lunes, 1 de agosto de 2011

Culto a la personalidad en el facho-chavismo


Por: José Rafael López Padrino - Los excesos laudatorios se han incrementado a raíz de la enfermedad del teniente coronel y su forzada ausencia de la vida política. En el Vigésimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (Febrero, 1956), el entonces Primer Secretario del Partido Comunista Nikita Khrushchev atacó al sistema "despótico y criminal" de gobierno de José Stalin (1920 - 1953). En esa ocasión utilizó el término de "culto al individuo" o "culto a la personalidad", para explicar los cambios en el sistema de liderazgo soviético después de 1934: la consolidación de la dictadura personal de Stalin, los consiguientes abusos criminales de poder, y la extraordinaria adulación a Stalin, que lo convirtieron ante las masas en un ser omnisciente e infalible. Se trató de un sistema omnipresente deliberadamente construido y controlado, que buscó la integración del sistema político alrededor de la persona del líder para perpetuarse en el poder. El culto a la personalidad representa una desmedida veneración abyecta a un líder histórico o gobernante de turno. La historia política del siglo XX, marcada por el surgimiento del Fascismo, el Nazismo y los regímenes burocráticos de la Europa Oriental y del Asia, fue pródiga en ejemplos de procesos sociales en donde líderes mesiánicos en nombre de la libertad, de la Patria, y de la gloria nacional, cometieron las mayores perversiones de nuestra historia contemporánea. Carlos Marx en "El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte" señaló que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se presentan dos veces: una vez como tragedia y otra como farsa. La historia política venezolana pareciera confirmar una vez más la aserción de la farsa, en la figura del teniente coronel, quien desde la llegada al poder ha promovido un despreciable culto a su figura. PERVERSO ENDIOSAMIENTO Cuando creíamos haber superado el caudillismo de los siglos XIX y XX, resulta que el teniente coronel se ha encargado de promover su propia idolatría, un culto religioso en torno a su figura, provocando conexiones emocionales -no ideológicas- con los sectores más necesitados de la sociedad. Para el iletrado de Miraflores, el ejercicio del poder en la Tierra no es más que una escala intermedia hacia su inmortalidad, que debe perpetuarse, más allá de su muerte, a través del eterno culto a su persona. Muestra de ese culto eterno se manifiesta en la presencia de sus imágenes en carreteras y autopistas, en oficinas y escuelas, en edificios públicos y parques deportivos. Estamos frente a una avasallante publicidad alienante y nauseabunda del “nuevo timonel de la Patria”. El facho-chavismo, ese absurdo collage de diferentes ideas políticas, promueve este perverso endiosamiento con la finalidad de reforzar la imagen del teniente coronel, de asociar los beneficios sociales de los sectores populares con el carácter “paternal” del gran líder que se preocupa por el bienestar de sus hijos, del amor por los excluidos. Estos excesos laudatorios se han incrementado a raíz de la enfermedad del teniente coronel y su forzada ausencia de la vida política. El “culto a la personalidad” que promueve el facho-chavismo ha implicado la renuncia a los espacios de la autonomía intelectual de sus seguidores, así como la adopción de una actitud sumisa y complaciente frente a la figura del mesías tropical. Representan a los nuevos vasallos del teniente coronel que deambulan sin norte ideológico, siempre prestos a salirle al paso a cualquier cuestionamiento del hiperliderazgo del vocinglero de Miraflores. Constituyen una arquitectura jerárquica que apelan a la descalificación y a la violencia cuando escuchan una crítica al pensamiento único, o un elogio a la diversidad política. Son los seguidores fanatizados que tergiversan y falsean los postulados del socialismo, afirmando por ejemplo: “Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez”. Es la utilización oportunista de la teoría de Marx a fin de justificar las barbaridades que en su nombre se cometen. ¿Qué diría el viejo Marx?
Tomado de: http://larazon.net/opinion.html

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