martes, 9 de diciembre de 2008

Resumen sobre la Alcaldía Mayor


En la mesa colonial que está al pie de la escalera central de la Alcaldía Mayor estaban dispuestos un desinfectante, líquido para encerar el piso y un rollo de papel navideño. También, la madera tenía pintada paticas de felino hechas con "tipex" y la silla que completaba el juego antiguo era usada por un joven que esperaba instrucciones. Mientras tanto, veía sus mensajes en el celular y hablaba con otra funcionaria del viaje que haría a Panamá el año que viene. Poco a poco ingresaban los trabajadores de la Alcaldía a sus puestos. Pero esta vez la entrada la hacían a través de la puerta del estacionamiento porque los portones principales permanecían cerrados desde el jueves, cuando simpatizantes del Gobierno pintaron en la fachada frases como: "Ledezma, rastrero fascista". Pocos se dieron cuenta del cambio de jefe de seguridad y algunos expresaban el temor que tenían de ser removidos de sus cargos. Otros ni notaron que había una nueva gestión y que ahora Antonio Ledezma era el nuevo alcalde mayor. "Es que a Barreto no le veíamos la cara, entonces como aún no he visto a Ledezma, digamos que todo sigue igual. Sólo pedimos que no nos quiten el trabajo", dijo Janet Ocanto, de la oficina de Gestión al Soberano. En enero de este año, Fabiola Velasco, presidenta del Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural de Caracas, señaló que desde 2006, "la sede de la Alcaldía Mayor se encuentra ingresada en el 'quirófano' a fin de recuperar su esplendor. En este trabajo se invirtieron más de BsF. 50 millones", aseguró en su momento la funcionaria. Sin embargo, poco es el trabajo de recuperación que se puede apreciar en la sede metropolitana que ahora se hunde entre la mugre, el olvido y las filtraciones. Zona de nidos de palomas Sheila Gómez trabaja como asistente de la secretaría desde hace 10 meses. Parte de su trabajo es hacer café, té y manzanilla para el alcalde y estar pendiente de la comida y pasapalos para las cenas. Ayer trabajaba en la cocina del despacho que está en la primera planta, lavaba platos y cumplía con su horario de trabajo. "Desde hace más de un mes el alcalde Barreto no ha venido a la oficina. Nunca se despidió de nosotros, su trato era normal. Ni bueno ni malo. Yo sólo me aseguraba de que recibiera el café. También hacía muchas reuniones en la sala de juntas. Hoy, sólo cumplo mi horario. Esperaré conocer a Ledezma y trabajar con él", dijo desde la cocina que tiene filtraciones en el techo. El piso del despacho mostraba un parqué rayado con cables arrancados. Los muebles de cuero tenían un olor a cigarro y el ambiente en general a humedad, como si hubiesen apagado el aire acondicionado y cerrado las puertas. En el escritorio del alcalde había un libro de crónicas de Caracas de Arístides Rojas y una computadora desconectada llena de polvo. Además, la puerta del despacho estaba tapada con archivos... como si nunca hubieran utilizado la entrada. En el techo había un nido de palomas que tenía hasta un huevo seco... y en la pared el excremento se extendía hasta las partes bajas. En el comedor estaba la vajilla de Martín Tovar y Tovar. Como estaba dispuesta, daría lo mismo si era del siglo XIX o cualquier otra vajilla de un vecino del sector. Hay cuadros de Manuel Cabré rayados y botellas de cognac y rones añejos vacíos. Y en el centro del salón una mesa redonda con sillas de hierro forjado y mimbre. El presidente de la Corporación de Servicios, José Cova, señaló que designó a un grupo de arquitectos que evaluarían los daños. "No se trata sólo de pintar. Hay que hacer una restauración completa". Ya no queda ningún afiche alusivo a esa campaña de "Juan habla con hechos". Aunque Juan no hable, la sede de la Mayor habla por sí sola.

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