Por: Axel Capriles M. - Técnicamente estamos en una guerra interna no declarada. Casi todos los mandatarios del mundo están concentrados en encontrar soluciones al impacto de la crisis económica mundial. Los más calificados y competentes especialistas han sido convocados para asesorar a los gobiernos e instrumentar políticas para la rápida superación de la recesión. México, Colombia, Brasil y otros países latinoamericanos han diseñado y anunciado planes anticíclicos. Mientras tanto, el mandatario venezolano ordena a todos los poderes del Estado, a sus ministros, gobernadores y alcaldes, a los consejos comunales, gremios laborales y a la sociedad en general, concentrarse exclusivamente en su capricho personal de enmendar la Constitución para reelegirse hasta la eternidad. Con la esperanza de que en febrero vuelva a subir el precio del petróleo, nuestros gobernantes siguen burlando y manipulando impunemente al pueblo. Pero dedicarse en estos momentos a la política en lugar de atender la situación económica y la crisis por venir no es sólo una falta de responsabilidad imperdonable sino una irresponsabilidad criminal. El calificativo es literal. La violencia en el país ha llegado a niveles intolerables. Caracas es, en estos momentos, la ciudad más violenta del mundo. Técnicamente, estamos en una guerra interna no declarada. Lo curioso es que un alto porcentaje de la población no vincula este estado de desintegración social con las políticas del Gobierno. Esta dramática situación ocurre en uno de los momentos de mayor riqueza y abundancia de la historia nacional. Si el petróleo llega a mantenerse por debajo de $50 el barril, no sólo no vamos a tener con qué cubrir nuestro actual nivel de importaciones sino que sufriremos el peor de nuestros cíclicos descalabros. Nunca antes habíamos estado tan desprotegidos frente a los cambios de valor de nuestro único producto de exportación. Maleados por el Gobierno, sin industrias ni empresas que puedan ofrecer puestos formales de trabajo, cuando se reduzcan los ingresos del Estado, más venezolanos acudirán al crimen para comer.
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