Por: Alberto Hernández Mora - Estos pronósticos tendrán insultos garantizados por parte de fanáticos e interesados en algo distinto a la necesidad de salir de la tronera chavista.
En estas elecciones primarias de la MUD, creo que la mayoría de los aspirantes se equivocaron o de evento y/o del puesto para el cual se postulan. Se asemejan a los simpáticos personajes de los chistes de borrachitos que se colean en un velorio creyendo que están en un bautizo.
Pablo Medina es un insurrecto que rompe todo convencionalismo sobre lo que hay que decir y hacer para aspirar a conducir esta nación. Pablo se parece más a un integrante de una Junta Cívico Militar que dirije una insurrección civil y proletaria para imponer a rajatabla una transformación detestada por toda clase de conformistas, conservadores, burócratas de oficio, etc. Pablo Medina sacará pocos votos. Estos serán muy cualitativos y llenos de conciencia y generosidad de propósitos, pero insuficientes para representar grandes sectores que están descontentos, pero son más bien expresión de espíritus sosegados.
Para hablar de una vez del otro Pablo, el maracucho, creo que se postuló a destiempo sin haber completado una obra como gobernador del Zulia y de haber consumado la sustitución del liderazgo regional del señor Manuel Rosales. Sin menoscabo de la legitimidad de sus aspiraciones Pablo Pérez es el tipo de candidatos que ha podido esperar madurar sus mejores atributos para desempeñarse como líder nacional en una etapa de normalidad democrática.
Ahora bien, con idénticas características, los liderazgos locales de Capriles y Leopoldo López, a tenor de sus respectivos discursos diseñados más bien para esos ámbitos, se presentan como ofertantes de soluciones concretas para problemas ciudadanos y de gobernabilidades puntuales, y creo con absoluta sinceridad que los han querido madurar con carburo. Me perdonarán si consideran irrespetuoso mi ejemplo, pero es que conozco desde chiquito que a los plátanos y bananos verdes los metían en sacos y en un cuarto obscuro, y le ponían un puñado de carburo que creo aumenta la temperatura y genera en esos frutos reacciones químicas de las que no tengo la menor idea. Pero de verdad maduraban rápido, aunque su sabor resultaba insípido.
Grupos de interés que hacen de carburo acelerador han lanzado a estos jóvenes a un laberinto demasiado incierto: el de intentar una competencia electoral con ideas sino obscuras por lo menos absolutamente soñadoras, para defenderlas en un hipotético escenario, en el que suponen actuar contra un adversario de características distintas a las del hegemon sabaneitor, que a mi entender sencillamente les haría trizas. Esto lo sostengo porque, según estos delfines, ellos creen poder ganar a punta de publicidad cara en una competencia de ofertas. Quizá no se han percatado que pelean contra la maldad intrínseca de la mentira oficial como sistema ideológico y contra el poder ventajista sustentado en el reparto de real en cantidades siderales de millones de dólares, a millones de confundidos electores humildes, pendientes de dádivas. Pero es que además, la candidez hace estrago en ellos porque suponen que nuestros votos serán garantizados de forma pristina por cuanto hasta saludan como impolutas las tareas del MinPoPo de elecciones de Chávez.
Esa competencia desigual del gran abusador contra alguno de estos actores amateurs, solo me permite imaginarme, en plena campaña, un escenario de Coliseo romano donde oponían a un mastodonte contrahecho y de fuerza brutal y por añadidura armado con todas clase de instrumentos tramposos y de múltiples afiladuras, que dándole así adicionalmente una “impepinable” ventaja, contra un “firifirito”, no le quedaba a éste otra que correr hasta el desfallecimiento, o ver cercenada su testa a la primera oportunidad. No quisiera resignarme a ver esa competencia, en extremo desigual, sabiendo que demasiadas esperanzas nuestras serian masacradas en la arena del ventajismo oficial, que solo tendría en esa hipótesis, a improvisados retadores de este lado, con talentos innegables para resolver algunos problemas locales o regionales, pero NO EL PROBLEMA NACIONAL de una transición inevitable, que requiere de una experimentada conducción y liderazgo de proyección internacional inmediata.
