jueves, 8 de julio de 2010

Un milagro político


Por: Jesús Seguías - seguias1@gmail. com - Twitter: @seguias1 - En Venezuela están pasando cosas impresionantes ¿Henry Ramos Allup, máximo dirigente nacional de Acción Democrática, sentado al lado de Antonio Rojas Suárez, el ex golpista que lanzó un tanque de guerra el 4 de Febrero contra el palacio de gobierno presidido por un adeco? ¿Henry Ramos y Andrés Velásquez, ambos dirigentes de dos partidos que hace más de 10 años se juraron la guerra a muerte en Guayana, hablando de unidad? Pero eso no es todo, en otros encuentros observé a la gente de Bandera Roja (víctimas de una emboscada -la llamada “Masacre de Cantaura”- ordenada por el copeyano Luis Herrera Campíns) tertuliando amenamente y planificando acciones políticas conjuntas con Copei y Primero Justicia. Ante estos escenarios sorprendentes, e impensables hace 10 años, mi abuelo hubiese exclamado: “¡Fin de mundo!”, “Esto es un milagro político”. Pero no es el fin del mundo sino la continuación de un nuevo mundo que viene gestándose desde hace 50 años. Esto que estamos presenciando es simplemente un signo de los nuevos tiempos que estamos viviendo, no sólo por la presencia de Hugo Chávez en Miraflores sino por los cambios imperceptibles que se vienen registrando en el quehacer político de la humanidad. ¿Significa todo esto que los partidos y movimientos que conforman la Mesa de la nidad Democrática en Venezuela están renunciando a sus postulados políticos? No. Para nada. Sencillamente decidieron procesar sus diferencias de manera sabia y establecer prioridades. Y Venezuela es la única prioridad política –hasta el 2012- de todos los venezolanos opuestos al régimen que está imponiendo Hugo Chávez. La política, así como la gerencia, tiene un principio guía: No pidas peras al olmo En Venezuela ha habido mucha incomprensión hacia ese fenómeno político llamado La Oposición. Pretendemos verla como la alternativa política acabada, coherente, bien estructurada a las propuestas comunistas de Hugo Chávez. Nada que ver. Es hora de olvidarse de esa fantasía política. Eso es lo primero que todo el mundo debe tener claro. ¿Entonces para qué sirve la oposición? La verdad es que la oposición no es otra cosa que un pacto puntual, en términos históricos, de diversas y contradictorias fuerzas e individualidades políticas (a veces enfrentadas con una natural y comprensible vehemencia) para superar una tragedia nacional. Es un pacto similar al que firmaron Roosevelt, Stalin y Churchill en 1943 para combatir, en dos frentes cohesionados, la agresión hegemónica y totalitaria del fascismo. O del acuerdo entre AD, URD, Copei y el Partido Comunista de Venezuela para derrocar al dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958. Una vez derrotados el fascismo y la dictadura perezjimenista, los actores firmantes del pacto preservaron su autonomía, retomaron su propio perfil, y el mundo siguió su nuevo rumbo. Y eso es lo que exactamente debe ocurrir en Venezuela después, y sólo después, que Hugo Chávez salga derrotado en el 2012 a punta de votos (a menos que él se haga el haraquiri). Cuando estamos a menos de 3 años plazo para el 2012, el foco de la oposición ya no es –como bien lo recordó Henry Ramos Allup recientemente- medir cuál es el partido más bonito y poderoso de la oposición (lo cual no significa que éstos abandonen su obligatoria consolidación interna). Esa oportunidad ya se perdió, lamentablemente. Han transcurrido diez años de una intensa actividad política, como nunca antes en nuestra historia republicana, y no surgieron esas nuevas alternativas que causaran un impacto no sólo racional sino emocional en el pueblo. Tampoco es tiempo para dilucidar los nuevos liderazgos. Eso quedará para después del 2012, cuando hayamos vencido la amenaza totalitaria y hayamos reconstruido los espacios de libertad y equidad donde cada quien pueda hacer valer su liderazgo y fortaleza política. En el país que quiere consolidar Hugo Chávez no habrá espacio ni para los partidos políticos ni para los nuevos liderazgos ¿Alguien lo duda? De manera que el único foco que nos queda es el de amalgamar a todas las voluntades posibles (incluyendo a miles de chavistas que comienzan el éxodo) para asistir unidos, en medio de un gran Acuerdo Histórico Nacional, a los dos grandes eventos políticos que restan hasta esa fecha: las elecciones parlamentarias de este año y las elecciones presidenciales del 2012. La única garantía para la victoria en esos dos eventos es la unidad inteligente. Y el objetivo es ganar, y para ello hace falta escoger a los mejores candidatos. Es la hora de la grandeza, del desprendimiento y de un alto sentido de responsabilidad. Quienquiera que actúe con mezquindad, con sectarismo, con enanismo político, es decir, sin sentido de trascendencia histórica, estará convirtiéndose en un tonto útil para la consolidación de un régimen que nos llevará a la peor tragedia de nuestra historia. Si Roosevelt, Churchill y Stalin hubiesen tomado la decisión de enfrascarse, en aquel momento trágico para la humanidad, en dilucidar–tal como lo pretenden hacer hoy algunos venezolanos trasnochados- cuál de los sistemas políticos (el capitalismo o el comunismo) era el mejor para sus pueblos, o quién de ellos representaba el “nuevo liderazgo” en el mundo, aún hoy tendríamos al planeta lleno de esvásticas y botas alemanas construyendo fosas comunes para enterrar a todos los árabes, culíes y criollos que ofenden la pureza de la raza aria. Repito, una vez más: que cada quien asuma su responsabilidad porque no habrá perdón.

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