jueves, 3 de julio de 2008

El Funeral del Ejército venezolano



En la carrera militar el liderazgo cobra una connotación muy especial, un ejército existe para hacer la guerra, hecho político y fenómeno social que a lo largo de la historia de la humanidad se repite con funesta recurrencia, siendo su común denominador la lucha por la supremacía del PODER, elemento dominante en la inter relación humana y de los pueblos; intereses en conflicto de origen económico, territorial, religioso e ideológico entre los mas frecuentes, ilustran el paso de los siglos con huellas indelebles de una incidencia bélica cuya naturaleza destructiva destaca la enorme vulnerabilidad del hombre ante esa facultad de raciocinio que la naturaleza y Dios le confiriera como un monopolio entre el resto de los seres vivos que habitan este planeta, para destruirse a si mismo, como terrible paradoja de la comedia humana. Por ello, el liderazgo militar debe ser asumido con suprema convicción ética y moral en función del mando que le otorga facultad para llevar a sus subordinados al combate, a morir en la batalla defendiendo a la nación y sus instituciones a las cuales sirve. Cuando un aspirante a oficial ingresa a la academia militar, desde muy temprano es preparado para ejercer la conducción, por ello, deberá asimilar los "Principios del Mando" , no solo aprender su enunciación, sino internalizar el significado y la naturaleza de cada uno de ellos, y en ese apostolado que es ser un jefe militar de cualquier nivel, siempre deberá prevalecer ese espíritu de 'protección" hacia los subalternos, entender que ejercer el mando no es utilizar la autoridad de la jerarquía y el cargo para ofender, abusar o explotarlo, sino para erigirse como el líder que su unidad habrá de seguir con entusiasmo, credibilidad y el mas grande espíritu de combate a la batalla. Esa es la esencia del Liderazgo militar, no hay otra, existe un libro de extraordinario contenido didáctico cuyo título es "Sobre la psicología de la incompetencia militar", escrito por Norman F. Dixon, psicólogo clínico ingles que ilustra de manera excepcional los conceptos expresados, basado en la historia militar de Inglaterra, discurre a través de los conflictos armados de ese país desde la guerra de Crimea, y nos ilustra sobre la enorme responsabilidad que significa ser un jefe militar, como sus errores cuestan vidas que podrían haberse salvado si se contara en cada oportunidad con jefes bien formados en el conocimiento óptimo de las técnicas del combate, el manejo de la estrategia, y fundamentalmente en la excelente conducción de los combatientes bajo la premisa de ser el custodio y responsable de sus vidas e integridad personal; nos habla de como la designación de jefes incapaces, escogidos en sus inicios solo por pertenecer a la nobleza llevaron al desastre y la muerte innecesaria a sus hombres en muchas batallas. También nos habla de la evolución en la formación de líderes militares hasta la segunda guerra mundial, señalando las distorsiones en cuanto al régimen de ascensos y nombramientos de Comandantes de las Unidades de combate de mayor nivel e importancia. Se pasea por la explicación de diversos conceptos y comportamientos característicos del medio militar como "rutina y ritual", "civilización y carácter anal", "carácter y honor", "anti afeminamiento", "logros militares", "autoritarismo", "madres de la incompetencia" entre otros. Citamos este texto por cuanto en nuestra Fuerza Armada Nacional, a pesar que en la etapa de formación y luego de capacitación de los líderes militares está presente el estudio del tema, este nunca ha tenido el peso y la profundidad académica en la proporción que exige la naturaleza del mando como privilegio especialísimo de un comandante, y a ello debemos en gran medida la tragedia que actualmente sufrimos amparados en la ideología marxista cuyo denominador común es la destrucción de las instituciones mediante un discurso de odio, retaliación y descalificació n, al observar la destrucción progresiva de lo que habíamos logrado ir desarrollando a lo largo de los años en búsqueda del nivel profesional de una Institución adecuada a los tiempos modernos. Lo ocurrido el pasado 24 de junio en el Campo de Carabobo, supera todo cuanto habíamos presenciado en actos públicos desde que comenzó el gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías; ello fue la negación más absoluta en la observancia de los