son valientes con las mujeres.
HERNÁNDEZ, José
Por: Marcelo Castro Corbat - El artículo 38 de la Constitución Nacional, establece “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático”, garantizando su organización, la representación de las minorías, la postulación de candidatos y los aportes del Estado. Bajo esa norma aparecieron más de seiscientos partidos. Crear un partido da derecho a recibir dinero del Estado y acceder a cargos públicos en contubernios políticos; los elegidos, por votación obligatoria, reconocen el mandato al partido e ignoran al pueblo y la opinión pública percibe a los partidos como centros de corrupción. El Art. 38 facilitó la aparición de un consenso de la dirigencia política que sustenta el mantenimiento, no escrito, de la corporación de partidos políticos, llamada partidocracia porque son los que en los hechos gobiernan la República. Como corporación, defiende los privilegios de su sector y, también en los hechos, acepta la violación de exigencias del mismo artículo. Desde hace años, el país necesita que se instrumente una Reforma Política, pero los más fuertes opositores para hacerla son los partidos políticos, que la cajonean, temerosos que un cambio los perjudique. Los partidos políticos se han convertido en un nivel intermedio e inevitable que impide que el pueblo gobierne, condición elemental y sin la cual no existe la democracia. Convendría eliminar el artículo citado.
segundarepublica@fibertel.com.ar - http://www.segundarepublica.blogspot.com/
Aunque el gobernador del estado Táchira, César Pérez Vivas, dijo no sentir miedo ante lo que considera simples amenazas del presidente Hugo Chávez, este lunes, bien temprano, la directiva de Montaña TV acudió a la sede del Ministerio Público en la región para presentar la denuncia contra la primera autoridad tachirense y la alcaldesa de San Cristóbal, Mónica De Méndez. La denuncia fue por ser los supuestos autores intelectuales de las agresiones que sufrieron camarógrafos y personal de la televisora comunitaria durante la marcha opositora contra la Ley Orgánica de Educación (LOE), el pasado sábado, cuando una manifestación fue atacada a pedrada limpia desde el techo de la Zona Educativa del Táchira. José Gregorio Chacón, presidente de Montaña TV, que es una suerte de Ávila TV andina, y el camarógrafo Franklin Machado, fueron los que hicieron la denuncia formal ante el Fiscalía, agregaron que en los sucesos fueron despojados de sus equipos y alertaron sobre la agresión que vienen sufriendo los medios comunitarios. “Responsabilizamos al gobernador del estado Táchira y a la alcaldesa Mónica de Méndez, quienes en diferentes medios hicieron llamados a la rebeldía”, precisó Chacón en una declaración a Venezolana de Televisión. Protesta ante el CLET - Mientras el personal de Montaña TV acudía a la Fiscalía General de la República, medios comunitarios se reunieron en la sede del Consejo Legislativo para rechazar las agresiones y denunciar amenazas de los simpatizantes del gobernador tachirense, César Pérez Vivas. El camarógrafo Franklin Machado, cuestionó la actitud de algunos medios privados y organismos que defienden la libertad de expresión y los derechos humanos, que a su juicio, ignoran las agresiones de que son víctimas los trabajadores de los medios alternativos. http://codigovenezuela.com/2009/08/mira-ajustada/
Por: Pablo Aure - pabloaure@gmail.com - Del discurso del presidente de Colombia en la Cumbre de Unasur se desprende que la Casa de Nariño tiene una clara y minuciosa radiografía de la situación de nuestro país, y de las andanzas y complicidades de Hugo Rafael con los verdaderos enemigos de la región, que son las FARC. Después de defender el Plan Colombia y la permanencia de bases militares americanas en su país, como apoyo a la vigencia democrática y a la lucha contra el terrorismo y narcotráfico, Uribe imprimió piquete al revés a su intervención. En efecto, le estrujó en su cara a Hugo Chávez, darle patrocinio y resguardo a los guerrilleros Iván Márquez y Timochenko, así como, tolerar campamentos guerrilleros en territorio venezolano. También le sacó en cara que hiciese apología del torturador Raúl Reyes, y pidiera reconocimiento de beligerancia para las FARC. Dijo que en Colombia la descentralizació n es un verdadero valor democrático: que los gobernadores y alcaldes gobiernan independientemente de los partidos a que pertenezcan. Fue una clara alusión por contraste de todo lo que en Venezuela falta. ¿Por qué Chávez calló sobre estos señalamientos de Uribe? Aunque no mencionó el colombiano el asunto de los lanzacohetes suecos hallados en poder de la narcoguerrilla, ni tampoco lo del minuto de silencio que Chávez pidió en homenaje póstumo al líder guerrillero "Tirofijo Manuel Marulanda", dejo al descubierto la gran verdad. El Comandante, como de costumbre, arrugó. Dicen que el que calla, otorga. El mundo entero, lo vio por televisión, y no se engaña. Ya tiene un criterio meridianamente formado sobre la credibilidad y pretensiones de este infeliz proyecto expansionista camuflado bajo la égida del socialismo del siglo XXI. Un ave peligrosa Desde hace algún tiempo, Hugo Rafael ha dejado de ser un ave rara de exótico comportamiento que lo hacía ver gracioso ante los ojos de gobernantes y políticos de otras latitudes. Y sobre todo, cuando, chequera en mano, repartía a diestra y siniestra y sin escrúpulos los recursos petroleros de todos los venezolanos. Ahora no. Ya muchos han caído en razón y saben lo que Chávez realmente representa para la región: un verdadero peligro producto de su ambición y megalomanía. Claro está, hay jefes de Estado que literalmente se aprovechan de esta tragedia que, en mala hora, vivimos los venezolanos. Ni lo uno ni lo otro El resultado de la Cumbre de Bariloche produjo cosas que muchos no esperaban. Por ejemplo, no hubo condena contra Colombia por el acuerdo con Washington sobre las bases de la discordia. Lo que se acordó fue algo trivial: "que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede... amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad de la región". Por