lunes, 11 de enero de 2010

Sobre los liberales, socialistas, liberalismo y socialismo


Por: Gabriel Boragina - 1. Las ideas socialistas - En su magnífico libro publicado en 1927, titulado Liberalismo, Ludwig von Mises, entre muchas otras cosas, explicaba la razón por la cual el liberalismo era rechazado por las masas a pesar de demostrar cuanto había mejorado la condición social y económica de esas masas ese mismo liberalismo que objetaban. Explicaba que, obra de los intelectuales socialistas, desde los utópicos hasta Karl Marx, se había logrado convencer a esas masas que la producción de bienes y servicios era un mero dato, es decir, algo dado, producto de una evolución necesaria en un sentido claramente determinista, y así lo llamó las "fuerzas materiales de producción". Puesto que conforme a la enseñanza de socialistas y marxistas, la producción de bienes y servicios era algo "inevitable" y que ya estaba instalado entre nosotros, el problema social y económico se reducía –siempre según los socialistas- a la "injusta" distribución de esos bienes y servicios. En realidad, la idea de la "injusta" distribución de la riqueza es muy antigua, comienza casi con el dogma de Montaigne en el siglo XV, que la formula de manera imperfecta y es desarrollada por John Stuart Mill[1], de quien, tanto los socialistas utópicos como los marxistas, la adoptaron con entusiasmo. A partir de allí, puede decirse que el daño ideológico ya estaba hecho, y tanto el liberalismo como el capitalismo quedaron seriamente heridos por la aceptación popular de tales falacias "distribucionistas" y esto al menos, en el terreno de la divulgación de ideas y de la enseñanza. Aceptada por las masas, entonces, el dogma socialista que el problema económico y social solo radica en la "justa" distribución de una riqueza que se producía y se produce en forma "automática" (los actuales socialistas siguen sosteniendo esta *descabellada* tesis), el socialismo pudo empezar a expandirse políticamente, incluso y a pesar de sus notorios fracasos económicos. Pero hay más puntos que hacen del socialismo algo más atractivo para las masas que el capitalismo. En tanto los liberales hacen hincapié en la idea de ahorro, los socialistas propician la del gasto y es obviamente más simpático para las masas esta última idea que la primera. Resulta seductor para la mayoría que, una doctrina como la socialista, les diga a las gentes que es posible "ser rico" gastando (lo ajeno) en lugar de ahorrar. Esto trae votos y adherentes. Una mayoría ha aceptado consciente o inconscientemente la tesis central del marxismo: la teoría de la explotación. Esta es la razón por la cual, esa misma mayoría piensa que, por ejemplo, su salario es "bajo" porque el patrón le "roba" parte del mismo, del mismo modo que el cliente -en general- piensa (y dice) tan a menudo que el comerciante "le roba" al venderle el producto. Son todas ideas marxistas, lo sepa la gente o no lo sepa. Solo saben que son ideas atrayentes, que les "suenan bien" y que hay que votar a quien la sostenga. No pueden dejarse de lado los factores emocionales, que los marxistas explotan en su favor, atacando a todo aquel que discrepe con ellos de "egoísta, inhumano, perverso, explotador", y falsedades de la misma calaña, quedando los colectivistas en pose de "altruistas, humanos, impolutos", etc. es decir de falsedades del mismo tipo, pero en sentido contrario. 2. Política y economía - Hoy en día, nos seguimos debatiendo en la contradicción señalada: el triunfo político del socialismo y sus recurrentes fracasos económicos; es que el socialismo es una imposibilidad económica, como ha demostrado la Escuela Austriaca de Economía y esto no es sencillo de percibir por las masas votantes, de allí, que ignorantes las masas de las enseñanzas austriacas, poco cabe hacer desde la prédica política, toda vez que el discurso político socialista y marxista es muchísimo más simple y mas encantador intelectualmente hablando, y por ello, muchísimo mas aceptable a las masas que el discurso político liberal o libertario (en términos estadounidenses). Es más simple y más entendible para las masas la idea de *distribución* que la de *producción* y hasta