Por: Alberto Rodriguez Barrera - Los préstamos o créditos internacionales que Venezuela comenzó a solicitar en 1961 se supeditaron a dos condiciones: especificar el destino que se le daría a esos recursos y la capacidad de endeudamiento de la nación. Junto al criterio de incrementar los programas de desarrollo económico, los recursos eran destinados a obras de carácter social que mejorarían las condiciones de vida de la población venezolana. Estos préstamos no sólo iban para la conclusión de las autopistas Tejerías-Caracas y Puerto Cabello-Valencia, por ejemplo, o para fortalecer la capacidad productiva del país, también tenían la previsión de mejorar el capital humano. Las inversiones en acueductos, escuelas, y viviendas permitían que el pueblo viese sus necesidades satisfechas en un tiempo menor y que toda una generación no fuese sacrificada como lo habían estado las anteriores. Este era el camino que se seguía sin vacilaciones. La deuda externa del sector público, la directa y la indirecta, alcanzaba para diciembre de 1961 a 809 millones de bolívares, de los cuales se amortizarían 600 millones en los próximos tres años. Si se tomaba en cuenta la entrada anual de divisas en Venezuela, de cerca de 1.500 millones de dólares, y las reservas internacionales, de aproximadamente 600 millones de dólares, los compromisos internacionales adquiridos no eran onerosos, y dejaban un amplio margen para futuras operaciones de crédito externo, no sólo para el Gobierno de Coalición sino también para los subsiguientes. Además, la cuenta corriente arrojó un superávit de 1.283 millones de bolívares en 1961, superior en más de 900 millones al superávit de 1960. También las exportaciones, excluidas las petroleras y mineras, disminuyeron en 1961 con respecto a 1960, al pasar de 3.513 millones a 3.133 millones. Esta disminución de las importaciones se explica, fundamentalmente, por efecto de una baja considerable en la importación de bienes suntuarios y también por una notable sustitución de importaciones por producción nacional como resultado de una definida y agresiva política de industrialización puesta en marcha por la Revolución Democrática (y que seguiremos resumiento). El índice del costo de la vida se mantuvo estable, y en los renglones más importantes para las clases menos favorecidas permaneció sin variación alguna, en muchos casos con tendencia a la baja, a diferencia con otros países latinoamericanos, cosa que en Venezuela se explicaba por el incremento de la producción, aumentándose el poder adquisitivo en las clases populares, conjuntamente con la demanda de los artículos de mayor consumo. La exportación de petróleo en 1961 fue de 2.775.000 barriles diarios, lo que representó un incremento de aproximadamente 3% con respecto a 1960. No solamente exportamos más petróleo, sino también obtuvimos un valor proporcionalmente mayor: 5,5%. Los ingresos de la producción en 1961 llegaron a Bs. 7.600 millones, cantidad que sobrepasó en 4,4% la de 1960. El incremento proporcional del valor fue mayor que el incremento del volumen de la producción y de la exportación, ya que en 1961 se obtuvo Bs. 44,4 por metro cúbico, al paso que en 1960 se percibió Bs. 43,6. Fue mayor aún el aumento relativo de la participación total correspondiente al gobierno. En 1961 obtuvimos unos 2.900 millones de bolívares, sobrepasando en 6,8% la cantidad correspondiente al año anterior. Las condiciones del transporte de petróleo del Lago fueron mejoradas sensiblemente con la obra de ampliación del canal de la Barra de Maracaibo, que ahora permitía el tránsito de tanqueros de hasta de 60.000 toneladas. Por otra parte, cabe mencionar el aumento en la utilidad neta de la industria, pues subió en un 10,6% sobre 1960, para situarse en Bs. 1.420 millones. Para 1961 la utilidad neta se situó en 13.7%. La participación total del Estado con respecto a la utilidad neta percibida por la industria cambió de 68-32 en los años 1959 a 1960 a la relación 67-33 en 1961. Para 1962 las inversiones de las compañías aumentaron en un 10% en relación con 1961. Y en su primer año de actividad, la Corporación Venezolana de Petróleo, con los tres primeros pozos completados en el año, agregó reservas