Dios, eso Colombia -y cualquier país serio- lo firma con los ojos cerrados. Es decir, Colombia, lejos de sentirse acorralada o en el banquillo de los acusados, ratificó que las fuerzas militares extranjeras son para protegerse de las embestidas de la narcoguerrilla. Ahora, lo que sí debe preocupar a Hugo Rafael es que en el documento final de la Cumbre de Unasur se incluyó un apartado en el que los 12 países integrantes asumen el "compromiso de fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada y sus delitos conexos: el narcotráfico, el tráfico de armas pequeñas y ligeras", y rechazan "la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley". En realidad, Chávez está acostumbrado a violar todos los compromisos, comenzando por el juramento que en su día hizo como cadete del Ejército venezolano, de defender la Constitución, el cual, una madrugada, empuñando las armas de la república echó por tierra para tratar de asesinar a un presidente constitucional y asestar un golpe de Estado. . ¡Ay Huguito!, no te sorprendas si, al amparo de ese Acuerdo, se repite aquí lo mismo que pasó en Ecuador para abatir al guerrillero alias Raúl Reyes. Ya te lo dijo Uribe: que sabe que escondes a guerrilleros. Si le das cobijo a Iván Márquez y a Timochenko, estás al margen del Acuerdo. Algo inentendible Venezuela suspende relaciones comerciales con Colombia, que supuestamente es peón del imperio, pero las mantiene vivitas y coleando con EEUU, que según el régimen es su principal enemigo. Eso no se entiende. Lastima deberían sentir los seguidores de Chávez cuando lo ven hacer el ridículo ante la prensa extranjera. Veamos: a la salida de la Cumbre de Unasur, una periodista le preguntó que por qué continuaba vendiéndole petróleo a los EEUU, y él, después de volverse un ocho, le dijo: que lo hacía para ayudar al pueblo estadounidense, y, además, porque el Estado venezolano tenía 7 refinerías y 10.000 gasolineras allá. Tomando como cierto este argumento falaz tendríamos que preguntarle: ¿Cómo es posible que prefiera ayudar al pueblo de EEUU y no a su "querido" pueblo colombiano? Sinceramente no hay explicación que sustente, por un lado, que EEUU sea enemigo de Venezuela, y, por el otro, que le vendamos todo el petróleo. Chávez actúa así (lo cual parece venir de la formación militar): al humilde con soberbia, y al soberbio con humildad. Se mantiene en el poder gracias a los petrodólares que el imperio mismo le envía; mientras que, con Colombia, se permite romper relaciones comerciales. Calcula que cerrando la frontera con el hermano país, asfixia políticamente a Álvaro Uribe. Probablemente sea así. Pero el líder colombiano es más que "verraco" y sabrá salirse de la suerte seguramente con un Acuerdo de libre comercio con EEUU. Le lleva una morena en todo: en inteligencia, en presencia, en diplomacia y en política.
Artículo enviado desde la página web del Diario El Carabobeño
Por: Saul Godoy Gómez - percival367@yahoo.com - Siguiendo el estudio "La escencia del fascismo" del filósofo Giorgo Locchi, voy a extrapolar los elementos constitutivos que descubre de este movimiento en Europa, y transportarlos al movimiento del chavismo, para descubrir lo que deliberadamente oculta esta "falsa bandera" del socialismo. El pensamiento fascista chavista manipula el pensamiento de Bolívar y lo mezcla con las ideas de extrema derecha de un Noberto Ceresole, para conformar una ideología militarista que exalta el protagonismo guerrerista de una plétora de personajes, entre los que destacan las resistencias en contra del Imperio español, de figuras indígenas como Guaicaipuro, Tupac Amarú, de revolucionarios como Zamora, Zapata y Sandino, de militares como Perón, Noriega y otros (nótese que Chávez escoge con pinzas a los héroes nacionales que va a utilizar en sus discursos en otras naciones, mayoritariamente militares o milicianos), la piedra fundamental es la existencia del mito de una revolución continental continuada desde la cual se desplegará el "superhumanismo", que es el corazón de todo régimen fascista. Está en la naturaleza del fascismo despreciar todo igualitarismo, su organización natural es la jerarquía piramidal con el líder en la cúspide, para ello se necesita la preponderancia del Estado soberano y totalitario sobre cualquier interés y actividad humana, con un desprecio que se manifiesta en la negación de los sindicatos obreros, gremios profesionales, partidos políticos, ONG's, a los que prefiere controlar bajo el techo de organizaciones únicas; su concepto de humanidad es la de un género humano, de una especie animal sometida a las leyes de la naturaleza, incapaz de lograr metas sin que sean impuestas por un líder, lo que lo lleva a tratar a sus congéneres como ganado de su propiedad. Es sintomático del fascismo el trato violento y déspota a quienes se oponen a los designios del poder, la estrategia es el terror, sobre todo con instituciones que pudieran hacerle sombra, como los organismos internacionales y las iglesias, por ello el ataque continuo a la Iglesia Católica y al judaísmo, a quienes acusa de fomentar la degradación del ser humano y de ser causa de la decadencia de las naciones. Locchi advierte varias veces que el fascismo es un sistema oscilante, que puede negociar y convivir con filosofías y posiciones que le son adversas; Mussolini, que era un redomado ateo, pactó con la Iglesia Católica ; Hitler, en un principio, negoció con quien pudiera ayudarlo a alcanzar el poder; Chávez pactó con el socialismo, del que quiere hacer una religión, que no es liberadora ni humanista, que ha usado para instaurar el capitalismo en su etapa más salvaje, la del capitalismo de Estado, que es el modelo que tiene instaurado en Venezuela. El fascista comprende que las masas funcionan por unas creencias básicas, las cuales no pretende destruir, pero sí transformar, por ello la pretensión de volver a ritos y creencias autóctonas y ancestrales; el fascista es un verdadero revolucionario, considera al mundo podrido y su acción es destruirlo para fundar un nuevo mundo y un nuevo hombre sobre sus ruinas. El fascismo