martes, 1 de julio de 2008

La captura del toro de Creta


El sexto trabajo de Hércules consistió en capturar un toro salvaje que expulsaba fuego por sus narices y causaba estragos en Creta. Este toro era un presente que Neptuno, hizo al Rey Minos de Creta para que lo sacrificara en su honor, pero Minos al verlo tan hermoso, lo incorporó a sus rebaños supliéndolo por otro. Indignado el Dios Neptuno ante tanta deslealtad, como castigo hizo que el toro se volviera furioso y amenazador, aterrorizando a todo el país, de esta manera el héroe solar consiguió el permiso para apoderarse del toro, encadenarlo y arrastrarlo por mar hasta Micenas. Otra narración cuenta que Pasífae, esposa del rey Minos se enamoró del animal y concibió así un hijo, el Minotauro, lo que hizo enloquecer al toro. El Rey Minos tenía varios hijos entre ellos Ariadna y Androgeo joven atleta fuerte y vencedor, pero los atenienses le dieron muerte por haber logrado la victoria en los juegos ofrecidos a Atenea. En venganza Minos sometió a los atenienses y les impuso terribles castigos y condiciones entre las cuales estableció que durante nueve años los atenienses debían enviar a la isla de Creta a siete robustos jóvenes y a siete doncellas quienes serían víctimas ofrecidas para ser devoradas por el minotauro. El Minotauro, mitad hombre y mitad toro, vivía en un laberinto cercano a Cnosos, capital de Creta, encerrado en dicho laberinto construido por Dédalo, se alimentaba de carne humana, de esclavos y prisioneros de guerra, así como de los jóvenes que enviaba el rey Minos. Al tercer año, un joven valiente llamado Teseo e hijo del rey ateniense Egeo, se ofreció voluntariamente matar al minotauro, pues se consideraba capaz de enfrentar y dar muerte a la bestia. Ariadna, atraída por el joven Teseo le ofreció un puñal y un ovillo de hilo, y le dijo: “con este puñal mágico podrás travesar el corazón del minotauro y si sigues el hilo de este ovillo, podrás salir del laberinto”. Teseo durante horas recorrió el laberinto para enfrentarse con el animal, en una ardua lucha logró atravesar el corazón del monstruo. Así Teseo regresó victorioso a Atenas. Los laberintos tan importantes en ciertas culturas antiguas y no podemos dejar de mencionar los laberintos que se trazaron en el suelo de de algunas catedrales góticas, nos están indicando el enredado camino, el laberinto de teorías, que hay que enfrentar para lograr la liberación de la conciencia, disgregada y embotellada en el yo psicológico. Horrible destino nos aguarda al final del ciclo de existencias si no logramos desintegrar esos elementos infrahumanos que tienen aprisionada a nuestra conciencia que en este caso relacionado con el Toro de Creta simbolizan muchas tentaciones sexuales que se presentan al estudiante, al adepto y al maestro en los diferentes niveles inconscientes, subconscientes e infra consientes de la mente. En la divina Comedia de Dante, Minos se sienta en la entrada del segundo círculo dantesco, ahí juzga los pecados de cada alma y le asigna su justo castigo indicando el círculo al que debe descender. Hace esto dando el número apropiado de vueltas a su cola alrededor de su cuerpo. También puede hablar para aclarar la ubicación del alma dentro del círculo indicado por las vueltas a su cola. En tiempos muy remotos el toro ha representado grandes verdades cósmicas trascendentales, como en los misterios egipcios: el buey Apis, la vaca sagrada y el ternerillo o kabir, vienen a simbolizar la triada inmortal (Osiris, Isis y Horus), así como el Padre, la Madre y el hijo, (el Cristo). El buey Apis era el creador y fiscal de las almas y amo del cielo y fue consagrado a Isis, porque está relacionado con la Vaca Sagrada, la Madre Divina. Entre los griegos encontramos a un toro blanco y hermoso, símbolo del Padre que está en secreto. El culto al toro sagrado fue conocido y practicado por todos los pueblos antiguos, cuando no habían caído en la degeneración humana. Empero también como simbolismo opuesto, encontramos al Minotauro cretense y a la bestia bramadora de los misterios atlantes. La Tauromaquia era una fiesta o ritual sagrado dedicado a la Divina Madre en la antigua Atlántida y era realizado en el templo del Dios Neptuno, el iniciado se enfrentaba al toro y lo vencía, no brutalmente como ahora, sino con lazos y otras artes taurinas. El ruedo Atlante es la representación del zodiaco, donde respetuosamente se sentaba el público a disfrutar de este arte regio, enseñanza que iba dirigida a la conciencia cuyo objetivo era enseñar al ser humano la necesidad de vencer y desintegrar al ego animal e infrahumano que toda persona carga dentro de sí, representado en el toro. El Maestro Samael en toda su obra y con infinito amor por toda la humanidad, nos señala el camino a seguir, porque lo ha vivenciado, porque como Hércules, el héroe solar, se ha enfrentado a esas monstruosidades y las ha desintegrado, como lo han hecho otros grandes maestros en diferentes épocas en nuestro planeta. Trabajando en la esfera sumergida de Júpiter y con el auxilio de la Divina Madre Kundalini, se recibe el grado de las Dominaciones (cielo de Júpiter) y se obtiene la felicidad nirvánica. Dicho toro se expresa en nuestra psiquis con fuertes impulsos pasionales, sexuales e irreflexivos. El maestro Samael hubo de enfrentar y de desintegrar a tal bestia con el auxilio de Devi Kundalini sin la cual sería imposible la muerte psicológica. Descendió a los mundos infiernos de Júpiter para luego conquistar el cielo de dicho mundo “El cielo se toma por asalto y sólo los valientes lo han tomado”. Aquí se recibe el grado de Dominaciones y se vive la felicidad Nirvánica.

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