miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Caradura y Cínica!

Editorial de El Nacional - Iris y sus embustes

Definitivamente, la desfachatez de la ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela, no tiene límites. El cinismo y la irresponsabilidad de su nefasta gestión no tienen precedentes en la historia penitenciaria venezolana. La crisis penitenciaria lleva muchos años, pero la Fosforito la ha elevado a su máxima expresión: nunca el desastre en las prisiones había llegado al caos que se registra hoy. 

Los recientes sucesos en la cárcel de Yare I, con un resultado oficial de 25 muertos y 46 heridos, algunos de ellos familiares que se encontraban de visita, son una prueba rotunda de ese caos, sin olvidar que hace un mes, en el Centro Penitenciario de la Región Andina en Mérida un hecho similar dejó 19 fallecidos, lo que le da a la ministra Penitenciaria un saldo trágico en apenas un año y unos días de gestión: casi 600 muertos que, por siempre, llevará en su conciencia por su negligencia e incompetencia. 


Siempre se dijo que Iris Varela no sabía nada de cárceles, que ni siquiera por la puerta de una de ellas había pasado en su vida. Y los expertos que dieron esa opinión no se equivocaron: estaban claros sobre el desastre que se avecinaba. Pero la misma Fosforito lo agravó al rodearse de un grupo de personas que sabía menos que ella del tema en cuestión. 


Resulta inexplicable que Varela a estas alturas siga justificando el desastre que creó en el sistema penitenciario que, sin duda, era de gran magnitud antes de que ella lo pusiera peor. A cualquier ciudadano le resulta muy difícil entender cómo la ministra justifica los muertos en la cárcel de Yare por culpa de un tiro que se le escapó a un preso, o el relato de que detuvieron a un familiar, en cuya vagina hallaron un teléfono celular, dos cargadores y, además, un paquete de balas. Si no fuera por lo cruel y dramático de esas declaraciones a todos nos daría un ataque de risa, pero no estamos para chistecitos de mal gusto. 


El país entero está claro sobre quien mete las armas, drogas y demás sustancias ilícitas a los recintos penitenciarios, y que no son precisamente los familiares de los privados de libertad sino los funcionarios que ella dirige en complicidad con la Guardia Nacional, que son los verdaderos pranes.


Lo inexplicable es que hasta la fecha no hay ningún responsable de que los reclusos tengan todo tipo de armas, incluyendo las que sólo pueden estar en poder de la Fuerza Armada. La misma Varela ha reconocido públicamente la existencia de esas armas y la responsabilidad de los funcionarios de prisiones en ese tráfico ilegal. 


Mientras los recintos penitenciarios sigan en caos, la comandante Fosforito seguirá acumulando muertos en su conciencia, y para cuando le toque rendir cuentas del desastre en que convirtió las cárceles venezolanas no debería olvidar que las violaciones a los derechos humanos no prescriben y que la justicia a veces tarda... pero llega. 

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