Por: Eliécer Calzadilla - Pasó el encandilamiento electoral y caemos en cuenta de que las empresas básicas de Guayana están quebradas. Desde hace una semana más o menos, al abrir las páginas del Correo del Caroní, me percato del hundimiento económico de todo el complejo industrial del Estado en Guayana. Una tras otra, como un rito funeral, se suceden las ruedas de prensa que dan los sindicalistas de las fábricas. Sobre la foto del periódico hago un inventario de rostros conocidos y sólo veo chavistas o amigos del "proceso" que dicen que llegaron al límite, que no ha habido inversiones ni adecuación tecnológica, que no hay plata para pagar pasivos laborales, que "la solución no está en las empresas", ¿dónde estará? Sospechosamente, no hablan del mal mayor de las empresas: la corrupción desenfrenada. Pero tal será la crisis que se atreven a declararle a la prensa. Algo es algo. Hace pocos días, el propio presidente de Bauxilum daba unas declaraciones que confirman lo que todo el sector comercial e industrial de Ciudad Guayana sabe desde hace rato: que esa empresa está quebrada; cesó en sus pagos y no tiene para cancelar la nómina. Carbonorca tampoco puede pagar su nómina y Alcasa ni con un milagro sale a flote. Venalum es lo más parecido a esas frutas aporreadas que tienen la concha verde y la pulpa podrida, la destruyeron. El caso Sidor es el más grave. Y el más triste. Nunca una pandilla, en tan pocos días, causó una destrucción tan grande. Los chavistas acabaron en un santiamén con años de trabajo, de mística, de producción y de esfuerzos de varias generaciones de trabajadores siderúrgicos. Hoy Sidor es lo más parecido a un burdel decadente: sin dueño, sin encargado y sin portero. Porque es sabido que en el burdel hay reglas, códigos, modelos de conducta y exigencias que lo sostienen, que se cumplen y que permiten su funcionamiento eficaz. En Sidor toda regla ha sido quebrantada. Y es que los que actualmente la dirigen llegaron a Sidor con tres elementos destructivos: odio, ignorancia y rapiña. La palabra anarquía no cabe en la siderúrgica, porque el restablecimiento de una línea de mando no va a devolverle el montón de cosas esenciales que el pillaje ha desbaratado a nombre de la revolución y que no se pueden medir ni en bolívares ni en dólares. Sidor no es una siderúrgica, es un desbarajuste. La destrucción de Sidor es el acto criminal más espantoso que ha presenciado Ciudad Guayana desde su fundación. Un solo dato ilustrativo: desde que entró el "socialismo" en Sidor la cabilla cuesta el doble en el mercado negro, y cuesta conseguirla. ¿Es eso el nacionalismo? ¿Esa es la patria socialista? Las empresas básicas, sin excepción, han entrado en estado de insolvencia. No hay pagos. El comercio no le vende a Bauxilum y a Carbonorca por maulas, Alcasa está en esa lista. Las briqueteras, que son varias e importantes, han cerrado porque sencillamente no hay ventas. El enfriamiento de la economía mundial las hundió temporalmente. Pero el hundimiento puede durar meses. Todas las empresas que les prestaban servicios han tenido que cerrar. Miles de empleos se pierden. El mineral de hierro bajó de precio, también el aluminio. Hoy por hoy esas empresas básicas no son sustentables, no por los bajos precios sino por la depredación, el clientelismo y la ineptitud. Las saquearon, las acabaron. No guardaron para los malos tiempos. Manejadas por incapaces y adulantes, que sólo saben hablar de socialismo y portar una gorra roja mientras viven como príncipes y hacen negocios, fueron arruinadas sistemáticamente. Igual que las quiebras de los bancos o de las grandes empresas: se arruinan mientras los gerentes son cada vez más ricos. Todo en nombre de la revolución, como coartada, por supuesto. Las empresas básicas no pagan el seguro HCM que tienen, por contrato colectivo, con sus trabajadores. La deuda consolidada con las clínicas de la zona se acerca medio billón de bolívares. En su insolvencia, han arrastrado a las clínicas privadas, a los enfermos y a los profesionales de la medicina. Mientras tanto, Ferrominera va a descontar un porcentaje fijo del sueldo de los trabajadores de la nómina mayor, por la crisis. Los trabajadores están "felices" ante la rebaja del salario -como en la Cuba del "Período Especial"- y no protestan, como no protestan los empleados de Edelca que tienen que asistir obligatoriamente a cursos de adoctrinamiento para ser "reeducados", como en los tiempos de la Revolución Cultural de la china de Mao. Los apagones no importan. Importan las gorras y las camisas rojas, obligatorias e infamantes. La ruina de las empresas básicas va a traer una gran resaca - El "día después" de la borrachera discursiva fidelista le tocó a Guayana primero que al resto del país. Vienen tiempos amargos. El poderoso movimiento obrero de otros días es un archipiélago de intereses creados con un tinte de mafia, oportunismo y cobardía. No son un verdadero contrapeso a los desmanes gerenciales ni al desorden laboral, ni a la vagancia generalizada. La tolerancia con la corrupción descarada, metida hasta los tuétanos de esas empresas ha dado al traste con los años de lucha en busca de un nuevo sindicalismo. Todo es viejo allí, tan antiguo como la corrupción misma. ¿Y la CVG qué dice, qué hace?: Nada, uno no puede juzgar ni opinar sobre lo que no existe. La CVG quedó para poner adornos costosos y organizar templetes.
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