miércoles, 19 de agosto de 2009

Las caras de un acuerdo


El viernes 14 de agosto Colombia y Estados Unidos cerraron las negociaciones del polémico acuerdo bilateral en "Materia de Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad". Ahora, para que entre en vigor, sólo resta la revisión del texto convenido por parte de instituciones oficiales de ambos gobiernos.Entre otros aspectos, el acuerdo contempla que aviones de reconocimiento de Estados Unidos podrán usar como estacionamiento espacios en siete bases militares colombianas para operaciones conjuntas en la lucha antidroga y el terrorismo.Desde el punto de vista del Gobierno de Norte América, este convenio le permite reemplazar la Base Militar de Manta en Manabí, Ecuador, que venían operando las Fuerzas Aéreas de EE.UU. para la lucha antidroga en el noroeste de América del Sur desde 1998. Rafael Correa, un incondicional de Hugo Chávez, no renovó el convenio bilateral que venció este 2009, tal vez pensando que con el cierre de Manta, Estados Unidos tendría que reducir los vuelos de reconocimiento para controlar el trafico de narcóticos.Para el Gobierno de Colombia, es un nuevo punto de apoyo para el control del narcoterrorismo y del tráfico de drogas desde ese país hacia los Estados Unidos, dos de los problemas más álgidos que aquejan desde hace décadas a la hermana República.Pero, para el actual Gobierno de Venezuela, así como para su par de Ecuador, el derecho a uso de esas bases militares que concede Colombia a Estados Unidos ha sido tomado como una afrenta y una amenaza. Para los mandatarios de Venezuela y Ecuador, la presencia continuada de la Fuerzas Aéreas norteamericanas en las cercanías de sus fronteras les causa una gran angustia, pues se constituye en una piedra en el zapato para la permisividad que los gobiernos de Chávez y Correa han tenido con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).En opinión de VenEconomía, y partiendo de los intereses de los demócratas venezolanos, Colombia y Estados Unidos escogieron un mal momento para anunciar este acuerdo bilateral de cooperación en la lucha antidroga. Desde hace varios meses Hugo Chávez, el motor actual de los movimientos extremistas de izquierda de Latinoamérica, venía enfrentando diferentes traspiés en la región, entre ellos, la deposición de Manuel Zelaya en Honduras, los fracasos electorales propinados a sus protegidos en México y Argentina, y las evidencias surgidas con el decomiso a las FARC de los venezolanísimos lanzacohetes AT-4 realizados por el Gobierno de Uribe.El anuncio de este acuerdo bilateral, le dio un respiro a Chávez. Por un lado, se echó al olvido su descarada ingerencia en los asuntos internos de otros países. Por otro, le sirvió de punta de lanza a Chávez para emprender una campaña en contra del imperialismo yanqui. Una vez más se le puso en bandeja de plata un nuevo pretexto para aupar las voces de los reaccionarios "revolucionarios" de Latinoamérica y poner a la defensiva al "imperio avasallador". Otra vez, Chávez saca partido a su favor y hace ver como un ogro a su adversario, cuando el ogro es él mismo. Lo positivo en esta oportunidad es que por mucho que Chávez amenace con vientos de guerra en la región, el acuerdo de cooperación Colombo-estadounidense marcha sin retroceso. Guerrillas y narcotraficantes a poner sus barbas en remojo. Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.

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