En los últimos meses estamos asistiendo a un intento de transformación "legal" de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Sus presidentes, populistas con ansias autoritarias, manejan reformas constitucionales para cambiar sus países y perpetuarse en el poder. Mala noticia para la democracia y la libertad en el mundo. El ascenso de Chávez al poder en Venezuela y su intento de formar un "bloque fuerte" en el continente está multiplicando a gran velocidad las crisis políticas, sociales y económicas en Latinoamérica. La llegada de personajes como Morales, Correa, Ortega o Kirchner, apoyados en el líder venezolano, sólo agrava la situación.Lo más peligroso es que estos políticos no se limitan a acaparar el poder y usarlo en beneficio propio, sino que quieren convertir estos aberrantes cambios en algo legítimo y justo.El pueblo de Venezuela reaccionó a tiempo para frenar una Constitución que implicaba el control público de la reserva de divisas en el extranjero, el control absoluto del Banco Central, la capacidad de realizar expropiaciones masivas, de censurar a los medios de comunicación, de menoscabar los derechos individuales y de reducir la jornada laboral hasta acabar con la productividad del país.A imagen y semejanza de Chávez, se lanzaron a la carrera Morales y Correa. Las consecuencias que ello puede acarrar a Bolivia y Ecuador son inimaginables. Evo Morales ha conseguido llevar a su país a una "guerra civil de facto" en su enfrentamiento personal con departamentos tan importantes como Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando. Su Carta Magna, que fue aprobada sin la presencia de la oposición y en condiciones absolutamente irregulares, se someterá en breve a consulta popular.La joya de la corona del gobierno de Morales contempla la prohibición de la libre circulación de capitales, el control público de todos los recursos del país y el enfrentamiento entre blancos, mestizos e indígenas. En un acto de absoluta irresponsabilidad, el presidente del país se lanzó a proclamar que los indios debían recuperar 500 años de esclavitud y servidumbre.En el país vecino, Correa ya ha conseguido aprobar democráticamente su Carta Magna hiperpresidencialis ta. Entre otras lindezas destaca la ultraconcentració n de poderes en el Ejecutivo, el intervencionismo absoluto en la economía del país, la posibilidad de ejercer un gasto público sin límites, el centralismo y la injerencia pública en los derechos fundamentales de la persona.Los tres textos fundamentales tienen un elemento común catalizador: garantizar la reelección y la perpetuidad en el poder del líder. Aderezado todo ello con la consecuencia, objetiva en este caso, de reprimir a cualquier forma de oposición democrática. Es el camino más recto y sencillo al autoritarismo, que se impondría por ley.
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