Porque aunque se habla poco o nada de ello, esta crisis terminal del régimen chavista también deberá ser resuelta, en un escenario donde se conjugan demasiados presiones de Estados chulos, de demasiados sectores e incluso países agredidos y resentidos, por las torpezas de estos trece años de manejos geopolíticos de ignorancias infinitas y donde, por si faltara algo, debemos renegociar la bancarrota histórica en que nos deja este malandraje rojo.
Me faltan dos. María Corina, como una vez más lo demostró en la Asamblea Nacional, encarando al charlatán, tiene la madera para ser líder nacional y Jefa de Estado. De no ser porque Diego Arria tiene mayor experiencia y capacidades probadas para dirimir los graves desajustes que vienen en las intuiciones del Estado venezolano, sometido a las tensiones fatales de una obligada transición, creo que ella seria ideal. Pero no estando de acuerdo con ella en su tesis comeflor, en común con los dos anteriores, sobre que bastarían maniobras de vivezas del poder emergente para fraguar, entre otras astucias, unos saltos de talanquera de chavistas conversos para fundar un nuevo poder, me hizo llegar a la conclusión que a pesar de su brillantez y de innegables capacidades para dirigir este país, es mejor que espere a que existan garantías plenas de un funcionamiento institucional democrático, dentro de cuatro cuatro años (este electoral y tres de transición de Diego) para colmar sus aspiraciones.
Me reafirmo en estas opiniones, porque ella, como los otros candidatos, no entendió aún que lo que se avecina NO ES una alternabilidad que permite el paso de un gobierno democrático a otro, sino un transe de ruptura, lleno de avatares y pleitos de gran envergadura, sobre todo en el ambiente militar y contra los factores subversivos apadrinados desde el poder irresponsable y criminal, al verse desplazados a partir del 8 de octubre de 2012, cuando buscarían impedir el absolutamente necesario desmantelamiento del poder oprobioso del chavismo. Dicho sea de paso, si María Corina acompaña a Diego en esa transición terminaría por ser una garantía adicional insuperable para asumir el periodo normal subsiguiente de reconstrucción nacional. ¿Sacó la cuenta María Corina que se convirtió en gran electora y que ello es preferible a terminar con una votación que premiará su arrojo y brillantez, pero no le alcanzará para convertirse en la candidata?
Saquen cuenta quienes leyeron este artículo e imaginen como la llave de María Corina con Diego Arria, basándose en principios comunes, despejaría de inmediato que Arria gana el 12 de febrero y el 7 de octubre, cuando comenzaría en forma la transición Arria, luego de imponer condiciones de transparencia electoral que hagan inviable las practicas fraudulentas del CNE chavista.
Aunque se siga con la cantaleta de las encuestas, no hay nada que pueda medir lo que viene por debajo, desde subterráneos de la psiquis colectiva. Ante el manido argumento de “la economía del voto” que dice que podría ganar aquel que impuso la matriz de opinión que solo él gana, les recuerdo que Fujimori, independientemente del juicio que se pueda tener sobre él como gobernante, semanas antes de las elecciones, ni siquiera aparecía en las encuestas.
Además de los infinitos beneficios que traería para el país una gestión de tres años de Diego Arria, a la cabeza de un gobierno de transición, acaricio la pequeña crueldad de ver darles un revolcón a todos esos arúspices bien pagados de las encuestadoras que ponen a ganar a quien ellos deciden, como agentes de intereses poderosos. Como dice Jean Manuel Serrat, en una de sus canciones: “entre esos tipos y yo hay algo personal”, les tengo la misma aversión y falta de estómago que para soportar abogados de desalojos, de embargos a pobres y defensa de criminales consuetudinarios.