no cree en la sociedad como forma de organización de masas, cree más bien en la comunidad que es mucho más básica y sin instituciones, para ello utiliza una gran cantidad de organizaciones paramilitares y misiones que actúan más como una "orden" o secta, que van encaminadas a satisfacer las necesidades de sus miembros, no de la colectividad, aunque algunas de sus actividades tengan algún carácter asistencial o de interés público; estos grupos, que no son sino tribus (y que varían de acuerdo al temperamento de las personas que los conforman), son orgánicos, en el sentido de que tienen un solo discurso, una sola visión del mundo y principalmente, obedecen incondicionalmente a un solo líder. Como toda organización política y sistema ideológico, su fin es la obtención del poder para la realización de su plan de cambiar el mundo, lo que lo convierte, de hecho, en el más radical de los movimientos políticos, enemigo de la democracia y, por supuesto, del liberalismo, de la socialdemocracia, del comunismo y del socialismo. Igual que Hitler, a Chávez le resultó práctico montarse en el ideario socialista; los grupos comunistas y socialistas estaban bien adelantados en sus formas organizativas populares, tanto en Venezuela como en Latinoamérica, Cuba se había ocupado de ello por décadas; Chávez se aprovechó de ese trabajo, buscó la aproximación y amistad personal con Fidel Castro, quien, ya anciano, no pudo reconocer en Chávez a un fascista, que terminaría por usurpar su reino en la tierra. De allí pasó a apropiarse del Foro de Sao Paulo, club de las organizaciones extremistas de la izquierda latinoamericana, captó la amistad del líder obrero del Brasil, el presidente Lula, las simpatías de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, mujer forjada en la resistencia de la izquierda en contra del fascismo y la violación de derechos humanos en su país, enamoró al líder indígena Evo, en Bolivia… ninguno se dio cuenta que le hacían la corte a un fascista de nuevo cuño, enemigo mortal de sus idearios y de sus luchas. La semilla fascista de Chávez la encontramos en las Fuerzas Armadas de Venezuela, con una arraigada inclinación al militarismo prusiano, luego en su forma nacionalsocialista y, posteriormente, alimentados por la influencia norteamericana durante la Guerra Fría , en su tendencia de apoyar a los hombres fuertes del continente en su lucha en contra del comunismo. El pensamiento totalitarista y su vocación de dominio político continental, quedan claramente expresados en su insistencia de hablarles directamente a los pueblos de Latinoamérica, y no a sus gobiernos. Todos esos presidentes socialistas, amigos de la revolución bolivariana, no están viendo el peligro que corren apoyando a Chávez, están atentos sólo a su disfraz socialista, pero no le están poniendo cuidado a su discurso y acciones, que son virulentamente contrarios al interés de las grandes mayorías, sobre todo de los obreros y los indígenas, al de los campesinos, las mujeres y los jóvenes (vean lo que está sucediendo en Venezuela), sus mensajes no tienen nada que ver con democracia, ni con sus instituciones, su intervencionismo desestabilizador y militarista tiene como fin unir al continente en el odio, su meta es ser una de esas polaridades que dominan al mundo, su ideal es la versión renovada del Imperio Inca, de la Gran Patria Suramericana, pero no con fines civilizatorios de paz, progreso y unión de los pueblos, sino de un poder emergente, guerrerista y conquistador, con suficiente poder para instaurar el dominio total sobre almas y tierras. Es tan desbocada su ambición, que ha escogido a los Estados Unidos de Norteamérica como enemigo, al acicata cada vez que puede y pretende derrotarlo y destruirlo. En esta alocada tarea quiere embarcar a todos los gobiernos socialistas de Latinoamérica.
Por: Jesús Seguías - seguias1@gmail.com - La cumbre presidencial de Bariloche (Argentina) se convirtió en el tercer round perdido de la pelea internacional diseñada en Miraflores y La Habana. Primer Round: Santo DomingoEl primer round lo perdió el presidente Chávez en Santo Domingo (República Dominicana), en plena guerra de micrófonos contra Colombia a raíz de la muerte de Raul Reyes. Un Uribe agigantado por su capacidad de resolver conflictos (propio de un verdadero estadista) se metió en el bolsillo a unos iracundos Hugo Chávez y Rafael Correa. Nunca he podido borrar de mi mente el rostro de impotencia de Correa cuando tuvo que darle la mano a Álvaro Uribe, luego que Chávez hiciera lo mismo, con una cara sonriente, como si horas y días antes no hubiese ocurrido nada. En fracción de segundos, Chávez olvido los insultos, los tanques, y la movilización de los venezolanos para pelear en una guerra loca. En Ecuador no olvidan cómo Chávez dejó solo y en ridículo a Correa. Lo escuché mucho entre los afectos a Correa en un reciente viaje a Guayaquil. Pero anteayer se vengaron en Bariloche.Segundo Round: TegucigalpaEl segundo round lo perdió Chávez en Honduras, cuando por primera vez hubo una reacción contundente de un país que se sintió agredido por la política internacional de Hugo Chávez.Todos mis lectores saben de mi firme condena al torpe y estúpido golpe de estado comandado por Micheletti. No tenían necesidad de ello. Desde hacía rato, Manuel Zelaya estaba actuando al margen de la Constitución, y estaba a punto de caramelo para una destitución dentro de los marcos constitucionales. Pero el “gorilismo” latente de algunos factores de poder optó por el formato Juan Charrasqueado. Pero nada de lo malo que hayan hecho los militares hondureños y esos factores de poder anula el legítimo derecho de los hondureños a oponerse a una alianza que sólo brindaba beneficios económicos a Mel Zelaya. Honduras iba derecho a una aventura internacional que afectaba los intereses de su nación, pero que beneficiaba a la agenda internacional de Chávez y Fidel.Hugo Chávez juró contundentemente que expulsaría a “goriletti” del poder. Pero nada de eso ha sucedido. Por el contrario, cada día los golpistas se consolidan más, y van a unas elecciones para