lunes, 22 de febrero de 2010

La libertad y el poder del pueblo


Por: Santiago Quintero - santiagoquintero@gmail.com - La libertad es la vida del derecho social. Sin libertad, el ciudadano pierde su identidad y la República su esencia, que no es otra que el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos. La República hace posible el debate creador de los ciudadanos fundamentado en el ejercicio de sus libertades. Ese debate de los asuntos públicos construyó el discurso público. Y ese discurso público posibilitó al discurso político. Y la supeditación del discurso y acción política al discurso público se tradujo en la práctica democrática, en el poder del pueblo, múltiple y diverso. La República fue la traducción del ideal democrático. La democracia se constituyó en el principio que garantizaba la participación de todos para la administración de la República, de la cosa pública. Por eso la sociedad, democrática por naturaleza en tanto está conformada por hombres y mujeres que nacen libres y deben permanecer libres en el ejercicio de sus derechos naturales, fue fortaleciendo en el tiempo sus nexos, traduciendo su comunicación en instituciones, convertidas en órganos democráticos. Desde un principio, la función contralora de los órganos democráticos fue la base de la evaluación de la administración los recursos de la cosa pública. La República fue el proyecto político que permitía el desplazamiento del poder absoluto, del líder único, llámese rey, emperador, censor, dictador, tirano. La República es en esencia negación de la autocracia, del caudillismo, en tanto exige supremo respeto y subordinación a la sociedad que la genera, múltiple y diversa. La función articulada de ese control de la sociedad sobre su cotidiano funcionamiento se tradujo en el Estado democrático. El Estado democrático nació en contraposición al Estado primitivo, el Estadoto talitario. El poder del pueblo existe y se ejerce en función de la democracia. Y la democracia solo es posible en libertad. Para hacer efectiva esa libertad y el ejercicio democrático, la cosa pública debe ser administrada con el pleno conocimiento y aprobación del pueblo. Cuando el pueblo pierde el control de lo que hacen o dejan de hacer las instituciones que surgieron del ejercicio de su soberanía, entonces el Estado totalitario comienza a ocupar el espacio que comienza a dejar vacío el Estado democrático, y el pueblo pierde poder. En la medida en que el proceso continúa, el Estado totalitario, va devorando el poder del pueblo, a menudo disfrazándose de él y asumiendo un discurso en el cual se vende al pueblo como su encarnación. Entonces dice que el pueblo es él y ante la evidencia dictatorial de su ejercicio de poder, dice ejercer la dictadura del pueblo. De esa manera procura que el pueblo le ceda su derecho democrático al control de sus instituciones despojándolo de su poder contralor. El Estado totalitario sustituye a la democracia por el totalitarismo y a la libertad por la revolución, que se convierte en la maquina totalitaria mediante la cual se secuestran al pueblo sus espacios de poder, el ejercicio de su libertad. En realidad, lo que el pueblo exige es la evolución. Tener mejor calidad de vida, ganar en derechos, desarrollarse como persona y como sociedad. Tener propiedad sobre su vida, sobre sus bienes y que el Estado las respete. Porque el real compromiso del pueblo no es con el poder único y perpetuo. Es con su libertad, la condición sagrada de sus derechos.

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