Por: Rafael Muci-Mendoza - rafael@muci.com Todas nuestras acciones y omisiones, nuestras palabras y silencios, decisiones y elecciones tienen efectos. Siempre, sin excepción. La responsabilidad nos hace conscientes de ellos y nos permite crear una vida responsable, una vida trascendente y con sentido. La talidomida, droga elaborada en 1947 y vendida hasta 1960 como tratamiento seguro del insomnio, la ansiedad y los vómitos matutinos del embarazo se recetó por primera vez en la década ´50. En Venezuela, la droga fue presentada a registro en 1959; debido a sospechas sobre trastornos metabólicos en animales de experimentación, la Junta Revisora de Especialidades Farmacéuticas (JREF), un equipo estelar que hubiera sido odiado por Chávez, constituido entre otros por los doctores por Marcel Granier-Doyeux, Alfredo Planchart y los esposos Siegbert y Elly Holz, recomendó solicitar estudios adicionales y el producto se mantuvo en retenido durante dos años y medio. En vista de no encontrarse nuevos datos desfavorables sobre la seguridad de la droga, fue aprobada en agosto de 1961. Dos meses después se supo de un estudio donde se describían malformaciones congénitas, especialmente focomelia –ausencia o malformación de extremidades que da al niño el aspecto de una foca-. De inmediato, se prohibió la importación y comercialización del producto y se canceló el registro correspondiente. Debido al profesionalismo y la responsabilidad de esa Junta, la talidomida nunca se consumió en el país y no se vieron niños focomélicos. Creciente pánico ha surgido entre las poseedoras de prótesis mamarias francesas PIP. La ministra de salud, en forma irresponsable ha hecho un mezquino ofrecimiento, retirarlas gratuitamente y condenar a las poseedoras a someterse por su cuenta y de propio peculio a una segunda intervención para reemplazarlas. Se regalan 10 millones de dólares a un hospital uruguayo y no hay dinero para afrontar la responsabilidad total de las sufrientes. Achacan a las comercializadoras la culpa. Me pregunto, ¿Es que el Estado venezolano no debe, primariamente, garantizar la seguridad de todo aquello concerniente a registros sanitarios? Desde 2000, la FDA de EE.UU. había denunciado el peligro de las PIP. ¿Dónde estaban los rojitos responsables? Es bien sabido que las vacunas que proceden de Cuba no son confiables ni aceptadas por la OMS, y que las medicinas con que tratan a nuestros pacientes en un CDI no dicen de qué laboratorio farmacéutico provienen, no tienen registro sanitario ni tienen fecha de vencimiento. Se habla de prótesis chimbas, yo creo que debe más bien hablarse de indiferencia e irresponsabilidad de la chimborria que nos gobierna…
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