domingo, 28 de junio de 2009

Zelaya... el converso


Por: . Joaquim Ibarz - Tegucigalpa - Enviado Especial - Manuel Zelaya, un terrateniente que llegó al poder impulsado por el conservador Partido Liberal, dejó estupefactos a los hondureños cuando, de repente, dio un giro al populismo de izquierda. Y de inmediato se sumó a la Alternativa Bolivariana de las Américas que impulsa Hugo Chávez. Desde entonces, siguió el libreto del presidente venezolano que ya ha marc ado los pasos de la carrera política del boliviano Evo Morales y del ecuatoriano Rafael Correa: reforma constitucional que posibilite la reelección y acumulación del poder. Esta conversión ideológica de conveniencia hacia la izquierda de un presidente que fue electo por la argolla derechista del Partido Liberal se hizo a espaldas de quienes le habían votado. Zelaya fue radicalizando sus posiciones a medida que se acercaba el fin de su mandato. El primer año se acercó al Partido Liberal y a los sectores económicos y políticos que controlan los hilos del poder. En aquel período, el equipo de Zelaya apenas mantuvo contactos con los sectores populares. En el segundo año, Zelaya fue definiendo nuevas alianzas. Ministros y el propio presidente se acercaron a Chávez y al nicaragüense Daniel Ortega. Fue como la conversión de san pablo. Zelaya vio la luz en el populismo bolivariano. Tal como señala la revista “Envío”, desde entonces buscó acercarse al movimiento popular. Y utilizar a la izquierda tradicional hondureña para maquillar el insólito acercamiento a Chávez. Su proyecto quedó claro: una nueva alianza con el bloque liderado por Venezuela, construcción de una base social interna con sectores de la izquierda tradicional y distanciamiento y eventual confrontación con los grupos tradicionales de poder, tanto políticos como económicos, incluido su propio partido. Los últimos meses, Zelaya ha gobernado bajo la poderosa sombra de Chávez, que a cambio de su fidelidad le fue entregando petróleo barato. Los cien primeros tractores regalados por el presidente venezolano fueron recibidos con una gran caravana del Poder Ciudadano de Zelaya, como si se tratara del inicio de una brillante política agraria. Los campesinos beneficiados lanzaron vivas a Zelaya, a Chávez y a Cuba. “Envío” destaca que en el campo hondureño, cada vez más un campo sin campesinos, los tractores venezolanos fueron un buen instrumento de propaganda de la revolución bolivariana, pese a que ni siquiera se planteó la necesaria reforma agraria. Zelaya pudo hacer una política populista, que le proporcionó cierto apoyo social, gracias a la condonación de la deuda externa y a la utilización en provecho propio de los fondos millonarios destinados a la llamada estrategia para la reducción de la pobreza. Hoy , rodeado de sectores de izquierda sin real sustento popular, impulsado por el petróleo venezolano, pretende cambiar la Constitución para poder seguir en el poder. Los desvaríos ideológicos de Zelaya han causado estragos en las filas del Partido Liberal. Aunque ideológicamente estén en las antípodas, Chávez apoya a Zelaya con el fin de disponer de una especie de punta de lanza en el país más derechista de América. El analista hondureño Juan Ramón Martínez señala que Zelaya “pactó con Chávez para doblar la mano a los hondureños, redactar una nueva Constitución -que ya está preparada por juristas españoles, de origen valenciano, proporcionados por Izquierda Unida- e instaurar un régimen autoritario enemigo de EE.UU., inclinado a la supresión del modelo económico y eliminar las libertades de los hondureños”.

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