martes, 2 de diciembre de 2008


Por: Myriam Obadía - mybuho7@attglobal.net - El ex jefe de la campaña oficialista, no puede ocultar su desprecio por los millones de venezolanos que expresaron su voluntad de cambio, en las gobernaciones y alcaldías. Un ego golpeado por dos derrotas consecutivas, arremete sin compasión alguna, contra los triunfadores, e incita a sus partidarios a la lucha fratricida. Una evidencia más de su avaricia por el poder, de la falta de grandeza y señorío, que deben prevalecer en la derrota. Ante la pérdida, quiere hundir al país en el caos. Se niega a trabajar mancomunadamente con los ganadores, en beneficio del pueblo. Le es difícil digerir la victoria de sus oponentes; enfrentar la realidad del rechazo de la población al centralismo y al sistema político de esclavitud y de miserias, que en diez años de tormentas, no ha podido imponer. ¡Pero insiste! La corrupción, la ineficiencia y la prepotencia, fueron derrotadas. La nobleza del venezolano, reaccionó ante la cobardía de un poderoso, que engavillado con sus palafreneros, demostraba su fuerza al indefenso, al desprotegido, por los Poderes del Estado. En esa lucha desigual, frente a las pantallas de las máquinas de votación, se impuso la dignidad. De nada valieron amenazas, atropellos y obscenos ventajismos. Millones de venezolanos pulsamos el voto opositor, con la quimera de vivir en armonía; con la ilusión de volver a caminar con alegría por las calles y sentarnos confiados en los bancos de las plazas; con la fantasía, de recobrar el respeto en los espacios públicos, que son de todos y no únicamente de tarifados y violentos "revolucionarios" , a los que visten de rojo para que intimiden, amenacen o agredan, a los ciudadanos que no comparten la anarquía. La rabia y la hiel se desbordaron, en el monólogo con los corresponsales extranjeros, tratando de minimizar con patéticas explicaciones, la insufrible merma de credibilidad y popularidad. Exasperado, ante el evidente fortalecimiento de viejos y nuevos partidos y de su debilidad para imponer de nuevo la reelección indefinida, furibundo amenaza con una enmienda, que le permita modificar los artículos constitucionales que le estorban. El artículo 345 de la Constitución vigente, se lo impide. Después del enésimo evento electoral y de las veinte pesadas cadenas, todos los venezolanos nos merecíamos una tregua. Disfrutar por vez primera en una década, de unas felices navidades. De días de amor y de fraternidad. La realidad es otra: la amargura y el despecho, por el contrario nos obsequian, días de furor y de venganzas. En este atormentado país, es evidente, que la dictadura está en proceso de maduración. El jefe vengador no acepta perder un ápice de poder… Y mucho menos que la oposición volviera polvo a los Estados y Alcaldías, bastiones del partido oficialista. En vísperas de Pascuas, enfila sus cañones en contra de imaginarios "enemigos: Globovisión; Movimiento 2D; Manuel Rosales; Enrique Capriles Radonsky; Antonio Ledesma y los "traidores disidentes". ¡Cómo le gustaría llevarlos al paredón y fusilarlos! ¡Tener a un sádico Ché Guevara disparando! Como Castro quiere el país para Él solito. Quiere ser el amo, el propietario, de regiones y conciencias. Acciones de baja calaña están en marcha, para entorpecer el estreno en el mando, de los que resultaron victoriosos. Fraudulentos decretos de última hora, en una afrenta a la descentralización, despojan al nuevo Alcalde Metropolitano, de hospitales, escuelas y ambulatorios. Al alcalde de Maracaibo, le arrebatan el principal Estadio Deportivo. En un espectáculo deprimente, los diputados de la "Asamblea de los Flores", de acusadores del Alcalde Marabino, pasaron a ser acusados de corrupción por el interpelado y al respecto no dijeron ni pío. Como bien dice el refrán: "el que tiene rabo de paja no debe acercarse a la candela". El recién electo gobernador de Miranda, no sale de su asombro, pues (después del saqueo) se ha encontrado que en la gobernación, el saliente "revolucionario socialista" disponía de 24 carros para él y su familia y de 60 guardaespaldas. ¡Con razón no había dinero para solucionar los problemas de Miranda!... ¿A estas alturas, acaso no nos hemos dado cuenta, que el mentado socialismo del Siglo XXI no es otra cosa que el nepotismo ejercido en todos los niveles por las langostas revolucionarias? ... ¡Ejemplos sobran!... ¿Y a quién le tienen miedo, estos militares guapetones y golpistas del 4 de febrero, que requieren de ejércitos para cuidar sus espaldas? ¡Es que esta revolución es todo un show!... Un espectáculo que nos ha costado diez años de desorden, de anarquía, de guerras psicológicas permanentes, de derroches sin controles y de saqueos insolentes. La irresponsable falta de previsión del derrochador, que aún hoy, en el borde del abismo económico, sigue explotando con desfachatez y sin remordimientos, el patrimonio de un pueblo gangrenado de carencias, abandonado a su suerte, indefectiblemente nos arrastrará a todos a una hambruna. ¡Pobre pueblo mío… digno, noble e iluso! ¡Esperando siempre a un Mesías que le resuelva sus problemas! Aguardando con paciencia y tolerancia que el maná llueva y le sonría. Pero del cielo solo baja la tormenta, que furiosa arrasa con sus pocas pertenencias.

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