavía más falso que de esto se salga mediante "un" golpe de estado. De hecho, nunca hubo tantos golpes de estado en Venezuela como en la última década y sólo para sumergirnos más en "esto". Los golpes de estado han sido tradicionalmente ilustrados como el zarpazo de un león, un acto súbito y fulminante, completamente extra jurídico e incluso anti jurídico, que persigue una finalidad política, esto es, conquistar, mantener o ampliar el poder. Desde este punto de vista, el asesinato del padre Jorge Piñango y la manera como lo utilizó el régimen para arremeter contra la Iglesia es un golpe de estado clásico. Asimismo el del Fiscal Danilo Anderson y su utilización contra la oposición, para el gobierno darse imagen en el exterior y para descalificar, perseguir e imputar a enemigos políticos, es un golpe de estado. El despido de 23.000 empleados de PDVSA, su persecución y marginación; el asalto a Los Semerucos y otros campos petroleros, con los aditamentos de sorpresa, nocturnidad y abrumador uso de la fuerza, son golpes de estado. El desplazamiento de gobernadores no afectos a la dictadura, como Enrique Salas Feo, Eduardo Lapi, William Dávila, el Cura Calderón, por mencionar sólo algunos ejemplos, para imponer gobernantes militares en sus respectivas regiones, son golpes de estado. El cierre de RCTV y la confiscación de sus equipos es un golpe de estado. La presentación por vía de reforma de lo que era una nueva Constitución; asimismo las inhabilitaciones, la promulgación de las 26 leyes y últimamente las acusaciones tremebundas y sin fundamento, con fines electorales, para intimidar y perseguir opositores incómodos, son golpes de estado. De manera que un golpe de estado depende de quien lo de y para qué, porque bien puede ser más de lo mismo. CUESTIÓN DE QUÍMICA. Cuando los servicios secretos rusos envenenaron a Alexander Litvinenko en el mero centro de Londres, en noviembre de 2006, quizás subestimaron la capacidad técnica de los británicos para detectar el material radioactivo que utilizaron, llamado polonio 210. Pero estos fueron capaces no sólo de rastrearlo por todos los sitios que visitaron los agentes rusos, sino que encontraron hasta el sushi donde lo pusieron. No contaban con las garantías que tuvieron las fuerzas especiales para el asalto al Teatro Dubrovka, en el centro de Moscú, en octubre de 2002, en que utilizaron un gas paralizante, escogido por el mismo Putin, que no fue revelado ni siquiera a los médicos que tuvieron que tratar a cientos de víctimas. Murieron 180, sin contar todos los terroristas chechenos que habían asaltado el teatro y tomado 800 rehenes. La periodista Anna Politkovskaya trató de cubrir la toma de la Escuela N º 1 en Beslán, Osetia del Norte, en septiembre de 2004, probablemente el mayor caso de rehenes a escala mundial; pero fue envenenada en el avión en pleno vuelo, de manera que en vez de ingresar a la Escuela , ingresó a un hospital, donde sobrevivió milagrosamente. Nunca se supo qué le había pasado, ni como. En verdad, nadie investigó nada. Casualmente, ese mismo mes y año, fue envenenado Víctor Yushenko, el candidato a la presidencia de Ucrania opositor al gobernante pro ruso que cometió un fraude electoral que, al ser desconocido, dio paso a la "revolución naranja". Pero éste se fue a Viena, donde detectaron una sustancia identificada como "dioxina" (TCDD), que desaparece paulatinamente del cuerpo, pero puede producir ataques al corazón, diabetes o degenerar en un cáncer. Las huellas del veneno todavía se le notan por las deformaciones de la cara, pero los pavorosos dolores corporales, aunque permanezcan, se ven menos. De la guerra de Irak, en 2003, permanecen en la mente del público personajes como El Químico (Alí Hassam al-Majid), primo de Saddam Hussein, diestro en el manejo de gases tóxicos, con los que exterminó a 100.000 Kurdos. La Doctora Germen (Rihab Rashib Taha), microbióloga, graduada en Inglaterra donde hizo fama por producir veneno a partir de inofensivos vegetales. Por ello, se especializó en "botulismo", producido por una bacteria que se desarrolla en alimentos devenidos así en agentes mortales. Esposa del Ministro de Petróleo, Amar Rashid, dirigente del partido socialista árabe (BAAZ), fue el cerebro de la guerra bacteriológica. Miss Ántrax (Suda Salih Mahdi Ammash), tomó su nombre de experimentar con prisioneros los efectos del Ántrax, midiendo el tiempo que demoraban en morir. QUE LINDA ES CUBA. Los rusos trajeron su manía por la guerra química a Cuba y antes de retirarse de la isla a finales de los 80, Fidel Castro pudo inaugurar su flamante Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), donde se desarrollan cepas