probadas del orden de ocho millones de metros cúbicos, lo que representó casi una décima parte de las reservas agregadas de toda la industria. En aplicación de la nueva política sustitutiva de las concesiones, la CVP adelantaba negociaciones con empresas norteamericanas y europeas concertando acerca de la exploración, producción, refinación y mercadeo de petróleo correspondientes a las áreas asignadas con autorización del Congreso Nacional. Los primeros contratos se ejecutarían en 1962. Con la Corporación Venezolana de Petróleo (futura PDVSA recién creada, al igual que la OPEP) se concretaba la definida vocación nacionalista del Gobierno, que inició y prosiguió actividades de perforación, teniendo ya para 1961 cinco pozos perforados con una producción aproximada de 20.000 barriles diarios, o sea a razón de 7.300.000 barriles por año, lo que representaba una producción de consideración en cualquier país fuera del grupo limitado de aquellos que eran grandes productores de petróleo. En cuanto al gas, que aún se desperdiciaba en gran cantidad y que se redujo en 4,55% en relación con el año anterior, se incrementó el uso de gas inyectado y el consumo industrial y doméstico en un 6,2% en relación con 1960. Se agregaron los gasdutos de Casigua-La Fría, y se extendía el de San Cristóbal, además de estar en construcción el de Morón-Barquisimeto. Y a mediados de 1961, la administració n y construcción de gasductos fueron transferidas de la Petroquímica a la CVP. En cuanto al hierro, nuestro segundo renglón de exportación, se iniciaba el procesamiento en nuestro territorio, tanto para las necesidades internas como para la exportación. La participación del Estado pasó de Bs. 9,21 por cada tonelada en 1959 a Bs. 12,53 en 1961. Se ubicó sólo en los cerros de San Isidro y sus inmediaciones una cantidad superior a los 500 millones de toneladas de mineral de alto tenor, y se inició la recuperación de los yacimientos de níquel en Loma de Hierro. Durante los tres años de gobierno constitucional se asentaron en 1.358.541 hectáreas a 42.000 familias, el 50% de las 82.000 familias peticionarias, asentamientos que se hacían previa construcción de redes de caminos, obras de drenaje y apertura de pozos. Este programa incluyó la realización de planes de cultivo destinados a aumentar sustancialmente el ingreso de las masas campesinas y educarlas en las prácticas agronómicas modernas. Se elevó la producción de maíz a 600 mil toneladas. Se elevó de 23 (1958) a 140 (1961) las agencias de extensión agrícola. Además de los títulos de propiedad otorgados, se llegaría al final del mandato al asentamiento de 100 mil familias en tierra propia. A través del Banco Agrícola y Pecuario se otorgaron 553 millones de bolívares; 203 correspondientes a créditos campesinos y 350 a créditos empresariales. (En 1957 sólo se otorgaron en total 45 millones, y sólo al nivel empresarial. ) De tal manera se elevó la producción nacional en maíz, caña de azúcar, algodón, tabaco, ajonjolí, café, cacao, ganado vacuno, fomento avícola y fruticultura. En materia de obras de riego, se benefició a miles de hectáreas con los sistemas de Guárico y El Cenizo, la primera etapa de la represa Las Majaguas , la represa de Guanapito; se comenzaban los sistemas de riego de Boconó, Santo Domingo y Guanare, y ya estaban listos los proyectos para el Sur del Lago de Maracaibo y pequeñas represas para Sucre, Anzoátegui y Lara. Para el desarrollo integral de la zona Sur del Lago y la cuenca Cojedes-Sarare se contaba con la cooperación de la FAO y las Naciones Unidas. En la red de caminos y vías de penetración que comunicaban las áreas de producción a las carreteras troncales que conducen a los centros de consumo, se construyeron 6.000 kilómetros entre el gobierno nacional, los gobiernos regionales y los particulares. Esta obra no se mencionaba para nada en los medios de comunicación, pero se trató de una obra administrativa de vital significación para la gran masa campesina, que antes estaba virtualmente aislada de los centros poblados donde se vendían las cosechas de sus pequeñas haciendas y conucos. Era la alfombra roja del campo y de los desposeídos.
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