noviembre que terminará por sepultar este episodio. Pero el mayor revés de la política internacional de Hugo Chávez no fue haber perdido a un aliado importante en Centroamérica sino el miedo que invadió a muchos gobernantes que comenzaban a ver el ALBA con simpatías. Guatemala se distanció, El Salvador (donde ganó el candidato de la ex guerrilla FMLN) salió presuroso a decir que su modelo era el de Lula en Brasil y no el de Chávez (por eso el presidente venezolano no asistió a su toma de posesión); Paraguay y Uruguay también comenzaron a marcar distancia.A partir de Honduras, a Hugo Chávez se le hará más difícil encontrar aliados. Comienza el descenso. Más aún, el temor al radicalismo en el continente está llevando a los pueblos latinoamericanos a mirar de nuevo por las opciones de la llamada derecha. Tercer Round: BarilocheEl Tercer Round se peleó en Argentina. La cumbre presidencial de Bariloche amenazaba convertirse en una réplica de lo que ocurrió en República Dominicana. Se trasmitió en vivo por televisión (lo cual no le gustó a Lula, “porque los presidentes se cuidan de lo que dicen y dejan de decir lo que realmente quieren decir”.Pero gracias a esa transmisión en vivo, los pueblos supimos evaluar a cada quien. El presidente Chávez aspiraba que de allí surgiera una condena y una solicitud de retiro de las tropas estadounidenses de las bases militares colombianas. Pero nada de ello ocurrió. No consiguió los aliados suficientes. Todos los países suramericanos, con excepción de Chávez y Evo Morales, asumieron una posición discreta y moderada. Inclusive, el propio Rafael Correa mantuvo una postura conciliadora con Colombia, y decidido a acompañar a Chávez hasta el cementerio pero jamás a enterrarse con él. Alan García, de Perú, fue sarcástico cuando se dirigió a Chávez. Le preguntó que cuál era su preocupación de que los gringos se llevaran el petróleo venezolano si ya de hecho Venezuela vende a Estados Unidos todo el petróleo que estos pidan. Conclusión: ¿para qué necesitan los gringos dominar a un país por medio de la guerra, si ya obtienen de él todo lo que necesitan a través de las trincheras de las negociaciones? De esto hablaré pronto.Una aventura internacional irresponsableLa verdad es que nunca he podido comprender la política internacional del presidente Hugo Chávez. Un buen día decidió comprar y hacer suyo el listado completo de enemigos internacionales de Fidel Castro, así como la agenda de amigos y aliados, y nos la encasquetó a todos los venezolanos. La política internacional del actual gobierno es exactamente igual a la diseñada por Fidel hace medio siglo. Para ellos nada ha cambiado. Ni siquiera han tenido el esmero de leerse el libro “El Pentagonismo, el sustituto del imperialismo”, de Juan Bosch. Siguen congelados en la historia. Lo que les falta es salir a protestar contra las amenazas de Roosvelt y Nixon.El presidente Chávez nunca ha sabido deslindar los intereses de Venezuela y los intereses de La Habana (grave error), pese a que muy pronto los cubanos darán un vuelco radical en su política económica y sus relaciones internacionales. Entre La Habana y Washington no es que hay canales de contactos sino una inmensa autopista estimulada sigilosamente por Raul Castro. Cuba va directo al modelo capitalista chino. Ya no soportan el peso de una crisis económica descomunal y “tumbagobierno”. Una crisis similar a ésta la vivió la Unión Soviética. China la paró a tiempo. Y cuando Cuba de ese paso, será el último round de una pelea perdida por nockout. http://twitter.com/opinionynoticia
La virtud resplandece en las desgracias.
ARISTÓTELES
No es lo que seas en tu corazón...
tus actos son los que te definen
Por: Alberto Rodríguez Barrera - Si bien “el porteñazo” del 2 de junio de 1962 dejó la trágica muerte de 100 venezolanos, seguía la tarea de construir una Venezuela enmarcada dentro de una Constitución y de unas leyes que ofrecieran asideros y fórmulas para erradicar del país el peligro de una conspiración que atentara contra las bases mismas de la nacionalidad. El extremismo pretendía sustituir nuestras libres instituciones por un régimen totalitario que aboliera la propiedad privada, que hiciera de las Fuerzas Armadas algo diferente a una organización regular y que convirtiera nuestra independencia como nación en un satélite comunista que buscaba impedir que pensáramos como hombres libres y nos transformara en autómatas, de forma antivenezolana y extranjerizante. En la Presidencia de la República no se perdían los hilos del pasado que definían nuestra trama histórica, había conciencia de que las obras de los hombres, unas u otras, quedaban como testimonio del esfuerzo común de los venezolanos por la construcción de la patria, que no es “artificial creación humana” sino producto de la historia en la sucesiva labor de generaciones ligadas por un común destino. Rómulo Betancourt resumía su visión histórica de la siguiente manera*: Demarcaciones administrativas del último cuarto del siglo 18 fueron eliminadas y de la unión de las mismas surgió una entidad política más amplia: la Capitanía General de Venezuela. Tenía la nueva entidad provincial una viril tradición, cuyas más firmes expresiones estaban unidas a los recuerdos de las rebeliones de Andresote y de Juan Francisco de León. Después surgían las rebeliones de Chirinos y Pirela, la conspiración de Gual y España, la de 1808 y las expediciones de Miranda. Finalmente, a partir del 19 de abril de 1810, las gentes de esta tierra configuraron los rasgos definitivos de la patria, herencia común, esfuerzo de todos. La conciencia nacional no les llegó a nuestros antepasados como regalo divino. La conformaron lentamente en el estudio, en la meditación, en la contrastación de las condiciones de la vida colonial. De ahí las agrias polémicas que se sostuvieron en aquellos días aurorales con el propósito de darle a la patria que nacía una filosofía política. Frente a los ideólogos, deslumbrados con las teorías políticas de los enciclopedistas o de sus voceros en la Asamblea Nacional francesa, la obra macerada, menos espectacular, de