principios del mando, la actitud de un Jefe de Estado, Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional , convirtiendo una fecha, una tribuna y un escenario patrimonio de todos los venezolanos en un vulgar mitin político, irrespetando la memoria de quienes perdieron la vida y lucharon en tan gloriosa batalla; insultando a dos Generales de la República de manera soez y prepotente con un humillante abuso de poder, es la demostración más evidente que el componente militar para él, sólo es un instrumento del poder que ostenta en favor del proyecto castro comunista que está en marcha en Venezuela, se necesita despreciar en alto grado a una Institución para utilizarla con esos fines sin pensar en el daño irreparable que ha sufrido su imagen y prestigio ante el pueblo venezolano. Un verdadero Jefe jamás ofende públicamente a un subalterno de esa manera, un Jefe de Estado que se respete a si mismo y al componente armado heredero de tan glorioso pasado, nunca hubiera denigrado a dos oficiales generales de la república como el lo hizo groseramente ante una parada militar, sea cual fuere la gravedad de su proceder, si él, de verdad hubiera internalizado los principios del mando y la conducción, ello le hubiera impuesto un poco de mesura y consideración al hablar; no es la primera vez que lo hace, los venezolanos hemos visto con estupor numerosas veces como la dignidad del liderazgo militar ha sido hecha pedazos de manera pública, generales y comandantes de unidades regañados, ultrajados ante subalternos; uno se pregunta, ¿Qué pensaran los cadetes, alumnos de las escuelas técnicas, los soldados? Luego que se preguntaran, ¿cuál será la dimensión de sus aspiraciones en la carrera que han escogido al presenciar estos atropellos no sólo a la alta jerarquía sino al ser humano?
Cuanta similitud hay entre esta realidad venezolana y aquella que nos muestra con gran objetividad un pasaje de la película "La Caída", cuyo guión está basado en un testimonio real de quien acompañara en el bunker los últimos días de Adolfo Hitler al frente del III Reich, cuando el "Fuhrer", en una de las pocas veces que salió a la superficie, hablándole a los jóvenes de las "juventudes hitlerianas", emocionado por el fervoroso saludo en formación que le presentaran y las loas a su persona expresó: "Si los generales alemanes tuvieran el patriotismo y fe en la victoria que tienen Ustedes, otro fuera el destino de la guerra"; terrible revelación de un hombre que hasta el final jamás reconoció sus errores y culpó a los demás por la derrota. Obnubilado por el culto reverente y servil a su persona de todos sus colaboradores y jefes de los poderes públicos a lo largo de su mandato, perdió la capacidad de apreciar la realidad en toda su crudeza y solo recurría a los insultos y descalificaciones de sus colaboradores para justificar el irreversible ocaso de su preeminencia política. ¡Qué patético arrepentimiento tardío de los indignos Generales que sobrevivieron a la caída al reconocer su complicidad por omisión y cobardía ante todos los desmanes y abusos que desde el poder hizo que Hitler condujera al país hacia la derrota humillante maltratando brutalmente el orgullo nacional de toda una población. Pero esta pérdida de dignidad opera en ambas direcciones, ¿porqué un General permite que se le ultraje públicamente? eso esta condenado doctrinariamente en la reglamentació n militar, el abuso de autoridad, la ofensa, el escarnio público, la obscenidad es una conducta reñida con el apostolado de la conducción militar, famosa esa frase de Bolívar escrita un 7 de Septiembre de 1814: "No son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del reino de la Libertad". Así se esté retirado, un Oficial General nunca pierde su condición, la historia nos demuestra como aún entre combatientes de ejércitos rivales se respeta la majestad de los líderes militares, el Mariscal Sucre en la batalla de Ayacucho nos dejó un dignificante ejemplo que enaltece el gentilicio venezolano y esa noble conducta asumida ante un ejército rendido lo inmortaliza tanto como la gloriosa victoria alcanzada. Un caso diferente pero que revela la naturaleza del liderazgo se refiere al General Patton del ejército de los Estados Unidos durante la segunda guerra mundial, es famosa la anécdota de como ofendió a un soldado llamándolo cobarde y luego tuvo que disculparse, en el entendido que su condición de general no le autorizaba a vejar de esa