lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Borrón y cuenta nueva?


Por: Simón Anduze G. - Vamos a comenzar esta crónica con un cuento con moraleja que oímos hace años: Iba un campesino a pié por una llanura. De pronto se destapó una terrible tempestad. Ya el agua le llegaba a los tobillos cuando apareció un yip. Somos de la Defensa Civil, le dijeron, esta zona fue declarada en emergencia, se espera que siga lloviendo por muchas horas y que el agua inunde todo el Llano, móntese en el yip y lo llevaremos a un sitio alto donde pueda guarecerse. ¡Jehová es mi pastor… nada me pasará!, contestó el campesino y siguió con su chapoteo. Estaba con el agua a la cintura cuando llegó una lancha, de donde lo invitaron a abordar. Se rehusó diciendo: ¡Jehová es mi pastor… nada me pasará!. De la lancha le dijeron: no podemos perder el tiempo en discusiones, hay mucha gente que necesita nuestro auxilio, busque un sitio alto y protéjase porque el agua subirá más… y se fueron. Estaba braceando, porque ya el agua lo cubría, cuando de un helicóptero le gritaron: ¡Señor, agarre el cabo que vamos a subirlo!. ¡Jehová es mi pastor… nada me pasará!, gritó el campesino. Después de morir ahogado, su alma fue directa al Cielo donde fue recibida por Dios. —¡Señor, fui fiel a ti y me abandonaste! –le dijo el campesino. —¿Cómo que te abandoné?... ¡Te envié un yip, una lancha y un helicóptero! –le contestó Dios severo. Moraleja: hay que aprovechar las oportunidades porque no regresan. El cuento viene a propósito de la oportunidad única –con un Estado boyante en petrodólares como nunca antes– que desaprovecharon los gobernantes de este decenio chavista. No contentos con dilapidar la riqueza del petróleo, se dedicaron, sistemáticamente, a destruir el aparato productivo del país… a destruir la nación venezolana… ¡Son los grandes destructores de Venezuela equiparables sólo a Phol Pot y el Khmer Rouge de Camboya! La destrucción de Venezuela no es producto de mentes inhábiles e inexpertos, además de su inexperiencia hay que agregar el deseo ferviente de incrementar la pobreza. Prueba de ello es el hecho histórico sucedido en una reunión de Gabinete, donde el general Guaicaipuro Lameda –presidente de Pdvsa– mencionó la necesidad de acabar con la pobreza. Héctor Ciavaldini –ministro de Energía y ex presidente de Pdvsa– comentó que "la pobreza es el futuro de la revolución y hay que incrementarla. "(1) La respuesta de Guaicaipuro fue una de las mentadas de madre más famosas de la historia de Venezuela. Creemos que Ciavaldini está en lo cierto cuando vemos las colas en los locales de Mercal y encontramos personas "agradecidas" porque –después de tres horas de espera– el Gobierno bondadoso les permitió comprar un pollo subsidiado… Son gentes con pobreza en el estómago y en el alma, producto de una revolución hambreadora. Cuando Chávez y su pandilla caigan (y caerán, no lo duden, porque no son eternos), ¿saldrán voces conciliadoras que "en aras de la paz y la concordia", propondrán hacer "borrón y cuenta nueva" tal como lo hizo Rafael Caldera?. La respuesta a estas veces es un rotundo NO. Venezuela no puede permitir que estos delincuentes se salgan con las suyas… habrá que enjuiciarlos para ejemplo de los futuros gobernantes… ¡Venezuela necesitará sus juicios de Nurenberg!

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