martes, 28 de agosto de 2012

Reglas de detección del "Sindrome de Hubris”


Por: Dr. Leopoldo Briceño-Iragorry  -  lbricenoi@gmail.com     

(Hubris o hybris en griego antiguo se refería a acciones vergonzosas y humillantes sobre una víctima por el placer del abusador. La palabra también se usaba para desacatos contra los dioses o sus leyes, agresiones sexuales, latrocinios de bienes públicos o sagrados, por pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado. En la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados. 

Los dos libros a continuación: D. Owen & J. Davidson (2009). Hubris syndrome: an acquired personality disorder? A study of US Presidents and UK Prime Ministers over the last 100 years; David Owen. In Sickness and in Power, 2008; profundizan este concepto. 

Me parece que David Owen desarrolla el aspecto individual sin hacer hincapié en la jerarquía social-base de la mayoría de los sistemas religiosos, capitalistas y  marxistas leninistas- que permite los excesos que él denuncia. Basta pensar en los múltiples abusos sexuales de los sacerdotes católicos que salen a la luz desde hace unos años o en las instituciones de las fuerzas armadas donde los altos mandos inculcan la obediencia y el sacrificio, el terreno ideal de conducta patológicas. El ejército ruso (que sigue aún las reglas del ejército rojo) y el norteamericano son dos ejemplos de un cúmulo de violaciones, exacciones, torturas y crímenes. 

Sin temor al error, se puede comprobar que una sociedad que condena a  la gran mayoría de su población a delegar su poder en la papeleta electoral cada 4 o 5 años, sin casi ningún control efectivo sobre los representantes elegidos,  se condena a tener dirigentes embusteros y embriagados de sus privilegios. 

Justo es reconocer que no todos los jefes de Estado son estafadores y abusadores. Excepciones poco corrientes son el presidente Ilía en Argentina, Coty en Francia, Olof Palme en Suecia. 

Por eso las reglas de “detección del síndrome de Hubris” (visibles en la mayoría de los jefes de Estado actuales, de Berlusconi a Putin) van acompañadas de breves observaciones a conocidos líderes políticos supuestamente emancipadores.

1 Una propensión narcisista a ver su mundo principalmente como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria.

2 Una predisposición para lanzar acciones que puedan dar al individuo una luz favorable, con el fin de embellecer su imagen.

3 Una preocupación desmedida por la imagen y la presentación (Stalin, Mao tse Tung).

4 Un modo mesiánico de comentar los asuntos corrientes y una tendencia a la exaltación.

5 Una identificación con la nación o una organización hasta el extremo que el individuo valora su punto de vista y sus intereses como idénticos (Lenin, Gandhi).

6 Una tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona o a usar la forma regia de « nosotros ».

7 Una excesiva confianza en su propio juicio y un desprecio por los consejos o las críticas de los demás (Lenin 1917-1924).

8 Un enfoque personal exagerado, tendente a la omnipotencia, de lo que son capaces de llevar a cabo (Stalin en 1939-1941).

9 Una creencia de que antes de rendir cuentas al conjunto de sus colegas o a la opinión pública, la Corte ante la cual deben responder es: la Historia o Dios (Fidel Castro y otros líderes de partidos únicos).

10 La idea inquebrantable de que aquella Corte les absolverá (Fidel Castro y muchos otros líderes, como Tito, Enver Hodja, etc.).

11 Una pérdida de contacto con la realidad, a menudo vinculada a un aislamiento paulatino (Stalin).

12 Agitación, imprudencia e impulsividad.

13 Una tendencia a privilegiar su « amplia visión » en detrimento de la entereza moral de un derrotero señalado, de modo a pasar por alto la necesidad de contemplar las posibilidades prácticas, los costos y los resultados (Lenin).

14 Una incompetencia « hubrística », cuando las cosas van mal porque demasiada confianza en sí mismo condujo al líder a desatender los peligros y las trampas generados por su propia política (Stalin en 1941, Gorbachev en los 1990).


Tomado de:
http://www.anm.org.ve
Academia Nacional de Medicina. Boletín ANM-Venezuela. BRICEÑO-IRAGORRY L. Enero 2012. Volumen 4, Nº 37, Sección I 

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