de mortíferas enfermedades tropicales. Raúl Castro tiene especial predilección por un Instituto del Hospital Naval de La Habana donde fundó, en 1993, lo que llaman " La Fabriquita ". Allí se realizan experimentos con material químico y bacteriológico cultivado en cadáveres. La doctora en bioquímica, María del Pilar, desarrolla vacunas de meningitis, hepatitis y fiebre porcina, mientras comparte el tiempo de investigación con sus tareas en el buró político del partido comunista cubano. En Cuba se experimenta en las cárceles con presos políticos y en hospitales psiquiátricos especialmente diseñados para disidentes, a los que se califica de disociados o esquizofrénicos, según la mejor tradición soviética. Esto ha repercutido en el exterior no por denuncias del Nuevo Herald sino por el caso de la doctora Hilda Molina, célebre neurocirujano, fundadora y jefe del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), a quien no dejan salir de Cuba para visitar a su hijo y nietos en la Argentina , "por razones de seguridad de estado", pese a los buenos oficios del matrimonio Kirshner. El argumento un tanto macabro de la dictadura cubana es que "su cerebro es patrimonio nacional", por lo que debe presumirse que no puede andar paseándolo de aquí para allá como si fuera de ella; pero de paso muestran hasta que extremos absurdos puede llegar la declaratoria de bienes de interés público y social en la mentalidad socialista. La verdad, dicha más crudamente, es que la señora posee secretos que el régimen cubano no se fía en que salgan también afuera junto con ella. Algunos son tenebrosos: en Cuba el aborto es legal, pero los fetos no son desechados sino utilizados por el CIREN para tomar tejido neuronal que pueda servir para transplantes, rehabilitaciones y combatir el mal de Alzheimer; pero también para otras cosas menos santas, como usar el mal que se dice combatir para manipular la memoria de los seres humanos: el sueño dorado del totalitarismo. Algo debe haber sonado mal en la comunidad científica, que la doctora Hilda Molina renunció a todos sus cargos y devolvió la docena de condecoraciones que ha recibido de la revolución y ahora no la dejan salir de Cuba, ni que lo pidan Michelle Bachelet y Cristina Kirshner juntas. Su argumento es que el Centro fue convertido en un hotel para quienes puedan pagar un exclusivo turismo de salud; pero Castro la acusa de apropiárselo, en la creencia de que el comunismo caería en Cuba como en la URSS. Lo que resulta completamente obvio es que el CIREN pasó a formar parte del sistema de seguridad nacional, devenido en instrumento de guerra contra "el imperio", pero también para mayor sometimiento de la disidencia política interna. Las ventajas de las armas químicas y bacteriológicas son evidentes: cualquiera las puede transportar en una cápsula debajo de la lengua, por decir que no hacen falta proyectiles ni aviones para lanzarlas. Componentes perfectamente inocuos por separado pueden tener un efecto letal apenas se mezclan, lo que puede hacer cualquiera en cualquier parte. Por último, pero no menos, los daños e incluso la muerte parecen "naturales". El problema de usar la guerra química y bacteriológica contra la disidencia es que puede salirse de control y crear un problema de salud pública, por lo que sólo la habían utilizado en medios controlados, como cárceles y hospitales. Puede decirse que la primera vez que la aplican en ambiente "real" es en Venezuela. Son tantos los casos de enfermedades particularmente tenaces, unas desconocidas y otras que se creían erradicadas, que están causando estragos entre personas representativas de la Iglesia , militares, partidos políticos, medios de comunicación, abogados, periodistas y directivos de medios, algunos muertos súbitamente, que no pueden ignorarse y han llamado la atención de médicos, investigadores y expertos en epidemiología. Nadie se hubiera atrevido a decir nada y de haberlo hecho hubiera tropezado con un: "No vale, yo no creo" o "Ves, esas son cosas de radicales, extremistas de lado y lado", etcétera; si no fuera porque es el mismo régimen quien acusa al imperialismo de atacar a Venezuela con una guerra química y bacteriológica, una de cuyas manifestaciones se asemeja al dengue hemorrágico, tal como ocurrió en Cuba a finales de los años 80, no por casualidad, cuando comenzó sus operaciones el CIGB. Tradicionalmente "el veneno y el puñal" han sido el símbolo de los medios pérfidos en política. También clásicamente se los llama "Golpes de Estado". El método cambia con la ciencia y la tecnología, pero la maldad de los tiranos sigue siendo la misma.

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