miércoles, 10 de septiembre de 2008

Chavez, Pitielectricista


Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es - La nueva moda de trato de Chávez a sus opositores calificándoles de “pitiyanquis” viene del francés donde a los que les gustaban los gringos se les decía “petit yanqui” (pequeño yanqui). Pero resulta que cuanto más trata Chávez de insultar a sus críticos más muestra su poquísima capacidad para el lenguaje moderado y culto que es el que los ciudadanos esperan de aquél que debe ser ejemplo de comportamiento. Pero este escrito no pretende analizar las deficiencias lingüísticas del presidente ni su acostumbrada chabacanería, sino comentar sobre el caso del sistema eléctrico nacional. A pesar que la electricidad es, para mucha gente, el misterio que hace funcionar la nevera y que si tocas un cable “pelao” parece que te mordiera un perro, lo cierto es que no es muy difícil de entender cuando se la compara con el agua. Por ejemplo si usted vive en un pueblo pequeño y hay un tanque para que la gente se bañe, cocine, lave la ropa y otros menesteres, es de esperar que si el pueblo crece, se hacen más casas y tiene más habitantes llegará el momento que el tanque no alcanzará para todos y habrá que construir un nuevo tanque de agua. Igual pasa con la electricidad. Si el pueblo crece hay que instalar más peroles que generen más electricidad. Si no se hace oportunamente no hay suficiente para todos y ocurren las fallas del servicio, mejor conocidos por estos tiempos como “apagones”. Demacrado y con unas ojeras que llegaban a la comisura labial, Chávez hizo una inusual cadena de radio y televisión rodeado de ministros y gerentes para explicar el tema de los “apagones”. Como de costumbre habló casi todo el tiempo, convirtiendo a los que le rodeaban en jarrones chinos. Ralló mapas, hizo gráficos desordenados, habló de las deficiencias de los gobiernos anteriores, de los consumidores que no apagan los bombillos, de algunos proyectos que se están realizando y muchas otras cosas. El mensaje que quería transmitir era el ya usual frente a los problemas que le pisan el lomo: “yo no tengo la culpa de los apagones, ha crecido la demanda eléctrica, la gente no colabora ni ahorra energía, pero ya estamos tomando acciones”. Con todo el respeto que un presidente merece debemos decirle que usted miente a conciencia y eso lo convierte en un mentiroso vulgar. La situación crítica del sistema eléctrico nacional le fué presentado a su gobierno, y al más alto nivel, en el año 2001 y, sin pelos en la lengua, se le dijo que había que correr a instalar nuevas plantas de generación. Usted y sus colaboradores no le pararon la mínima bola a esos serios informes. Usted y sus cercanos ignoraron los consejos de los técnicos y metieron al país en un problema descomunal. Un problema que no se resuelve ahora con cadenas, ni explicaciones. Explique la muerte de muchos compatriotas durante una operación quirúrgica al irse la luz. Explíquele a los miles atrapados en el metro y los ascensores, a los que pierden su nevera y su lavadora, a los que se les pudre la comida, a los que tienen que parar sus industrias, que usted sabía, desde el año 2001, que todo esto iba a pasar y no hizo mayor cosa. Siga aparentando conocer del tema hablando de Megavatios y Subestaciones como un piti-electricista, pero no disimule su responsabilidad. Usted sabe que no hay solución a corto plazo y, aún así, tiene la cara de volver a mentirnos de que en tres meses saldremos del problema. Con esa habilidad para inventar cuentos sería mejor que cambiara de oficio. Tal vez al de comediante. Por ejemplo, su explicación, durante la cadena, de que los edificios modernos por no tener ventanas aumentan el consumo de electricidad, fué tan divertida que aún nos reímos. Váyase presidente. Haga algo bueno aunque sea una vez.

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