Por: Rafael Gallegos - Venezuela se fumó la lumpia del socialismo del siglo XXI y perdió diez años. El presidente generó esperanzas que se han transmutado en una gigantesca frustración. Mesías transformado en falso profeta. Prometió unir a los venezolanos y el discurso lleno de resentimiento y odiecitos ha partido en dos, más que cuando Boves, al alma nacional. Prometió acabar con la exclusión y, lista tascón mediante, impide trabajar y comer a miles de venezolanos y sus hijos. Apuntó a los empresarios como los culpables del hambre del pueblo y promovió invasiones de fincas, toma de empresas y huída de capitales, rompiendo el aparato productivo, con su secuela de desempleo para los venezolanos. Aseguró que acabaría con la ineficiencia del Estado y destrozó a PDVSA, institucionalizó los apagones, quebró y requebró los bancos del estado, acabó con los hospitales y bajó drásticamente la construcción de viviendas. Habló de soberanía alimentaría y hoy importamos más alimentos y producimos menos que nunca. Ofreció transparencia electoral y el árbitro parece una timorata oficina gubernamental. Prometió hacer crecer al país y tan sólo lo hinchó, cual enfermo de hipotiroidoismo. Y como ni por asomo acabó con los niños de la patria… los ignora. Puro buscar culpables, que si los yanquis, los ricos, el capitalismo. Han dilapidado UN BILLÓN DE DÓLARES (presupuesto más nueva deuda). ¿Dónde estás Guinness?, anota, el socialismo más caro e improductivo de la historia. Ah! y el modelo que nos ofrecen es Cuba, la única democracia del mundo custodiada por tiburones. Además, el presidente añora el comunismo soviético. Como si quisiera recoger del piso las piedras del vergonzoso muro de Berlín y reconstruirlo en Venezuela. Parece desconocer los asesinados y torturados en Siberia, las purgas del "pana" Stalin, las sangrientas invasiones a Checoslovaquia o a Hungría. Además, ejerció solidaridad automática con la imperialista invasión rusa a Georgia. Putin y que dice: "yo soy ateo; pero esto… me lo mandó Dios", cuando nos vende armas obsoletas o carros viejos, cuando nos envía de visita riesgosos submarinos atómicos y cuando la "revolución soberana" les abre las piernas con nuestro petróleo, nuestro territorio y hasta nuestra geopolítica. Desde aquí decimos: rusos go home. Y al gobierno: a otro con esa lumpia.
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