Por: Antonio Nicolás Briceño Braun - ¿Cuál es el futuro de la juventud? ¿Para qué estudiar y graduarse en Venezuela? ¿Qué país quieren los jóvenes? Sobre estos temas he venido conversando con jóvenes, particularmente en los últimos meses, pues soy un convencido de que el futuro se determina en el presente y lo que se haga o deje de hacer ahora, de la actitud que asuman los jóvenes, determinará en buena medida si los tiempos venideros serán promisorios o terriblemente oscuros. Depende de los jóvenes. Con sorprendente claridad los jovenes definen el fracaso del pasado y del presente, el primero producto de una democracia chucuta y de unos partidos en su mayoría más interesados en el poder y en el enriquecimiento que en el uso del poder en beneficio de un verdadero desarrollo social; el segundo, un régimen populista, copia del fracaso cubano cuya única pretensión es perpetuar el totalitarismo, tratando de vender una pseudo-revolució n que ni los mismo atornillados en el gobierno saben definir, aupando la presencia en el país de grupos foráneos deseosos de aprovecharse de nuestros petrodólares y de expandir su influencia en la región, especialmente de la guerrilla y de la droga. Los jóvenes están concientes de que la verborrea, la droga y las dádivas son el opio que desde las esferas del poder se propaga para adormecer al pueblo y mantenerlo en el engaño. Así, el pueblo tiene cada vez menos capacidad de respuesta en virtud del hambre, la desinformación y particularmente el miedo. En estas conversaciones francas, directas, sin tapujos – la mayoría conoce de mi genuina preocupación y ocupación por nuestro país y su destino – he percibido mucha frustración. ¿Para qué graduarse? Me preguntan jóvenes estudiantes, ¿Qué hace un abogado, un arquitecto, ingeniero, periodista, investigador, en un estado totalitario, empobrecido como éste que cada día se asemeja más a Cuba? Si no hay desarrollo, ni oportunidades de empleo, progreso, libertad, respeto por la propiedad privada, ni aún teniendo el carnet del partido… padeces de hambre y se termina mal ocupado en labores menores que poco o nada tienen que ver con la preparación académica y menos aún con los sueños y anhelos de tener un carro, una casa, un trabajo bien remunerado, una empresa propia y, en fin, una vida digna. ¿Por qué muchos jóvenes están apáticos y dormidos? Simplemente porque no creen en los responsables del pasado, no creen en los pseudo-líderes de la pseudo-oposició n cuyo egoísmo y miopía no les permite marcar un rumbo claro. Lo único que realmente debe importarnos es salir de este gobierno a como de lugar, lo antes posible, antes de que sea demasiado tarde como ocurrió en Cuba. Los jóvenes consideran que la Gran Revolución en Venezuela sería la revolución de las verdaderas oportunidades. La oportunidad de trabajar, del vivir en Paz unidos, la oportunidad de tener una sólida educación que les permita surgir y progresar y convertir sus sueños en realidad. Luego surge la gran interrogante: ¿Qué hacer? Si los políticos y los partidos, si los mal llamados revolucionarios han fallado y siguen fallando, si los pocos forjadores de opinión que nos quedan manipulan, negocian y tratan de imponer sus ideas retardatarias, especialmente a la juventud, para utilizarlos y anularlos politicamente ¿Qué hacer ante este triste y deprimente espectáculo? Un joven dirigente nos dio su muy valida respuesta: "estar preparados para la acción y la desobediencia civil cuando se presenten las circunstancias o cuando nosotros creemos dichas circunstancias". Poco a poco la juventud se va dando cuenta de que es a ellos a los que más les compete el futuro; no deben esperar liderazgos externos sino avivar la llama del líder que todos ellos llevan dentro. El gran reto es ahora y la responsabilidad de aceptarlo es de ellos. Es necesario que ayuden a despertar del letargo a sus compañeros, pues son los jóvenes quienes sustentan el real gran poder para construir un futuro que puede ser brillante y prometedor u oscuro y de sumisión y miseria. Serán ellos, con sus propias manos y mentes, quienes escribirán en las páginas blancas de la historia, su destino y el destino del país que les pertenece por derecho propio. Con Amor en Acción por Venezuela.
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