martes, 4 de marzo de 2008

El verdadero poder popular en el negocio petrolero


Por: Petit Da Costa - Sacar la industria petrolera del claustro en que la mantiene una camarilla que la ha saqueado y hacer participar al pueblo en el asunto de mayor trascendencia de la Nación, que le concierne personalmente a cada uno de los venezolanos. Abandonar la obsoleta concepción de Estado y modernizarla en este caso adoptando la idea de que las acciones de la República nos pertenecen en comunidad a todos por igual, por lo cual el pueblo tiene derecho a elegir a los que la representan en la asamblea de accionistas. Si el petróleo es nuestro, como nos lo recuerda la propaganda oficial, debemos asumir con seriedad nuestra condición de copropietarios de esta inmensa riqueza y, en consecuencia, mantenernos informados sobre la situación de la industria petrolera para tomar las decisiones pertinentes. El que no cuida lo que tiene, a pedir se queda. Debemos cuidar lo que tenemos. Lo que nos da el pan de cada día. Basta ya de dejar el asunto únicamente a cargo de los políticos. Así como la guerra es asunto demasiado serio para dejarlo sólo en manos de militares, el petróleo es asunto demasiado serio, porque nos jugamos todo, para dejarlo sólo en manos de los políticos y tampoco en manos de los expertos. Además la experiencia nos ha enseñado que en materia petrolera como en el mar, siempre entre las guabinas se colean bagres, vale decir piratas, arribistas y corruptos que hacen ostentación de expertos con títulos inventados. A lo que se agrega que algunos expertos de verdad adolecen de lo que Bolívar llamaba el talento sin probidad. Como copropietarios metámonos en el negocio - Pongamos fin al misterio que ha rodeado el petróleo, al cual nos lo han presentado como algo esotérico reservado a los escogidos. Metámonos en el negocio, porque es nuestro negocio. No todos los accionistas de un banco son banqueros ni expertos en banca. Son simplemente inversionistas, que asisten a las asambleas de accionistas, revisan los balances y eligen a los administradores de acuerdo con los resultados que se miden en dividendos. Del mismo modo no todos los venezolanos tenemos que ser expertos petroleros. Somos, eso sí, copropietarios que tenemos derecho a exigir rendición de cuentas, a revisar los balances, a conocer por ello el estado del negocio y, en base a los resultados, decidir si cambiamos a los administradores o los reelegimos. El modelo ha fracasado - El petróleo es un negocio, de cuyo manejo debemos excluir el patrioterismo y la politiquería. Como en todo negocio únicamente debe interesarnos saber qué nos rinde mayores beneficios económicos entre las opciones que tenemos. Pensar y actuar con el criterio del comerciante que busca la ganancia. En el negocio el comerciante no tiene amigos a quienes regala, sólo socios y clientes. Así debemos manejar la industria petrolera. Por no tener claro este concepto del petróleo como negocio, el modelo escogido para administrar la industria después de la nacionalización ha resultado un fracaso rotundo y estruendoso. Se cometió el error trágico de entregarla al Presidente de la República, quien actúa discrecionalmente como si fuera su dueño, haciéndola suya, poniendo y quitando administradores, con el agravante de que ninguno de los que han ejercido la presidencia ha demostrado tener, no digo conocimientos, siquiera interés en aprender de petróleo. Han salido igual que como entraron. este hecho irrefutable debemos enmendar el error cometido en la nacionalización. ¿Cómo hacerlo? Reconociendo que si todos somos copropietarios del petróleo y de la industria petrolera, porque pertenece a la República, tenemos derecho a exigir nuestra participación en la asamblea de accionistas haciendo que los representantes de las acciones de la República sean electos directamente por el pueblo, puesto que la República somos nosotros, el pueblo soberano. He aquí la verdadera revolución que no se ha hecho, pero habrá que hacer. He aquí la instauración del verdadero poder popular. Esto sí sería democracia participativa. Sacar la industria petrolera del claustro en que la mantiene una camarilla que la ha saqueado y hacer participar al pueblo en el asunto de mayor trascendencia de la Nación, que le concierne personalmente a cada uno de los venezolanos. Abandonar la obsoleta concepción de Estado y modernizarla en este caso adoptando la idea de que las acciones de la República nos pertenecen en comunidad a todos por igual, por lo cual no podemos disponer de ellas pero sí ejercer los derechos que se derivan de la copropiedad, eligiendo cada cierto tiempo a quienes representarán a las acciones en comunidad en la asamblea de accionistas. Estos representantes integrarían, durante el período correspondiente, una especie de colegio electoral que elegiría a los administradores de PDVSA y, después de electos, les exigiría informe periódico sobre la situación de la empresa, rendición de cuentas, presentación de los balances y estado de ganancias y pérdidas, en base a cuyos resultados, si fueren negativos, podría despedirlos. Sobrarán quienes aleguen en contra que el pueblo no sabe de petróleo. Bastará contestarles: menos sabe el Presidente de la República y maneja la industria como le da la gana. La ignorancia del pueblo hace menos daño. Habrá otros que objetarán el peligro de la demagogia en la elección. Es imposible una demagogia mayor que la de Chávez, quien ha prostituido a PDVSA. No obstante, puede evitarse este peligro exigiendo condiciones apropiadas para ser elegible. En este esquema, qué papel tendría el Presidente de la República? Escogería al presidente de PDVSA, pero no a su capricho o de acuerdo con sus compromisos políticos, sino entre los administradores electos por los representantes del pueblo en la asamblea de accionistas. Abrir las filiales al accionariado - PDVSA fue concebido como un holding, que coordinara y supervisara a empresas filiales. Dejó de de serlo para concentrar todos los negocios. El modelo de administración de concentración de los negocios en una sola empresa ha resultado también en un fracaso estruendoso y rotundo. La asamblea de accionistas que se constituya con representantes electos del pueblo debe plantearse un nuevo modelo de administración, el cual deberá facilitar la incorporación de los trabajadores como accionistas. A los trabajadores despedidos en 2003 se les ofrecería pagarle, total o parcialmente, sus prestaciones sociales con acciones de rendimiento seguro, sin perjuicio de su reincorporación si fuere procedente. A los trabajadores activos se les haría también la oferta de venta de acciones. Involucrar a los trabajadores y a todo el pueblo en el negocio petrolero, para que exijan cuentas y resultado, sería la instauración del verdadero popular, en lugar de la farsa que tenemos.

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