cuantos más realistas buscaban para las nuevas instituciones, las instituciones democráticas, fórmulas duraderas que aseguraran su permanencia. Bolívar, en Cartagena, señaló los defectos de esta etapa inicial y los problemas que suscitaría a lo largo del tiempo. El fracaso institucional de 1812 abrió el abismo sangriento de la guerra magna. El país se convirtió en campamento. Multitudes se trasladaban de una región a otra por las exigencias de las operaciones militares. Los campos estaban desolados. El comercio estaba paralizado. Al final de la guerra, Venezuela solamente poseía la gloria de las campañas increíbles y los laureles conquistados por sus hijos en Boyacá, Bomboná, Pichincha, Junín, Ayacucho, el Alto Perú. Después de la victoria, cuando llegó la hora del hacer, nos quedamos en las polémicas infructuosas. El hombre venezolano quería entregarse a la búsqueda de sí mismo. Los soldados intentaron colgar las viejas espadas gloriosas. Buscaban todos afanosamente darle un sentido institucional a la vida republicana que se iniciaba. Se engallaron, no obstante, las pasiones. Tras los ambiciosos surgieron los gritos airados de las montoneras. Los ideólogos trasnochados, los hombres de armas ambiciosos, pretendieron desconocer el imperio de la ley, los resultados comiciales. Fue, entonces, la hora de Vargas. Vino, luego, la de Monagas. Alrededor de esos polos ha girado fatídicamente nuestra historia, envuelta en las tremendas dificultades de esa desarticulació n estructural que ha presidido el desarrollo de nuestra economía desde los días coloniales. Tal dislocación fue el motor que condujo al dramático período de la guerra federal y envileció las llamaradas de las subsecuentes contiendas civiles. Carecíamos de tradición cívica legal y todo lo fiamos en aquella época a la fortuna de los caudillos y a las ruinosas empresas de las contiendas intestinas. Advino, entonces, un lento proceso de sedimentación popular que va de 1908 a 1936. Nuestro pueblo fue analizando, a veces subconscientemente, su propio discurrir. Tendencias políticas, filosóficas y económicas nuevas penetraron todos los sectores sociales. Esto conllevó a una reestructuració n de las fuerzas sociales y a nuevos programas políticos que contemplasen la realidad nacional. En primer lugar, surgió el hecho incontrastable de que sin excluir a ningún venezolano, todos éramos arquitectos en la tarea de construir la patria a la medida de nuestras fuerzas dentro de un sistema de derecho. En segundo lugar, se llegó a la conclusión de que solamente dentro de una organización democrática podíamos afianzar las bases de nuestro desarrollo nacional. Empatábamos así nuestro propósito con el ideal de los creadores de la nacionalidad. Ya la Primera República se había enfrentado con gentes que, como Coto Paúl, no aceptaban limitaciones al desarrollo de las tareas que exigía la hora. Si el anhelo popular no toleraba los pausados procesos que preconizaban los sociólogos de laboratorio, tampoco podía ser aceptado el apresuramiento como norma. El sistema democrático exige, como ningún otro, la educación popular y ésta no se alcanza sino mediante la metódica y penosa aplicación de programas cabalmente estructurados. La democracia es, en lo esencial, un asunto pedagógico; un lento proceso educativo que permite a las mayorías intervenir directamente en la vida colectiva. Es el proceso que facilita la transformació n del hombre en un miembro socialmente útil a la comunidad. Para lograr este anhelo y alcanzar esta meta, debemos darle al sistema democrático aquellas condiciones que no pudieron arbitrar los Padres de la Patria en la solemne hora de 1811: firmeza y seguridad institucionales. La lucidez del Libertador condensó en una frase lapidaria esta fórmula: “Sin estabilidad todo principio político se corrompe y termina por destruirse”. La gente que vive frente al último minuto, olvidada totalmente de la historia, no analiza la tremenda responsabilidad que se adquiere al pretender saltar etapas. Para lograr la estabilidad apetecida por todos los venezolanos debemos pensar en las condiciones básicas que aseguran la permanencia democrática: solidaridad y justo equilibrio social. Para asegurar la estabilidad es requisito indispensable al sistema democrático fortaleza y energía. Para algunos, democracia es agobierno, régimen inerte e inerme, cruzado de brazos, esperando como hecho inexorable que arrase con ella el hombre providencial o la montonera ahora disfrazada de grupos totalitarios. En realidad, lo fundamental es la firmeza institucional. La solidez del proceso democrático está en esa armonía institucional que garantiza a los ciudadanos libertad política y eficacia administrativa, fundamentos de la estabilidad, porque estas condiciones contribuyen a robustecer la estructura toda del gobierno popular. Ya el Libertador, en forma axiomática, formuló lo esencial de esta concepción: “El mayor vicio de un gobierno es la debilidad”. Al repasar nuestra historia sentimos una íntima satisfacción, decía Rómulo, porque en medio de los innumerables inconvenientes por los que se atravesaban en 1962, los venezolanos podían observar un cambio fundamental en nuestro proceso histórico. Un cambio decisivo. Frente a los fugaces ensayos del pasado surgía ante nosotros el hecho de que por primera vez un hombre elevado por el voto popular al ejercicio de la más alta magistratura de la República presidía durante cuatro años sucesivos la fecha inicial de nuestra declaración de independencia y soberanía. Esto era ya un índice en nuestro discurrir. Sin temores de ningún género, todos podíamos ahora enfrentarnos a las dificultades e interrogantes que ofrecía nuestro porvenir. La firmeza institucional de la República permitía ahora augurar mejores horas para todos los venezolanos, las cuales advendrían en la medida en que mantuviémos una tónica de quehacer cotidiano, en la actividad pública y en la privada; “y una actitud de vigilia y alerta para preservar y defender el estilo de vida libre y democrático que nos hemos dado, en ejercicio de propio y soberano albedrío”.
