sábado, 15 de noviembre de 2008

No nos callarán

Por: Manuel Barreto H. - Ya resulta un lugar común que el régimen adjudique a los medios de información y a los periodistas, culpas inexistentes. Jueces con poca visión exigen que los periodistas divulguen fuentes que deben permanecer en reserva. Funcionarios parcializados hasta lo dogmático niegan a los ciudadanos acceso a la información pública. No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del ciudadano. Toda persona tiene el derecho a buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos, pues la libertad de expresión es un bien único y esencial en las sociedades libres; es el oxígeno que sostiene otras libertades.Recientemente, el presidente del Concejo Municipal de Valencia, Oswaldo Di Lorenzo, presentó la propuesta de declarar Personae non gratae a aquellos periodistas y articulistas que descalifiquen en sus escritos al Presidente de la República o a algún organismo de la revolución bolivariana. Ante tal muestra de amenazante, agreste, pugnaz, adulante, servil y sobre todo totalitaria propuesta, tan sólo podemos responder: ¡NO NOS CALLARAN!NO NOS CALLARAN, puesto que la libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y esta libertad implica no solamente poder expresar la opinión personal sin temor a represalias; requiere también conseguir que dicha opinión sea escuchada si realmente es pertinente a los asuntos de interés común, y que la sociedad la necesite como contribución necesaria y responsable. La libertad de expresión es un derecho individual de toda persona, pero también es, en su dimensión social, un medio indispensable para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada.NO NOS CALLARAN, ya que sólo mediante la libre expresión y exposición de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre. Sólo mediante la práctica de estos principios será posible garantizar a los ciudadanos su derecho a recibir información imparcial y oportuna. Sólo mediante la discusión abierta y la información sin cortapisas será posible buscar respuestas a los grandes problemas colectivos, crear consensos, permitir que el desarrollo beneficie a todos los sectores, ejercer la justicia social y avanzar en el logro de la equidad.NO NOS CALLARAN y rechazamos con vehemencia a políticos -como este concejal, que pretende acuñar lo de Personae non gratae al 90% de los articulistas de nuestra ciudad- que proclaman sus postulados, supuestamente demócratas, cuando muestran a menudo su intolerancia ante las críticas públicas. Nadie sabe cuánto de genuino marxismo de viejo cuño y cuánto de descarado oportunismo hay detrás de estas propuestas, pero el resultado es el mismo: una pérdida brutal de libertad y dignidad de las personas. Sin libertad no puede haber verdadero orden, estabilidad y justicia. Y sin libertad de expresión no puede haber libertad. La libertad de expresión y de búsqueda, difusión y recepción de informaciones sólo podrá ser ejercida si existe libertad de prensa."Libertad, ¿para qué clase? ¿con qué fin?", se preguntaba Lenin -referencia sempiterna del Presidente-. Lenin no cree que "pueda hablarse de libertad y de igualdad, en general (...) mientras no sean abolidas las clases", y llega a afirmar que "cuanto más democrática es una república, más brutal y cínica es la denominación del capitalismo". En la más imperfecta de las democracias, como en el más perfecto de los totalitarismos, la libertad de expresión, aunque sólo puedan ejercerla unos pocos, beneficia más a la mayoría que la ausencia o negación de esa libertad. Impedir cualquier tipo de restricción a la libertad de expresión, por lo tanto, debe ser una prioridad de todos los ciudadanos que deseen que la democracia resulte cada vez más sólida y más plural. En fin, NO NOS CALLARAN, puesto que nunca se ejerce tan bien y tan plenamente un derecho como cuando se ejerce por deber.

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