mucho más aceptable para ellas; no es intuitivo para la gente sencilla y no versada en economía comprender nociones tales como las del proceso de producción, distribución, redistribución, moneda, precios, cálculo económico, fiscalidad, utilidad marginal, función ahorro-consumo, etc. y sin estos conceptos básicos, de los cuales una enorme mayoría de personas carecen por completo, un discurso político de corte liberal está de antemano condenado al fracaso más rotundo. Ello explica, de alguna manera, la frustración de las políticas de los partidos liberales, a lo largo del mundo durante la mayor parte del siglo XX y lo que va del presente; no han tenido en cuenta este aspecto, en parte porque muchos políticos liberales -varios con, incluso, grados académicos- no son versados en economía austriaca, y he verificado casos en que algunos ni siquiera manejan mínimas herramientas de economía general, no se diga ya austriaca. A propósito, recuerdo una discusión con un ingeniero muy famoso y culto, que no podía comprender la diferencia entre producción y productividad. 3. La actitud liberal - Para peor, muchos políticos liberales (o liberales en política) "desprecian abiertamente" a los economistas liberales, con motes despectivos y burlones tales como "economicistas", "teóricos", "utópicos", "economistas de café literario", etc., sumándose -ya sea consciente o inconscientemente- a las mismas críticas y burlas que a esos economistas liberales se les hace desde la izquierda. Esto representa una *trágica ruptura* entre las filas liberales, donde las aguas se encuentran artificialmente divididas entre los partidarios de la política (o políticas) liberal (es) por un lado y los de la economía liberal desde el otro flanco, mirándose con recelo y hostilidad mutua, y bien decía Maquiavelo cuando aconsejaba al príncipe: divide y reinarás; la consecuencia de esa guerra de, a veces indiferencia, otras de abierta agresión, hostigamiento y burla entre las filas liberales, han dado recurrentemente un permanente triunfador: la izquierda marxista que triunfa políticamente, a la vez que fracasa económicamente de manera estrepitosa. Hay muchos análisis simplistas del tema entre los propios liberales en otros aspectos, dentro de los cuales se atacan unos a otros, sea por cuestiones metodológicas, estratégicas, tácticas, e incluso ideológicas; me ha tocado participar en muchos debates donde el tema de discusión entre liberales se centraba largamente en quien era "más" liberal que el vecino, arrogándose todos sin exclusión la posesión y único uso de una especie de imaginario "liberalómetro" mecanismo con el cual se descalificaba a unos y se ponderaba a otros, conforme criterios absolutamente subjetivos y antojadizamente arbitrarios. La falta de acuerdo entre autodenominados liberales, libertarios, libertarianos, libertaristas, etc. o expresiones análogas, el desprecio de los métodos de unos por otros, el rechazo de las competencias o dedicaciones de unos y otros, y sobre todo, la permanente descalificación de las áreas en que cada grupo trabaja, la tendencia a formar cenáculos privados, cerrados y pequeños, solo para "exclusivos" , el desconocimiento de las tesis de la Escuela Austriaca de Economía y hasta su parcial o completo rechazo o descrédito por parte de quienes se llaman a sí mismos "activistas" del liberalismo, sumado a lo cautivante e intuitivo a la gente de las erróneas tesis socialistas, mas otros factores que serían largos de explicar aquí, todo ello revela, a mi modo de ver, el fracaso del liberalismo como alternativa política, y consecuentemente, de los partidos, grupos o asociaciones políticas liberales que la han intentado. Ludwig von Mises dijo con acierto –en mi opinión- que el liberalismo no puede *imponerse* desde arriba, desde una cúpula política; como enseñó el genial maestro austriaco, hablar de un "gobierno liberal" es una absoluta contradicción en términos; perseguir una meta semejante no diferenciaría -en última instancia- a liberales de socialistas, ya que ningún socialista afirma a las masas que desea el gobierno para oprimirlas sino para "liberarlas" de la opresión.

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