Por: Antonio Sánchez García - ¡Alcahuetes y cómplices! Ni de la OEA ni de UNASUR: nada pueden esperar los demócratas de la región de esta camada castrista. Llegó la hora del relevo. Dios quiera apurarla, para contar con auténticos estadistas, no con los esperpentos que jugaron una vez más a escamotear sus obligaciones constitucionales.Se escuchó casi en un susurro, dicho por la voz rezagada y temblorosa del presidente Álvaro Uribe. Una acusación del tamaño de una catedral, dicha como al desgaire, que ninguno de los presentes dio por escuchada, a saber: que en Venezuela están instalados Timochenko e Iván Márquez. Una insignificancia: son los líderes fundamentales de las FARC. Dicho así al pasar, mientras esa corte de la mediocridad y la farsantería que con muy escasas excepciones - Alan García, del Perú, y en parte, muy en parte, Michelle Bachelet, de Chile y tras de ellos Lula, el presidente honorario del Foro de Sao Paulo - planteaba algo sensato, contribuían a escamotear el único tema que debió haber estado en la agenda de UNASUR y que sombreó sobre toda la jornada: el asalto a la democracia, que todos ellos en un rasgo de siniestra hipocresía juran representar, y que es perpetrado desde el corazón de Colombia por las FARC con la ayuda y la injerencia de Hugo Chávez y sus aliados del ALBA.Como unas serviciales marionetas todos los presentes, con la ya dicha excepción del Perú y en parte de Chile y la discreta complicidad de Lula da Silva, le hincaron los dientes al hueso de Álvaro Uribe. Que por razones inexplicables dejó en el tintero las razones de Estado de su alianza estratégica con los Estados Unidos, todas ellas reveladas hasta la saciedad en los documentos de Raúl Reyes. La razón de esa necesaria alianza estaba allí a la vista de todos, corporizada en cada uno de los presidentes presentes y sobre todo de la amable anfitriona, en un papel muy cercano al de una burdeliana administradora: porque salvo los Estados Unidos de Norteamérica ninguna de las naciones de la región están dispuestas a contribuir a la lucha contra las narcoguerrillas colombianas. Ni muchísimo menos a ponerle atajo a la voracidad dictatorial de Hugo Chávez y sus lacayos del ALBA. Tirada en un rincón, parienta pobre de la elegante cumbre de Bariloche, lugar de recreo invernal de la burguesía argentina: los pueblos de América y su doliente deudora, la democracia.Todos los presentes, salvo Uribe y Alan García, escamotearon el auténtico tema del debate: no la presencia militar de algunos cientos de soldados norteamericanos sino las democracias ensangrentadas por la ingerencia brutal del fascismo chavista, en cuyo proyecto estratégico se encuentra el derrocamiento de Álvaro Uribe y la entronización en Colombia de un gobierno títere que sirva al proyecto imperial del castro-comunismo chavista. En gran medida financiado por el narcotráfico, ante la pérdida de ingresos debido a la caída de los precios del crudo. ¿Por qué tanta preocupación de Chávez, de Correa y de Evo Morales por la presencia de aviones radares norteamericanos operando sobre territorio colombiano? ¿Por qué el horror a que sus conversaciones sean interceptadas? ¿Cuáles son las razones de Estado que hacen imprescindible impedir el espionaje electrónico en la región por parte de quienes espían hasta los suspiros de sus opositores? Por una razón de bulto, disfrazada de soberanismo: porque tales radares contribuirán de manera efectiva a ponerle coto a las FARC y demostrarán las rutas que sigue el narcotráfico desde sus fuentes de producción, procesamiento y distribución, de los cuales Bolivia y Venezuela son base territorial. ¿O vamos a olvidarnos del gremio al que pertenece Evo Morales, del que no oculta ni un ápice? Los cocaleros. Ningún alcance de nombres.Mientras en UNASUR los presidentes de la región - con la excepción de Alan García todos crías de Castro llegados al Poder por el azar del juego generacional -, insistían en el tema de las bases militares con presencia norteamericana, el fantasma de todos los chovinismos izquierdistas de la región, en Venezuela se enviaba a once trabajadores de la perseguida Alcaldía Metropolitana a una cárcel de alta peligrosidad y se postergaba una vez más la apertura del proceso contra el prefecto de la misma alcaldía, Richard Blanco. Como en el famoso poema del chileno Carlos Pezoa Véliz: en Bariloche “tras la paletada nadie dijo nada, nadie dijo nada…”Mientras todos los presentes armaban alharaca por la necesidad de constituir una comisión en visita para verificar in situ qué es lo que se traerá entre manos Álvaro Uribe con su alianza estratégica con los Estados Unidos, nadie insinuó siquiera la posibilidad de constituir una comisión de visita para inspeccionar in situ las reiteradas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos que se cometen a diario en Venezuela. Todos, esta vez sin excepción ninguna, hicieron como quien oye llover. Lo mismo que hacen sus embajadores en la OEA, justificando la razón esgrimida por Insulza para no tocar el tema de la dictadura chavista en Venezuela: Chávez no lo autorizaría. Santa palabra que todos los presidentes latinoamericanos obedecen como ley divina. Ni a Brasil, ni a Chile ni a Argentina - ¡incluso ni a Colombia y México, lo que ya es el colmo! - les interesa tratar en la OEA lo que los demócratas venezolanos reclaman a gritos. A los gobiernos latinoamericanos hoy regentes la democracia, de verdad, verdad, les interesa un pepino.¡Alcahuetes y cómplices! Ni de la OEA ni de UNASUR: nada pueden esperar los demócratas de la región de esta camada castrista. Llegó la hora del relevo. Dios quiera apurarla, para contar con auténticos estadistas, no con los esperpentos que jugaron una vez más a escamotear sus obligaciones constitucionales
