jueves, 21 de enero de 2010

Las premoniciones de Rafael Caldera


Por: Juan Camilo Restrepo - Recuerdo muy bien-hace un poco más de diez años- cuando el Congreso Colombiano recibió a Rafael Caldera. Estaba terminando su segunda presidencia y de visita oficial a nuestro país. Casi no podía caminar, y daba la penosa sensación que podría caer desfallecido en cualquier momento. Llegó al capitolio con paso tambaleante y sin una sola nota ni apunte para dirigirse al Congreso. Algunos senadores sentimos temor sobre su estado de salud. Recuerdo que a mi lado estaba Víctor Renán Barco y con él comentamos que en cualquier momento podía morírsenos el Presidente Venezolano en pleno salón elíptico. Comenzó a hablar. Lo hizo por cerca de dos horas. Con memoria y elocuencia deslumbrantes. La primera imagen que nos causó su fragilidad física se desdibujó rápidamente a medida que hablaba. Su debilidad corporal fue cediendo frente a su gigantesca estatura intelectual. Al final hubo ovación. ¡Qué contraste con la chabacanería de Chávez¡ Como se ha recordado por estos días, a propósito de la muerte del ilustre ex presidente Venezolano que falleció el día de navidad del 2009, fue él quien indultó a Chávez después de haber sido éste condenado por su intentona de golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez. Quizás sin ese gesto de generosidad del presidente Caldera el coronel Chávez no se habría podido apoderar nunca de la política Venezolana por más de una década, como ha sucedido.Caldera entregó el mando en 1999 a Chávez en la ceremonia en la que el coronel dijo jurar sobre la “moribunda constitución Venezolana”. Poco después Caldera escribió un precioso libro titulado “Los causahabientes. De Carabobo a Punto Fijo”. Se trata de una lúcida historia del constitucionalismo Venezolano, desde la batalla de Carabobo hasta los pactos de Punto Fijo que abrieron el camino a la reconstitució n de la democracia en el hermano país luego de la dictadura de Pérez Jiménez. En este librito magistral, escrito por Caldera recién terminado su segundo gobierno en 1999, y cuando apenas comenzaba la era de Chávez, consignó estas premonitorias palabras: “Desde los años finales de mi segundo período de gobierno estaba inclinado a preparar este libro. El deseo se hizo compromiso ineludible cuando a partir del 2 de febrero de 1999, la literatura oficial del nuevo Presidente de la República y de sus colaboradores ha sido el desconocimiento sistemático de lo que el pacto de “Punto Fijo” significó, y la negación del profundo contenido que tuvo para impedir que volviéramos a las andadas y cayéramos nuevamente en la tesis del gendarme necesario que tan funestas consecuencias ha tenido en la vida de nuestro país”.
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