sábado, 7 de marzo de 2009

¡Camaradas!


¡COMAN MIERDA! - Por Antonio Sánchez García - Los pueblos no inventan sus expresiones típicas por azar. En ellas encuentra la genética nacional su más auténtica identidad. Los cubanos, por ejemplo, inventaron la expresión perfecta para el sometido predispuesto a la zalamería ante el poderoso, el humillado que se deja escarnecer de buen grado, el arrastrado, el lameculos y jalabolas profesional: comer mierda. Es la peor ofensa que un cubano de bien – y de mal, que hoy por hoy y desde hace cincuenta años son mayoritarios – puede endilgarle a un infeliz. Ser un comemierda es el peor de los pecados, así sea uno que practican casi sin excepción todos los millones de cubanos que no tuvieron la ocasión, la oportunidad ni el coraje como para echarse al mar y escapar del infierno. Los chistes – esa forma desenfadada de enfrentar las tribulaciones – han sido en Cuba, como en todo los regímenes totalitarios, la forma de capear los temporales. Me vienen dos a la mente: escapa una viejecita con su nieto por Mariel y al momento de brincar del muelle a la lancha que la sacará del infierno se le cae al mar la plancha de dientes. ¿Abuela, se te cayó la plancha! – le grita desesperado el nietecito. No te preocupes mijo, le responde, esa es la de comer mierda. Ese me lo contó Paquito de Rivera. El otro se lo escuché a un cómico cubano: reúne Fidel al millón de empleados públicos que suelen servirle de extras en la Plaza de la Revolución , pues debe hacer un anuncio de particular gravedad. ¡Camaradas! – grita el caballo. La situación es crítica. Debo darles dos noticias, una buena y una mala. ¿Cuál prefieren? ¡La buena! - responde la multitud. Fidel tose, golpetea el micrófono, mira a izquierda y derecha y murmulla en tono confidencial: “para comer sólo tenemos mierda”. Se oye un murmullo de desaprobación hasta que un avisado, montado en un lampadario con su sombrero de goajiro de la Sierra Maestra , pregunta a voz en cuelo ¿Y la mala, comandante? ¡No alcanza pa’ todos! Responde Fidel. Me han venido a la mente al ver a ese par de comemierdas llamado Pérez Roque y Carlos Lage correr a humillarse ante los hermanitos Castro, reconociendo sus errores y postrándose humillados ante el nuevo mandamás, Raúl Castro. El clásico y repugnante expediente de las purgas estalinistas. Y tienen razón: corrieron a confesar pecados inexistentes pues de lo contrario les podría esperar lo que a Arnaldo Ochoa Sánchez y a Tony de la Guardia , fusilados sin más trámites, incluso después de confesar también sus únicos pecados: pensar por su cuenta. Pérez Roque, a quien llamaremos el comemierda Nº 2 del régimen, era el par de Nicolás Maduro. Lage, comemierda Nº 1, fue par de Rangel, de Isaías Rodríguez, de Carrizales y de toda esa sarta de vicepresidentes venezolanos, fuertes candidatos al primer premio del comemierdismo nacional. Pues si Chávez logra el propósito que lo llevó a montarnos en la olla del 15-F nos cansaremos de ver a los come mierdas vernáculos confesando sus pecados por RNV. No se salvará nadie, salvo quiizás Adán Chávez. Desde Diosdado abajo, incluyendo a Willian Lara y a todos quienes no son los propietarios de la franquicia, los veremos desfilar bajo las horcas caudinas de la humillación extrema. Coman mierda, camaradas. Hártense. Que les espera el patíbulo. Lage y Pérez Roque los esperan.

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