En estas elecciones primarias de la MUD, creo que la mayoría de los aspirantes se equivocaron o de evento y/o del puesto para el cual se postulan. Se asemejan a los simpáticos personajes de los chistes de borrachitos que se colean en un velorio creyendo que están en un bautizo.
Pablo Medina es un insurrecto que rompe todo convencionalismo sobre lo que hay que decir y hacer para aspirar a conducir esta nación. Pablo se parece más a un integrante de una Junta Cívico Militar que dirije una insurrección civil y proletaria para imponer a rajatabla una transformación detestada por toda clase de conformistas, conservadores, burócratas de oficio, etc. Pablo Medina sacará pocos votos. Estos serán muy cualitativos y llenos de conciencia y generosidad de propósitos, pero insuficientes para representar grandes sectores que están descontentos, pero son más bien expresión de espíritus sosegados.
Para hablar de una vez del otro Pablo, el maracucho, creo que se postuló a destiempo sin haber completado una obra como gobernador del Zulia y de haber consumado la sustitución del liderazgo regional del señor Manuel Rosales. Sin menoscabo de la legitimidad de sus aspiraciones Pablo Pérez es el tipo de candidatos que ha podido esperar madurar sus mejores atributos para desempeñarse como líder nacional en una etapa de normalidad democrática.
Ahora bien, con idénticas características, los liderazgos locales de Capriles y Leopoldo López, a tenor de sus respectivos discursos diseñados más bien para esos ámbitos, se presentan como ofertantes de soluciones concretas para problemas ciudadanos y de gobernabilidades puntuales, y creo con absoluta sinceridad que los han querido madurar con carburo. Me perdonarán si consideran irrespetuoso mi ejemplo, pero es que conozco desde chiquito que a los plátanos y bananos verdes los metían en sacos y en un cuarto obscuro, y le ponían un puñado de carburo que creo aumenta la temperatura y genera en esos frutos reacciones químicas de las que no tengo la menor idea. Pero de verdad maduraban rápido, aunque su sabor resultaba insípido.
Grupos de interés que hacen de carburo acelerador han lanzado a estos jóvenes a un laberinto demasiado incierto: el de intentar una competencia electoral con ideas sino obscuras por lo menos absolutamente soñadoras, para defenderlas en un hipotético escenario, en el que suponen actuar contra un adversario de características distintas a las del hegemon sabaneitor, que a mi entender sencillamente les haría trizas. Esto lo sostengo porque, según estos delfines, ellos creen poder ganar a punta de publicidad cara en una competencia de ofertas. Quizá no se han percatado que pelean contra la maldad intrínseca de la mentira oficial como sistema ideológico y contra el poder ventajista sustentado en el reparto de real en cantidades siderales de millones de dólares, a millones de confundidos electores humildes, pendientes de dádivas. Pero es que además, la candidez hace estrago en ellos porque suponen que nuestros votos serán garantizados de forma pristina por cuanto hasta saludan como impolutas las tareas del MinPoPo de elecciones de Chávez.
Esa competencia desigual del gran abusador contra alguno de estos actores amateurs, solo me permite imaginarme, en plena campaña, un escenario de Coliseo romano donde oponían a un mastodonte contrahecho y de fuerza brutal y por añadidura armado con todas clase de instrumentos tramposos y de múltiples afiladuras, que dándole así adicionalmente una “impepinable” ventaja, contra un “firifirito”, no le quedaba a éste otra que correr hasta el desfallecimiento, o ver cercenada su testa a la primera oportunidad. No quisiera resignarme a ver esa competencia, en extremo desigual, sabiendo que demasiadas esperanzas nuestras serian masacradas en la arena del ventajismo oficial, que solo tendría en esa hipótesis, a improvisados retadores de este lado, con talentos innegables para resolver algunos problemas locales o regionales, pero NO EL PROBLEMA NACIONAL de una transición inevitable, que requiere de una experimentada conducción y liderazgo de proyección internacional inmediata.