Por: Myriam Obadía - Mybuho7@gmail.com - Abogada venezolana - Las cartas de Myriam El perverso placer de acorralar a una sociedad democrática, de colocarla frente a un paredón de inconstitucionalidades; de ametrallarla con leyes inconsultas; con ráfagas cobardes que fusilan por la espalda la Constitución vigente, están provocando la ira de todos. De una población, que atada de manos, ha soportado estoicamente diez años de violencia institucional. Ha tolerado, los desmanes de un Cuerpo Legislativo, que en el colmo de la desvergüenza, hasta sanciona leyes para liberar de control al mandatario, “legalizando” el totalitarismo. Ha consentido, de la máxima autoridad judicial, la denegación a todos sus requerimientos y ha aceptado que al antojo y al gusto del dominador, se interpreten las normas constitucionales. Ha permitido, que los representantes del organismo electoral, jueguen una y otra vez con cartas marcadas, convirtiendo en tenebroso casino, lo que debería ser santuario de la expresión popular. Ha sufrido el desamparo, de un Poder Ciudadano, que al igual que todos, gira alrededor de las instrucciones del Poder Ejecutivo. Una sociedad democrática, víctima, de un Estado agresor, que ha vuelto trizas: la libertad, la democracia, la justicia y la convivencia. Asfixiada, reprimida… por reclamar el cumplimiento de las normas del pacto social. Atormentada, por la promulgación de leyes punitivas, de reformas de Códigos, que propugnan la subordinación a la roja y decadente tiranía. Un pueblo, al que le violan el derecho a la propiedad, a una vida digna y sin violencia. Por encima de millones de habitantes, se impone la voluntad de uno solo; de un individuo, que insiste en llevarnos “legalmente,” a la piedra del sacrificio comunista. Apropiarse quiere, de las mentes de los niños y adolescentes, para manipular su pensamiento y amputar sus aspiraciones. Por todo ese panorama de atropellos, harta de todos los excesos, la sociedad civil, decidió responder al llamado a la marcha, de un sábado glorioso para la democracia. Ya no le importa, que algunos dirigentes estén distraídos en sus propias mezquindades. Está consciente, que la fortaleza radica en la unidad; que esas miserias humanas, no deben amilanarla ni quitarle el entusiasmo. El pueblo se levantó… y seguirá levantando su voz por sus derechos, colmando las calles de Caracas. Ya nada ni nadie lo amedrenta. No le importa que lo espere la celada violenta, ordenada por la paranoia del régimen; que miles de policías y otros tantos guardias nacionales, apostados en diferentes esquinas, le den la bienvenida a la fiesta de bombas lacrimógenas, perdigones y chorros de aguas tóxicas. Tampoco, que una “vergüenza disfrazada de militar”, con ínfulas de líder político, como epílogo a su faena represiva, le lance una perorata salpicada de resentimientos. Ya la población conoce, que en esta “revolución,” el único mérito para lograr ascensos, recibir soles y optar a la máxima condecoración, es la lisonja al comandante en jefe y el atropello a los derechos de la disidencia. ¡El pueblo respondió y lo seguirá haciendo!... Ya no es preciso esperar, que salgan de sus tumbas: Bolívar, Sucre o Paez, a devolvernos la independencia arrebatada por la Corona Cubana. O, que regresen: Betancourt, Villalba y otros valientes dirigentes a rescatar la democracia perdida. Ni es necesario, aguardar la llegada de Lech Walesa, para que nos inyecte dignidad y coraje para evitar que por la fuerza se imponga el comunismo. La ciudadanía maltratada y esa dama una y mil veces violada, impondrán el mandato consagrado en el artículo 350. El rey está desnudo y cada vez más sólo. El deterioro de su imagen es evidente. ¡Demasiados errores!... ¡Demasiada soberbia!... ¡Adelante demócratas, no es tiempo de perder la fe y el ánimo!
Por: Yoani Sanchez - Un lugar gris, de concreto y mármol, que hace sentirse a las personas diminutas e insignificantes. Paso cada día cerca de la Plaza de la Revolución, camino a casa, y no puedo dejar de sobrecogerme, verme aplastada ante esa arquitectura que tanto recuerda la megalomanía fascista. Una vez, estuve allí con una bandera blanca y amarilla gritando “libertad”, frente a un altar en forma de paloma diseñado para el Papa. No soy católica, sin embargo no iba a perderme –por nada del mundo- la posibilidad de decir otro tipo de consignas en aquella Plaza.Parece que para el veinte de septiembre será Juanes el que tratará de darle un rostro humano a un conjunto arquitectónico, donde nadie va plácidamente a sentarse. No he visto nunca allí a una pareja o a una familia cubana –que sin ser convocadas- se ponga en una esquina a conversar o a reír. Un espacio sin árboles, pensado para reunir, masificar, para que el líder nos grite desde su altura -a unos metros elevada del piso- y espere de nosotros que le respondamos con algún repetitivo slogan de “¡Venceremos!”, “¡Paredón!” o “¡Viva!”.Opino que Juanes debe venir y cantar. Si el tema es la paz deberá saber que esta Isla no está inmersa en un conflicto bélico, pero tampoco conoce la concordia. Elevará su voz ante un pueblo que ha sido dividido, clasificado según un color político y compulsado al enfrentamiento hacia el que piensa diferente. Una población que hace años no oye hablar de armonía y que sabe del castigo que reciben los que se atreven a mostrar sus críticas. Estamos necesitados de su voz, pero sólo si va a cantar sin olvidar a ningún cubano, sin descartar ninguna diferencia.Nos gustaría que acompañara sus canciones con la cadencia de Willy Chirino, la trompeta de Arturo Sandoval, el ritmo de Albita Rodríguez o el sensual saxo de Paquito D´ Rivera… pero a ninguno de ellos lo dejarán estar ahí. Juanes disfrutará así el privilegio del extranjero, que en esta Isla es mucho mejor valorado que los nacionales. Cada cosa que diga entre canción y canción -si es que dice algo- podrá ser interpretada como su apoyo a un sistema que se apaga, como el espaldarazo a un grupo en el poder.No ha sido una inocente decisión seleccionar la Plaza de la Revolución como escenario para su música y no podrá sacudirse la carga política que eso significa. Pero si tiene que ser así, si no hay espacio en los barrios pobres de la periferia de la ciudad, en mi Centro Habana natal al borde del colapso, si no lo dejan sumergirse en San Miguel o Marianao, ni siquiera usar el Estadio Latinoamericano, pues que cante entonces bajo la estatua de Martí y frente a la imagen de Che Guevara, pero al menos que cante para todos.Me pregunto si ocurrirá lo mismo que en los dos últimos conciertos de Pedro Luís Ferrer, donde no han dejado entrar a algunos bloggers.