manera a un subalterno. ¿Por qué se acepta en silencio un insulto tan grave? ¿Cuál será el íntimo sentimiento de un militar, cualquiera sea su jerarquía para permitir ser ofendido? ¿Es qué acaso no se siente orgulloso de lo que es? , ¿Es qué no valora en toda su dimensión el hecho de pertenecer a una institución cuya elevada misión de defender a la patria desde cualquier posición que en ella ocupe o haya ocupado le confiere el derecho a todos sus integrantes de ser merecedores del respeto y la consideración de superiores, compañeros , subalternos, y la población en general? La más sagrada autoridad de un jefe militar es la autoridad moral, cuando se ejerce el mando con sublime sentimiento y empatía para percibir en toda su dimensión tan extraordinario privilegio, ella deberá ser el faro que guíe sus decisiones y en consecuencia, la actuación del jefe debe preservarla a toda costa, siempre mirando hacia el interior de su corazón y tener la convicción de estar cumpliendo con el deber que le ha sido impuesto. Cuando el ministro de la defensa llamo burros a los "Oficiales Institucionales de la FAN" y el jefe del estado inmediatamente lo apoyó públicamente, violaron los más sagrados principios del mando y la conducción de hombres. ¿Con cuál credibilidad pueden después ir a un aula militar a predicar sobre el Mando, la Moral y la Ética, cuando no se da el ejemplo? ¿Cómo exigir disciplina, cumplimiento de la ley y los reglamentos cuando públicamente las más altas autoridades militares violan la Constitución, las leyes y los reglamentos militares? Es la tragedia sobre la cual nos ilustra magistralmente la obra mencionada, en Venezuela estamos viviendo lamentablemente esa realidad, el pasado 24 de Junio para nuestro glorioso ejército no fue una celebración, fue un funeral, asistimos a la utilización de esa fecha magna de nuestra historia para servir a los intereses políticos personales del Jefe del Estado; escuchamos a un Comandante del Ejército finalizando sus palabras con ese slogan de: "Patria, Socialismo o Muerte", que es una flagrante violación constitucional, una herida profunda al sentimiento del soldado venezolano y una amenaza inaceptable contra el pueblo. Escuchamos los vituperios contra dos Oficiales Generales que fueron sometidos al escarnio público, observando con estupor en uno de ellos la reacción más triste e indigna que podíamos esperar, por cuanto sólo hizo referencia de un "perdón a su padre político", ignorando que ante todo es un General de la República y el Jefe del Estado no tenía derecho a hacer uso de esa tribuna en un acto de fecha patria para escarnecerlo como lo hizo. Dice Norman Nixon que la designación de jefes militares cuyo único mérito era su origen y condición de nobles llevaron al desastre a su país en numerosas guerras, acá en la Venezuela de hoy, observamos como la condición de "revolucionario" constituye la base fundamental para escalar la más altas jerarquías y si, por ejercicio de principios y valores en un momento determinado se asumen posiciones institucionales, cae sobre quien así actúe, la más vil descalificació n personal y profesional, la historia se repite, en este caso por la prevalencia de una ideología que se trata de imponer contra la opinión mayoritaria del pueblo venezolano; la dignidad militar está de duelo. El funeral se celebró el pasado 24 de Junio en el glorioso Campo de Carabobo. Ese día sucumbieron los valores sobresalientes de aquellos que con las armas nos dieron Libertad y Nación, y en trágica paradoja, en ese mismo campo se enterraron las cenizas de una herencia gloriosa que el Ejército Venezolano lo llevó a ondear orgulloso su estandarte por toda América para dar paso, en una desdibujada caricatura de lo que fue, al culto servil de la personalidad del jefe y a la politización más deleznable del componente armado nacional.
JOSUE MIGUEL FRAGACHAN OCHOA
General de División (GN)
C.I. No. l.45l.679
RAFAEL MONTERO REVETTE
General de División (EJ)
C.I. No. 2.953.284
EDUARDO CALDERA
General de Brigada (AV)
C.I. No. 3.634.760
NESTOR SANCHEZ TORO
General de Brigada (AV)
C.I. No. 4.163.016


RAUL MORALES
General de división (AV)
JOSE ANTONIO OMANA HERNANDEZ
Coronel (EJ)
C.I. No. 616.563
OSWALDO MENDEZ
Coronel (EJ)
C.I. No. 3.441.526
ELÍAS AUGUSTO BUCHSZER CABRILES
Contralmirante (ARV)
C.I. No. 1.748.679
RAFAEL HUIZI CLAVIER
Almirante (ARV)
C.I. No. 2.932.554

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