Por Josué Fernández - fernandez.josue@gmail.com - La mutilación de sentidos de los venezolanos se expresaría en una desprejuiciada modorra como la que viven los roedores denominados hámsteres, entretenidos girando e impulsando su rueda de comodidad extrema, encerrados en pequeñas jaulas - Josué Fernández - Desde el 2 de febrero de 1999, entre los venezolanos que no son ciegos, sordos ni mudos, se viene sufriendo la asfixia del futuro, estrangulado con música de “Patria, Socialismo o Muerte” ahora en desuso temporal, mientras algunos bolsillos se llenan con las entradas del petróleo exportado, que pasaron de 7 dólares americanos el barril al comienzo, hasta mantenerse alrededor de los 100 según las cotizaciones más recientes. Un crecimiento superior al 1.400 por ciento, ó de catorce veces mayor al precio inicial, sólo por esos ingresos, y a los que habría que sumar las frecuentes pedideras de dinero prestado en bonos ó directamente a otros países, para acercarse al gran total que representaría el despilfarro y la entrega de la nación a deudores que exigirán su pago más temprano o más tarde. Esa descomunal riqueza del pan para hoy y el hambre para mañana, casi ni cuenta además en mejoras en la educación, la salud, la vivienda, el transporte ó la alimentación; y por el contrario sí se nota la subida de los alimentos, la ropa y demás productos regulados o no que se hallan en los mercados locales, al igual que los altos niveles de inseguridad, asaltos y robos a los ciudadanos, de muertes de fin de semana por la violencia desatada, de corrupción en las oficinas públicas sin condena a los culpables, y de una creciente cifra de presos políticos por el simple hecho de pensar diferente al gobierno. Cada vez más, ante los ojos de quienes no se los tapan o miran a otro lado, el registro que mejor hablaría por este gobierno se encuentra en devaluaciones, inflación, y mala administración, que conducen al abandono de hospitales, de centros educativos, de autopistas y transporte público, del servicio de luz eléctrica, el deterioro de las condiciones laborales de profesionales, obreros y empleados oficiales en general, el secuestro del sistema judicial, el legislativo, y del resto de instituciones del estado, todas entregadas incondicionalmente a los militantes, militares, allegados y asociados extranjeros al primer mandatario. La decadencia del Metro de Caracas, que fue pieza de orgullo y referencia continental, representaría perfectamente la última década mas un cuarto a la manera “bolivariana”. Sin duda, Venezuela viene padeciendo una cruel metamorfosis al pasar de pueblo enrumbado al progreso a enfermo al borde de un abismo. Pero aún más grave serían los efectos de sordera, ceguera y mudez de muchos de los habitantes aturdidos en un vértigo o mareo provocado por repetidas proclamas de amor, insultos al imperio y a los vende patria, denuncias de magnicidios, y más recientemente por episodios a cuenta gotas de un terrible padecimiento presidencial, en guiones encadenados que recordarían a los de las interminables radionovelas originales de la pionera CMQ de Cuba. La mutilación de sentidos de los venezolanos se expresaría en una desprejuiciada modorra como la que viven los roedores denominados hámsteres, entretenidos girando e impulsando su rueda de comodidad extrema, encerrados en pequeñas jaulas. Para quienes se interesan en autoayudas existen diversos textos y hasta foros libres en Internet que contienen sugerencias sobre cómo abandonar esas situaciones cómodas y retomar el camino del progreso. Por ejemplo, en http://es.groups.yahoo.com/group/Innatia/ se encontró un artículo de Juan Esteban Jorge, el cual da algunas pistas concretas sobre seis cuestiones que NO se deben hacer si realmente se quiere progresar: 1. Esperar sentado las oportunidades. 2. Estar todo el tiempo comentando la mala suerte ante los demás. 3. Confiarse y creer que ya vendrán los tiempos mejores así porque sí. 4. Creer que debemos recibir recomendaciones de los demás a cada instante para realizar nuestros actos. 5. Lamentarse acerca de los tiempos difíciles que se viven, ignorando que si son difíciles, lo son para todos. 6. No demostrar esfuerzo y no prepararse para lo que uno realmente quiere hacer.
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