Por: Enrique Pereira - Grite duro, no deje de hacerlo. Haga que la fuerza de su voz exteriorice la debilidad de sus afirmaciones. Se acaban los tiempos y en la cercanía de esa nueva escasez, no queda otra que gritar. Unas decenas de estudiantes, solicitando dialogo, ahora representan un peligro para el régimen. Las armas de la nación se preparan ahora para defenderse de los “manitas blancas”. Hasta allí llega el miedo que produce el sentirse en el rincón, acorralado por una sociedad que viene por lo suyo. Déjeme repetírselo presidente: piden dialogo, concertación, explicaciones, correctivos, y más que eso, piden paz. Estos son los mismos jóvenes que se repiten en las historias de los pueblos como auténticos gestores de las verdaderas revoluciones. Estos son los estudiantes que a través de la historia, incluyendo la de este país, han generado las transformaciones sociales y estos son los mismos que acompañaron a Ribas en la batalla de La Victoria, en nuestra gesta libertaria. Estos estudiantes, no se acallan con represión. Usted lo sabe presidente. Así estará la cocina, que trajeron un nuevo chef. Harto referido en las ultimas veinticuatro horas, el cubano que trajeron viene a revisar las recetas. Algo está pasando detrás de los trapos que nos lanzan, que necesitaron “tecnología cubana” para poner la cocina en orden. Algo se quema en los fogones. La sociedad hierve. Escuchar a la rectora de la Universidad Central de Venezuela, la Dra. Cecilia Arocha, levanta cualquier ánimo decaído. Esa recia mujer, que nada en contra de la corriente, está provista de unos ovarios de acero. Con calmada pero firme objetividad, defiende con pasión y claros argumentos, la necesidad que tiene esta sociedad de concertar. Esta mujer no baja la guardia ante los verdes uniformes, o las manadas de anárquicos que la revolución envía a sus predios. Está mujer está hecha del valor que promueve libertades y de mujeres como ésta, está llena la Venezuela que quieren silenciar. Esta sociedad está cansada de largos monólogos llenos de repetidas mentiras. Esta sociedad necesita una nueva y verdadera revolución que les retire los micrófonos a estos militares disfrazados de verde, escondiendo sus miedos debajo de sus boinas rojas, esgrimiendo al pueblo como la razón de todos sus procederes. Estos miedosos de oficio, que prometen defender la revolución con su sangre, amenazan a nuestros hijos con las armas de la republica, las mismas que entregamos a ellos para defender nuestra soberanía, que entregan sin un solo tiro a los cubanos que ahora deciden nuestro futuro. Estas son las mismas “águilas” que volarán ante una docena de moscas, el día en que este pueblo descubra -de una vez por todas- el tamaño de la farsa que se esconde detrás de los parapetos que inventan cada día. Siga corriendo hacia adelante presidente, siga huyendo de los fantasmas que lo persiguen. Siga levantando su voz a los autobuses vacíos que le hacen creer que todavía tiene pueblo. Siga escondiendo sus miedos debajo de su roja boina y siga pensando que de nuevo encontrará la forma de salir ileso de esta nueva finta. Siga amenazando a los hijos de esta patria. La historia se está escribiendo cada día, con los miedos que ahora se dejan ver en su rostro, debajo de su boina, encima de su verde uniforme.
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