El Sol luce incluso para los malvados.
SÉNECA, Lucio Anneo
Por: Edurne Uriarte - Sobre la lamentable reunión de Unasur celebrada ayer en Bariloche, Argentina, por la presión de las bravatas y amenazas de Hugo Chávez, lo más estimulante fue entrar, también ayer, en los foros de debate del diario argentino «La Nación» para encontrarme con muchos ciudadanos argentinos condenando a Hugo Chávez, los motivos de la reunión y el discurso de su presidenta, y ofreciendo su apoyo a Álvaro Uribe y a Colombia en su lucha contra el terrorismo. Coincido con uno de esos blogueros en su afirmación de que esta reunión es un espectáculo moralmente denigrante. Y lo es, en primer término, por algo que también denunciaba Carlos Alberto Montaner en un excelente artículo en «El Nuevo Herald» de Miami a principios de mes. Que ningún país latinoamericano ha ofrecido jamás ayuda a Colombia en su lucha contra el terrorismo. Y, sin embargo, América Latina se moviliza ahora al son marcado por Chávez para poner en cuestión al único país americano que sí colabora con Colombia, Estados Unidos. Pero hay un segundo motivo que hace aún más lamentable la reunión. Me refiero a las credenciales democráticas de su provocador, Hugo Chávez. Me pongo en la tesitura de que un gobernante europeo no democrático y simpatizante de ETA provocara una reunión de la UE para cuestionar un acuerdo de colaboración antiterrorista entre las democracias española y estadounidense. Y me encuentro en la tremenda constatación de que esa tesitura es la realidad en América. Como decía otro bloguero de «La Nación» sobre la equiparación hecha en Bariloche por Cristina Kirchner entre las bases americanas en Colombia y Las Malvinas, «yo prefiero ser una colonia de los ingleses a ser lo que somos, una colonia de Chávez». Y es que ése es el problema de una buena parte de los países americanos, su seguidismo -en algunos casos, su sumisión- de Chávez. Un líder político que lleva inexorablemente a su país a la liquidación de todo resto de democracia. El último cierre de emisoras de radio y televisión más la nueva ley contra «los delitos mediáticos» que está preparando Chávez dejan, de hecho, a Venezuela fuera de todos los estándares democráticos. Si este periódico fuera venezolano, y afortunadamente para la libertad de expresión no es el caso, el periódico o yo misma seríamos procesados por esa nueva ley, puesto que una de sus previsiones es perseguir informaciones como las referidas a las armas venezolanas encontradas en las FARC. Y lo que me dispongo a recordar es algo más grave que eso. Y es que las armas venezolanas no cayeron por casualidad en los campamentos de las FARC, sino que documentos hallados en manos de dirigentes terroristas muertos o detenidos demuestran las relaciones entre las FARC y miembros del gobierno de Venezuela. Lo denunciaba ayer de nuevo el ex viceministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón, en las páginas de «El Espectador»: es Colombia quien tiene que exigir algo a Venezuela, que cese el apoyo de Chávez a las FARC y al ELN. Iván Márquez, uno de los líderes de las FARC, afirmaba hace unos meses que «ni el fuego, ni las bombas de las operaciones militares de las oligarquías y del imperio, ni las marchas manipuladas lograrán desarticular la resistencia y la lucha de una Colombia bolivariana». He ahí la sustancia ideológica de la extrema izquierda latinoamericana, sea de las FARC, de ELN o de Hugo Chávez. O de Noam Chomsky. La extrema izquierda estadounidense y europea también aporta su granito de arena a la revolución bolivariana. Acaba de enviar a Caracas a su líder intelectual máximo, el mismo que alienta a destruir las democracias que protegen su discurso antidemocrático.
Por: Ernesto García Mac Gregor - garciamacgregor@gmail.com - Por fin un texto sobre los resentidos sociales de Venezuela. El libro rojo del resentimiento, de la investigadora Ruth Capriles (de obligatoria lectura para comprender nuestra realidad social), nos relata que el sentimiento de frustración y envidia nace cuando el triunfo de alguien hace resaltar el fracaso de otro y éste, por su propia incapacidad, no puede superarse. Desde Ezequiel Zamora pasando por el delincuente Maisanta (bisabuelo de Chávez) y el mismo Presidente son buenos modelos de resentimiento. El resentido, dice Capriles, ve las cosas al revés y justifica toda acción destructiva. Se produce una inversión de los valores que convierte lo malo en bueno. El robo, el asesinato, la deslealtad, la destrucción del pasado, son justificados. Sin duda alguna, una gran parte de la base chavista encaja dentro de este perfil; seres con una vieja historia de odios y rencores acumulados. El innombrable ha exacerbado las peores pasiones, las usa en su propio beneficio y mediante la limosna de las misiones mantiene a los resentidos cautivos. Este libro debe ser tomado como base para dejar claro de una vez por todas que fundamentalmente existen dos tipos de venezolanos: Los optimistas laboriosos que triunfan con su trabajo generador de riquezas y que han hecho grande la Venezuela de hoy y los amargados pusilánimes que no solo no trabajan y viven de la tetilla de los gobiernos populistas sino que representan una fuerte carga para el Estado. Los primeros no tienen la culpa de la frustración de los segundos quienes únicamente piensan en como quitarle al que con tanto esfuerzo ha logrado triunfar en la vida. Chávez, concluye la autora, terminará debajo, destruido por los escombros de aquello que ha decidido destruir, pero pese a su deseo, Venezuela no se va acabar, el no la va a hundir, siempre habrá Venezuela. ¡Así sea! Que oiga quien tiene oídos...
Para triunfar en la lucha por la vida,
el hombre ha de tener
o una gran inteligencia
o un corazón de piedra.
Máximo Gorki