martes, 1 de julio de 2008
Conquista del Rebaño de Gerión
La décima hazaña de Hércules fue la conquista del ganado de Gerión. Matando a su poseedor, quien se le enfrentó después de sus guardianes, los perros Ortros y Euritión. Gerión era un monstruo gigante formado por tres cuerpos humanos unidos por la cintura y con alas, hijo de Crisaor y Calírroe. También era conocido como Gritón. Como tenía seis brazos, era invencible, pues podía pelear con tres espadas y tres dagas al mismo tiempo, además de que poseía la sabiduría de tres cabezas. Era dueño de dos perros: el primero se llamaba Ortros y tenía dos cabezas y el segundo Euritión que era un pastor. Ambos resguardaban un enorme ganado, formado por vacas rojas y bueyes. El insólito suceso tuvo por escenario la Isla Eriteia (La Roja, como una de las Hespérides), una isla del Océano Atlántico habitada por seres gigantescos. Para poder llegar a este lugar, Hércules tuvo que atravesar el desierto Libio y, abrirse paso del mar Mediterráneo al Océano Atlántico, y como hacía mucho calor, lanzó una flecha a Helios, el Sol, quien le concedió la copa dorada que usaba para atravesar el desierto de oeste a este sin problemas. Hércules pudo robar el rebaño a pesar de la amenaza de los perros, que fueron muertos, por lo que Gerión marchó en busca de venganza. Sin embargo Hércules le esperaba preparado y le disparó una flecha envenenada con la sangre de la Hidra, que atravesó sus tres cuerpos. Cuenta la leyenda que, al caer al suelo, se convirtió en dragón. La mitología compara al perro bicípite Otros, hermano de Cerbero, con Vritra, el genio védico de la tempestad. Según los textos del Rig Veda y de los Puranas, Vritra era un dragón que fue vencido por el Dios principal de la India: Indra. Cuenta la leyenda que después, de vencer a Gerión, el héroe solar levantó las columnas Calpe y Abyla (Jakin y Boaz de la masonería oculta) sobre el Estrecho de Gibraltar; Las dos columnas que separan África de Europa, en el peñón. Probablemente en agradecimiento a los Dióscuros, quienes lo hicieron salir victorioso. Hércules fue quien separó las dos rocas que unían África de Europa para navegar sobre el Océano Atlántico y llegar a la tierra de los Geriones. Este décimo trabajo de Hércules representa la gran hazaña que debe realizarse en el interior de cada individuo. Primeramente cruzar el Océano con la copa de Oro de Helios, durante la oscuridad, es decir, utilizar sabiamente la energía creadora, sublimándola, en medio de las tinieblas de la inconsciencia y abriéndose paso entre las dos columnas, que son los dos canales que atraviesan la médula espinal desde el cóccix hasta el cerebro. El rebaño de Gerión, que ha de ser robado, representa los apegos o lazos karmáticos que existen entre el individuo y aquellas damas con quienes ha tenido relación. Los perros Ortros y Euritión indican la pasión animal, que crece y se torna bestial al dejarse vencer por todo tipo de tentaciones y que es confundida con el amor verdadero. Tal pasión animal puede ser vencida con Thelema, voluntad, para posteriormente subyugar al mismo tricípite Gerión, símbolo del señor del tiempo. De este modo es posible apoderarse del rebaño y hacerse pastor auténtico, no de vacas, sino de ovejas. El capítulo diez, de Juan en la Biblia, dice: “De cierto, de cierto os digo: el que no entra por la puerta (las dos columnas de Hércules, de la energía creadora) en el corral de las ovejas, mas sube por otra parte (siguiendo doctrinas que no tienen que ver con la sublimación de la energía), el tal es ladrón y robador”. “Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”. “A este abre el portero y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca”. “Y como ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. “Más al extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz de los extraños”. “Volvióles, pues, Jesús a decir: de cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas”. El pastor de ovejas, es quien, con el poder del verbo, puede guiar a las personas por el sendero del despertar de la conciencia, conducir a las almas por el camino recto. Los seguidores deben cuidarse de falsos profetas, quienes son la voz de los extraños. En el canto de Homero a Démeter, encontrado en una biblioteca Rusa, todo giraba alrededor de un hecho fisiológico cósmico de gran trascendencia: “Yo soy el buen pastor: El buen pastor su vida da por las ovejas. Más el asalariado (el esoterista que no se ha autor realizado) y de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene y deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas”. También tengo otras ovejas que no son de este redil (que están metidas en otras escuelas), aquellas también me conviene traer y oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor”. La décima hazaña Hercúlea instruye a los pueblos, nos indica cómo realizar el misterio hiperbóreo, el misterio del grial. Es necesario “pasar el mar rojo”, atravesar el océano tempestuoso de la vida, pasar a la otra orilla en la copa de oro que Helios, el Padre absoluto nos presta, para posteriormente levantar columnas. Levantar columnas es reconciliación con lo divinal, el regreso del alma divina con el alma humana del individuo. Esto lo sabe todo discípulo, que toda exaltación va precedida siempre por una humillación. Claramente que a toda subida le antecede una bajada. Esta hazaña de Hércules se realiza trabajando con las pasiones inferiores para lograr triunfos espirituales.
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