sábado, 7 de marzo de 2009

Todos a jalar


Por: Gustavo Yepes Pereira - gyepesp@gmail.com - En Venezuela, todos jalamos o contribuimos con la “jaladera”. No me mal interpreten, ya que no es lo que ustedes están pensando. Me refiero a “jalar” en su acepción de “halar”, o “hacer fuerza para traer” según el DRAE. Un tercio de la población -más un poquito- está jalando parejo, todos en la misma dirección y con un mismo objetivo, siguiendo las instrucciones, triste papel, de un líder que les ordena cómo y hacia donde jalar. Unos obedecen y jalan por instinto de supervivencia, porque saben el mal que han hecho y el castigo que les espera; otros por miedo, otros por dinero, otros por resentimiento, otros por enamoramiento, otros para jalar (mecate), otros de forma virtual -cosas de la modernidad- pero el hecho es que todos están jalando en una misma dirección y esa fuerza, apalancada por los recursos del poder que aglutina a los poderes, es muy difícil de vencer, más no imposible. Otro tercio de la población no está jalando para ningún lado y eso favorece al grupo anterior. Algunos no jalan por irresponsabilidad, otros por desinterés, otros porque no encuentran razones para jalar. Todos ellos forman parte de una fuerza potencial para cualquiera de los dos bandos que si están jalando. El otro tercio de la población -menos un poquito- también está jalando, y muy fuerte, a veces de forma heroica y aún a costa de su libertad e incluso de su vida. Los dirigentes jalan con fuerza cada uno para su lado y a veces, cuando no tienen más remedio, incluso establecen acuerdos, no siempre respetados, para jalar en una misma dirección. Tristemente, algunos están jalando, consciente o inconscientemente, a favor del otro bando. El ciudadano común jala también a su manera, por esfuerzo propio y carente de una dirección; eso si, con la mejor buena voluntad. Los jóvenes han aportado toneladas de arena y están jalando con fuerza, con mucho mérito, para cumplir con sus objetivos. Los empresarios, los trabajadores, las amas de casa, y en general los ciudadanos que creemos en la democracia, estamos también jalando, siguiendo cada uno los dictados y la dirección de nuestra conciencia. Todo este esfuerzo, lamentablemente, no nos está llevando ni nos llevará a ninguna parte, hasta que nos pongamos de acuerdo en qué es lo que queremos, nos tracemos una visión y unos objetivos claros y compartidos, desarrollemos una estrategia que nos diga cómo y hacia dónde jalar, y nos concentremos en jalar todos en la misma dirección, no por imposición sino por convicción. La tarea no es fácil, pero es esencial. Yo tengo el convencimiento de que el día que esto suceda, una buena parte de los otros dos tercios unirán sus esfuerzos a los nuestros para lograr el país que queremos. No estoy de acuerdo con las voces optimistas que dicen que este tipo de régimen se cae por si solo. Tampoco creo que, por arte de magia, algún día se cruzarán la curva azul con la roja. Podemos pasarnos la vida esperando que eso suceda. Los pueblos que han derrotado a sus tiranos por la vía democrática no lo han hecho por obra de la casualidad. Debemos trabajar en conjunto, no para que caiga el régimen, sino para construir el país que soñamos con la gente adecuada. Los dirigentes políticos, reacios por naturaleza a considerar opciones que no son propuestas por ellos, deben hacer un ejercicio de humildad y ensamblarse en torno a lo que nos une, que es mucho más importante que lo que nos desune. Si no lo hacemos, seguiremos jalando sin sentido, desgastándonos, frustrándonos, y observando como el otro equipo nos derrota en cada batalla de esa guerra que inventó un traidor para someternos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario