lunes, 7 de julio de 2008

¿Cuál es nuestra cultura?


Por: Juan Pablo Vitali - Lo primero que hay que decir respecto a la pregunta que antecede, es que para la mayoría de la población esa pregunta ya no tiene respuesta ni importancia. ¿Pueden necesitar una respuesta, los esclavos de la droga, de los videojuegos, de la cuota del auto, del sexo, y de la infinita cantidad de propuestas que el sistema nos propone y nos impone para descerebrarnos? ¿Será acaso esa pregunta, irremisiblemente sumida en el pasado? Pero para algunos, no hay más remedio que plantearse ciertas cosas, porque no somos todavía el tipo de bestia resentida y consumista en que se han convertido muchos de nuestros compatriotas, y por qué no decirlo, de los habitantes de este mundo, en el que cada vez es más difícil vivir, aunque casi todos miren para otro lado, rogando que no se les acabe la suerte. El primer y gran logro del enemigo es que una pregunta así suene ridícula. Porque al que no tiene cultura, no le interesa cuestionarse nada, y el que la tiene, suele estar encerrado en la soberbia de ciertos dogmas culturales de moda, que excluyen casi siempre a los que están fuera de un círculo pequeño y sectario, sólo para un puñado de acólitos.Los criollos, los indios, los mestizos, los gallegos, los rusos, los turcos, los tanos, fueron todas formas anecdóticas y simpáticas de nombrar matices de algo que estaba por detrás y por encima, algo más fuerte, algo mágico que convertía todo eso en una sola fuerza. Ese algo era ser argentino. Supongo que algo parecido ocurría con las demás nacionalidades. En todo caso, la fuerza del ser nacional, no estaba dividida en cosas contradictorias. ¿Tan débiles fueron nuestras nacionalidades y nuestra cultura, que pudo unir lo antedicho y mucho más, en un territorio tan extenso como el nuestro? ¿Tan débil fue nuestro patrón cultural, como para que no hubiera otra forma de eliminar la resistencia, que la persecución sistemática a todo lo nacional, reservorio de todo lo hipanoamericano? Quizá la agobiante extensión hizo que en el fondo, nadie quisiera alejarse del todo del otro, sabiendo que algún día, habría que cumplir la responsabilidad histórica o perecer. Aún quienes proclamaban ideas políticamente negativas o contradictorias como Borges, terminaron aferrados a los viejos patios, a los sables, a los suburbios y a los gauchos, en definitiva, al hecho de ser criollos.Aún quienes a fuerza de ser inútilmente antipopulares equivocaron el camino político, no hicieron otra cosa que llorar la decadencia de las grandeza nacional. ¿Qué otra cosa hace Manuel Mujica Lainez, cuando cuenta, como los de su clase no supieron hacer una Patria a la medida de sus antepasados los conquistadores?Y aunque admire profundamente la literatura de los autores nombrados, debo decir que el coraje no se compra, se tiene o no se tiene, y ellos no lo tuvieron. Leopoldo Lugones vio la fatal pequeñez que se venía, y no quiso ser cómplice, quizá por eso eligió el cianuro, que es una desagradable forma de dar testimonio, pero una forma al fin. La tierra profunda, cubrió de algún modo las falencias de las clases dirigentes, y forjó una unidad de los países. Por eso ahora quieren bajar de sus pedestales a nuestros héroes, porque la grandeza de cualquier tipo es mala. La grandeza de un solo y gran territorio es mala, de un solo idioma, de un solo ejército, de una sola religión, de una sola estirpe, que no necesita llamarse raza porque incluye y absorbe los elementos de varias de ellas, en una proporción que sin necesidad de porcentajes vino a llamarse criolla. Porque todos fuimos criollos en esta bendita tierra sudamericana, por libre elección, porque esas cosas no se imponen. Una cultura se recibe y se acepta libremente. Nadie se hace amigo de nadie por imposición. Pero eso era antes, ahora somos raperos, guevaristas, libremercadistas, ecologistas, rastafaris, indigenistas, darks, zapatistas, stones, skaters, cumbieros, drogadictos, piqueteros, asesores, punteros, gays, lesbianas, travestis, astrólogos, gurús, vegetarianos transgénicos, freudianos, defensores del aborto, de las terapias alternativas, de la liberalización de la droga, de los animales en extinción, de los pueblos originarios (¿Yo no soy originario que también nací acá?), del reiki, del feng shui, del origami, de las murgas contestatarias, de los artistas callejeros, o de todas estas cosas juntas y de otras más que olvido o desconozco. ¿Por qué tiene que ser ahora esa nuestra cultura? Pues muy fácil, porque todos los contestatarios a la medida del sistema juntos, no valen lo que valía un criollo, cuando ser criollo era habitar un territorio grande, y una tierra que por sí misma forjaba hombres de una sola estirpe, antigua, fuerte y unida, bajo la cruz del Sur.

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