Porque aunque se habla poco o nada de ello, esta crisis terminal del régimen chavista también deberá ser resuelta, en un escenario donde se conjugan demasiados presiones de Estados chulos, de demasiados sectores e incluso países agredidos y resentidos, por las torpezas de estos trece años de manejos geopolíticos de ignorancias infinitas y donde, por si faltara algo, debemos renegociar la bancarrota histórica en que nos deja este malandraje rojo.
Me faltan dos. María Corina, como una vez más lo demostró en la Asamblea Nacional, encarando al charlatán, tiene la madera para ser líder nacional y Jefa de Estado. De no ser porque Diego Arria tiene mayor experiencia y capacidades probadas para dirimir los graves desajustes que vienen en las intuiciones del Estado venezolano, sometido a las tensiones fatales de una obligada transición, creo que ella seria ideal. Pero no estando de acuerdo con ella en su tesis comeflor, en común con los dos anteriores, sobre que bastarían maniobras de vivezas del poder emergente para fraguar, entre otras astucias, unos saltos de talanquera de chavistas conversos para fundar un nuevo poder, me hizo llegar a la conclusión que a pesar de su brillantez y de innegables capacidades para dirigir este país, es mejor que espere a que existan garantías plenas de un funcionamiento institucional democrático, dentro de cuatro cuatro años (este electoral y tres de transición de Diego) para colmar sus aspiraciones.
Me reafirmo en estas opiniones, porque ella, como los otros candidatos, no entendió aún que lo que se avecina NO ES una alternabilidad que permite el paso de un gobierno democrático a otro, sino un transe de ruptura, lleno de avatares y pleitos de gran envergadura, sobre todo en el ambiente militar y contra los factores subversivos apadrinados desde el poder irresponsable y criminal, al verse desplazados a partir del 8 de octubre de 2012, cuando buscarían impedir el absolutamente necesario desmantelamiento del poder oprobioso del chavismo. Dicho sea de paso, si María Corina acompaña a Diego en esa transición terminaría por ser una garantía adicional insuperable para asumir el periodo normal subsiguiente de reconstrucción nacional. ¿Sacó la cuenta María Corina que se convirtió en gran electora y que ello es preferible a terminar con una votación que premiará su arrojo y brillantez, pero no le alcanzará para convertirse en la candidata?
Saquen cuenta quienes leyeron este artículo e imaginen como la llave de María Corina con Diego Arria, basándose en principios comunes, despejaría de inmediato que Arria gana el 12 de febrero y el 7 de octubre, cuando comenzaría en forma la transición Arria, luego de imponer condiciones de transparencia electoral que hagan inviable las practicas fraudulentas del CNE chavista.
Aunque se siga con la cantaleta de las encuestas, no hay nada que pueda medir lo que viene por debajo, desde subterráneos de la psiquis colectiva. Ante el manido argumento de “la economía del voto” que dice que podría ganar aquel que impuso la matriz de opinión que solo él gana, les recuerdo que Fujimori, independientemente del juicio que se pueda tener sobre él como gobernante, semanas antes de las elecciones, ni siquiera aparecía en las encuestas.
Además de los infinitos beneficios que traería para el país una gestión de tres años de Diego Arria, a la cabeza de un gobierno de transición, acaricio la pequeña crueldad de ver darles un revolcón a todos esos arúspices bien pagados de las encuestadoras que ponen a ganar a quien ellos deciden, como agentes de intereses poderosos. Como dice Jean Manuel Serrat, en una de sus canciones: “entre esos tipos y yo hay algo personal”, les tengo la misma aversión y falta de estómago que para soportar abogados de desalojos, de embargos a pobres y defensa de criminales consuetudinarios.
Hola Alexis. Un gran abrazo y mi agradecimiento por estar siempre presente en la lucha por rescatar nuestro hermoso pais. Magda
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