sábado, 3 de enero de 2009

Para no perder la costumbre


Por: Énder Arenas Barrios -Sociólogo Hoy les escribo por no perder la costumbre, ya que es sábado y me llamo Arenas y eso es lo que hago los sábados. Tengo eso que los brasileños llaman saudades y quiero escribir de algunas cosas que hoy parecen lejanas, pero que sólo han ocurrido hace exactamente 10 años.Así, recuerdo el día que el Presidente ganó las elecciones, la gente se comió las calles, cosa difícil porque sociológicamente está demostrado que siempre es la calle la que se come a la gente. Fue un día de grandes expectativas, ese día nos dijo que los cromosomas de la revolución y la de sus revolucionarios eran de los más honorables y éticos. Yo le creí. Especialmente cuando gritó que iba a pasar por aceite caliente la cabeza de todos los adecos.Carajo, cómo ha hablado este hombre en estos 10 años, ha dicho cada cosa, por ejemplo: “Juro que si durante mi mandato queda algún niño en la calle, entonces 'yo renunciaré', es más, si al término de un año persiste esta situación dejaré de llamarme Hugo Chávez”. Y la vaina no paró allí, un día se cogió la hora de la telenovela, las cuatro del béisbol, los 90 minutos de la liga española y la media hora de Friend’s, para prometernos unas cuestiones que hasta el día de hoy nadie sabe dónde fueron a parar: los gallineros verticales, la ruta de la empanada, los cultivos organopónicos. Hasta, incluso, un día, en un arrebato de no sé qué cosa dijo, en cadena nacional de radio y televisión, que él gobernaría sólo cinco años, sacó un librito azul que resultó ser la Constitución nacional y señaló que dentro de ese librito azul todo era válido y fuera de él nada. Hoy todo eso se ha descojonado, pero les ha servido a muchos para vivir la ilusión de una revolución.Sí, señor, como ha hablado ha engordado, hasta el punto que termina jadeando cuando se amarra los zapatos. Carajo, cómo han mejorado esos revolucionarios. Yo los envidio, de verdad, ¿cómo lo han logrado?, no lo sé, ni lo entiendo; de modestísimos sueldos como profesores, maestros y funcionarios públicos, igual que yo; ah, pero de qué peripecias financieras y genialidades económicas se han valido para que sus vidas sean hoy lo que son y yo que me las daba de inteligente sigo parado en mi casita de 65 metros cuadrados y andando en el Signo de pintura desconchada.Cuando estas cosas se las digo a mi padre él siempre me ha dicho que es que yo soy muy botarate, que de haber ahorrado ahora mismito estuviera como un ex parlamentario, ex ministro, ex precandidato, viviendo en una villa de prestigio, sin deuda, porque la casa la hubiera comprado en efectivo.Lo cierto es que a pesar de lo que dice mi padre, y de las sabidurías financieras adquiridas en la universidad de la vida, esto huele a chanchullo. Esta gente, incluyendo a los innombrables, parecen noticias criminis caminando por esas calles. 10 años han pasado, ahora mismo empieza a correr el 11 y yo no logro entender cómo esta gente que se ha consagrado a la honradez ha engordado tanto y cómo vive sabroso.

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